Hace unos setenta años, Walter Chandoha volvía a casa después de dar clases en la Universidad de Nueva York una fría noche de invierno cuando vio a un gatito que no podía tener más de cinco semanas temblando en la nieve. Se detuvo, se lo puso en el bolsillo y se lo llevó casa. Así empezó una gran amistad y también una brillante carrera.
En esa época, el fotógrafo vivía con su esposa en un pequeño apartamento en el barrio de Queens. El gatito entró en calor, se recuperó y se comportó como cualquier gato, pero tenía una peculiaridad. Cada noche, aproximadamente a las once, empezaba a correr y a saltar como un loco antes de calmarse al poco rato. Decidieron llamarle «Loco».


Chandoha y su esposa adoptaron más gatos y sus fotos no tardaron en ser publicadas en varias revistas. «Loco y sus amigos me permitieron hacer fotos que me interesaban». También hicieron posible que dejara el pequeño piso de Queens y se mudara a una granja de dieciocho hectáreas en Nueva Jersey, donde sigue viviendo hoy en día. Loco también es el responsable de que Walter Chandoha no se dedicase al marketing cuando se graduó y se inclinara por la fotografía.

Nació en 1920, tiene 98 años, ha hecho 200.000 fotos desde sus días de estudiante en la Universidad de Nueva York, ha publicado 34 libros, sus fotos han aparecido en más de 300 portadas de revistas y en miles de anuncios, y es «El Fotógrafo de gatos» con mayúsculas de Estados Unidos.
Una de sus fotografías más famosas es «The Mob» (El hampa), de 1963. «Hubo una época en que se usaba a los gatos para promocionar cualquier cosa», recuerda. «Fotografié para anuncios de compañías que estaban en la lista «500» de Fortune y de empresas que acababan de empezar. Durante un breve periodo, un año quizá, me atrevería a decir que el 90% de las fotos en paquetes y latas de comida para gatos o perros eran mías».

Siempre trabajó desde su casa, al principio en el diminuto piso de Queens y, luego, en un pajar remodelado en la granja de Nueva Jersey. Las sesiones fotográficas eran un asunto de familia, sobre todo por la valiosa ayuda de María, su lamentada esposa. «Sin María no habría podido realizar la mayoría de fotos», reconoce. Además de ocuparse de toda la parte administrativa, de los contratos, incluso de supervisar el revelado, tenía un don para calmar a los modelos mientras él los fotografiaba con una Hasselblad.

«No se puede meter prisa a un gato», explica. «Cualquiera que tenga uno sabe que no es el amo, el gato es el amo, y se pasará el día haciendo lo que le apetezca cuando quiera». Y sigue diciendo: «Cuando empecé haciendo fotos hace más de setenta años, las cámaras pesaban mucho, eran de metal, incluso de madera. Los negativos eran caros y no podía desperdiciarse el material. Hoy en día es mucho más fácil. Cualquiera puede compartir sus fotos en Internet».
En octubre de 2015 publicó «Walter Chandoha: The Cat Photographer» y concedió entrevistas a numerosas revistas y periódicos entre las que nos hemos permitido escoger unas cuantas preguntas y respuestas. Entonces solo tenía una gata, Maddie, recogida en un refugio. «Es importante que todos se convenzan de que si quieren un gato, deben adoptarlo», dice. Dos años después tenía la firme intención de adoptar un segundo gato. «Hemos tenido muchos, muchos gatos, estaba Tom, Friend (Amigo), Minguina, Kome, Spook (Fantasma), Floyd, Precious (Preciosa), y uno de mis favoritos fue Rags (Trapo). Además de los de casa, estaban todos los que vivían en los graneros para mantener a raya a la población de roedores». Y añade: «Pero mi favorito siempre fue Loco, el responsable de haberme convertido en un fotógrafo de gatos».

Tiene muy claro que prefiere los gatos a los perros cuando se trata de hacer fotografías: «Son más expresivos que los perros, eso es lo primero. Se meten en más líos que cualquier perro y vocalizan de otra forma, ronronean, gruñen y maúllan con cadencias muy diferentes». Hizo miles de fotos de gatos, pero sigue sorprendiéndose de que siempre aportan algo nuevo, algo único.
Hablando de los artistas que más le gustan, menciona a Théophile Steinlein (https://gatosyrespeto.org/2014/11/25/steinlen-el-dibujante-de-gatos/), que también hizo muchos dibujos de gatos para anuncios; a Tsuguharu Foujita (https://gatosyrespeto.org/2018/06/14/gatos-en-los-autorretratos-de-tsuguharu-foujita/) y al holandés Johannes Vermeer: «No creo que pintara un solo gato, pero también presento al modelo iluminado desde atrás y con sombras, como hacía él». Finalmente habla de la fotógrafa de animales Ylla (https://gatosyrespeto.org/2017/10/26/los-gatos-de-ylla-la-fotografa-de-animales/): «Puede que subconscientemente me haya inspirado para fotografiar gatos».
Cree que su foto más divertida es la de un cachorro de perro Weimaraner: «Fue una foto entre un millón gracias a un gatito. Uno de mis hijos entró en el estudio con un gatito en brazos. El perro nunca había visto a un gato, y encima maulló; el perro abrió literalmente los ojos de par en par».
En cuanto a unos consejos para hacer geniales fotos de gatos, dice: «Ante todo hay que tener paciencia. Apunten siempre lo que su gato hace o no hace en cualquier situación. Estudien sus costumbres, sus preferencias, sus aversiones. Después de más de setenta años haciendo fotos, sigo observándolos. Hay que estar al mismo nivel que el gato para conseguir un contacto visual. No teman hacer ruidos para atraer su atención; a veces, el estudio parecía una granja por todos los gruñidos y cacareos que yo emitía. Siempre deben recompensarles con algo que les guste, un poco de queso, un trozo de buen paté o de atún». Y para terminar, recomienda usar una cámara Canon DSLR.
A Walter Chandoha le gustan los gatos, desde luego. Además de usar a los suyos como modelos, cuando ninguno respondía a lo que buscaba, recurría a sus amigos y vecinos. Dejó de fotografiar a sus amigos los gatos cuando falleció su esposa María, la mujer que susurraba a los gatos, según él. Desde entonces se ha dedicado sobre todo a hacer maravillosas fotos de huertos y verduras.
Un comentario sobre “Gatos en fotos de Walter Chandoha”