Las personas que no tienen gatos suelen pensar que estos son solitarios, independientes y territoriales, pero todo depende. Uno de sus rasgos más comunes quizá sea la prudencia, sobre todo hacia los seres humanos. Un gato adulto es desconfiado (con razón) y mantiene la distancia hasta asegurarse de que no se le va a hacer daño. Los caballos también son desconfiados; quizá por eso el gato y el caballo suelen ser buenos compañeros en los establos.

Hay muchas fotos de gatos sentados tranquilamente encima de enormes caballos. Puede que en algunos casos nos preguntemos cómo han conseguido trepar al lomo del caballo, pero todos los gatos parecen muy tranquilos y cómodos. También el equino acepta al jinete con la mayor naturalidad.

En principio, los gatos no tienen fobias; pueden asustarse por algún ruido, algo inusual, pero es un miedo pasajero. Los caballos, sin embargo, pueden sufrir auténticas fobias –  a los ratones no, eso es otro mito creado por la fábrica Disney – y nunca superarlas: miedo a las banderas, a las pacas de pajas, a diversos objetos y a muchos animales, perros y ovejas entre ellos, pero nunca a los gatos.

En opinión de Lisa Ross-Williams, asesora equina y editora de la revista “Natural Horse Magazine”, por muy sorprendente que sea, los gatos y los caballos se parecen. “Reconozco que los gatos son depredadores y los caballos todo lo contrario, pero tienen muchas cosas en común y quizá sea la razón por la que se sienten atraídos”. Sigue diciendo que gatos y caballos pueden detectar la maldad en las personas.

Donna Sicuranza, experta jinete y directora ejecutiva de la asociación “Tait’s Every Animal Matters” (que ha esterilizado a más de 250.000 gatos en Connecticut desde 1997), no está de acuerdo: “A bote pronto, diría que un caballo se parece más a un perro que a un gato. Los caballos son animales de manada con una jerarquía muy definida, como los caninos. También prefieren tener a alguien que les mande y les gustan las rutinas, nada que ver con los gatos”.



Pero es solo a primera vista. Desde luego, los gatos no actúan con mentalidad “de manada”, pero son mucho más sociables de lo que se creía hasta no hace tanto tiempo. Cuando un grupo de gatos convive en una colonia urbana, en una granja o incluso en una casa, existe una jerarquía muy definida, y a menudo es matriarcal.


Los animales en general tienen sentidos mucho más desarrollados que los seres humanos, y nos atreveríamos a decir que incluso cuentan con sentidos adicionales. Los gatos y los caballos son especialmente sensibles; como hemos dicho antes, no se fían y a veces rehúsan acercarse a una persona sin ninguna razón aparente. Ambos son muy sensibles a los cambios de humor y a la tensión entre seres humanos, hasta el punto de que puede llevarlos a enfermar.

Nada de lo anterior explica por qué los gatos entablan las amistades más extrañas con los animales más inesperados y que, supuestamente, deberían huir despavoridos, como los pájaros y los ratones. No es necesario que se hayan criado juntos para entenderse, no hay ninguna regla al respecto, como ocurre con gatos y perros. Es verdad que las amistades “anormales” se dan sobre todo en hogares donde viven un gato y un pájaro, o un hámster, pero sigue siendo sorprendente.

En las granjas, las posibilidades son mucho más amplias, y los gatos traban amistad habitualmente con vacas y ovejas, y con menos frecuencia con cerdos, gallinas y patos. Dicho sea de paso, hacerse amigo de una oveja tiene ventajas, desde luego: la lana es mullida y da calor, es mucho más fácil subirse al lomo de una oveja que al de un caballo.

Y por si algún lector de este blog vive en una granja, un rancho o una casa en el campo con establo y aún no tiene gato, le aconsejamos seriamente que ponga remedio a esa laguna. Los gatos granjeros están entre los animales imprescindibles en el campo: ahuyentan a los roedores. No es necesario que se los coman, su olor los aleja. Si no hay roedores, tampoco hay serpientes en los establos. No hay heces de ratas y ratones que puedan producir enfermedades en caballos y ganado. Los gatos solo aportan ventajas.

Si adoptan a un gato y este decide vivir en el establo, necesitará un lugar algo apartado del paso donde se pueda dejar comida y agua limpia. Una caja de cartón cerrada con una puertecita recortada recubierta con una manta y paja, y una manta dentro, bastará para protegerle del frío. Aunque los gatos de granja pueden ser muy independientes, también deben ser desparasitados cada tres meses y esterilizados.

A medida que pasa el tiempo, nos damos cuenta de que la fama de solitarios que siempre han tenido los gatos no se corresponde tanto con la realidad. Todos los animales son seres sensibles capaces de detectar nuestros cambios de humor, el estrés, la tristeza, la alegría. Parece haber un consenso entre personas que conviven con gatos y caballos: ellos son los que mejor perciben cómo nos sentimos.

Dedicamos esta entrada a Samantha, amante de gatos, perros, caballos y burros.

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