En este fotomontaje realizado en 1973, cinco años antes de que falleciera, Hannah Höch se desdobla a través de la mirada de su gato Panther. Aunque la obra de la artista no incluye a muchos gatos, los amaba profundamente. Cuarenta años antes, en 1933, se dedicó a hacer un álbum de recortes con 400 ilustraciones sacadas de revistas y periódicos. Entre sus favoritas están los desnudos femeninos, los niños y los gatos.
Pero los gatos casi nunca están solos. Las asociaciones son de lo más diverso, y una de las más divertidas quizá sea la página con dos gatos y un emú donde el gatito de la izquierda y el emú de la derecha tienen la boca abierta.
Hannah Höch nació en una época (1 de noviembre de 1889) en que las mujeres no eran consideradas aptas para hablar de arte y menos aún para dar su opinión acerca del mundo. En 1904 no tuvo más remedio que abandonar los estudios para ocuparse de su hermano pequeño, pero ocho años después, a los 23 años, consiguió irse a Berlín para ingresar en la Escuela de Artes Aplicadas, donde estudió soplado de vidrio y diseño de libros de arte. Abandonó los estudios brevemente durante la I Guerra Mundial para trabajar en la Cruz Roja.
Una vez acabada la guerra, en 1915, conoció a Raoul Hausmann, uno de los fundadores del movimiento Dada en Berlín, que la introdujo en el círculo dadaísta y se convirtió en su amante. La relación fue tormentosa y Hannah Höch aprovechó para mostrar, a través de sus fotomontajes, la hipocresía de un movimiento que predicaba el ascenso de la “neue Frau” (la nueva mujer), una mujer liberada, capaz de valerse por sí misma.
A pesar de la agitación política y de los problemas económicos de la posguerra, las mujeres alemanas obtuvieron el derecho a votar en 1918. Alemania fue uno de los primeros países europeos en concederlo después las todas repúblicas soviéticas de la URSS (1917). El sufragio femenino en Francia, por ejemplo, no llegó hasta 1944. La República de Weimar intentó promocionar una mayor igualdad de género y la prensa empezó a publicar imágenes de la nueva mujer liberada.
Sin embargo, tras el mito de la nueva mujer, de sus derechos legales y participación política, muy poco cambió. La mujer podía trabajar, pero estaba mucho peor pagada y tenía que seguir ocupándose del hogar. Hannah Höch lo vivió en carne propia viendo cómo sus compañeros despreciaban su trabajo. El pintor y cineasta Hans Richter habló de la contribución de Höch al dadaísmo como “los sándwiches, la cerveza y el café que traía a pesar de la falta de dinero”, añadiendo que era “una buena chica”.
Su compañero Haussman no se cortaba a la hora de sermonearle, ridiculizarla y expresar desagrado por sus creaciones. Sin embargo, Hannah Höch empezó a hacer fotomontajes antes que él en los que expresaba su perspectiva feminista. Los dadaístas estuvieron a punto de impedirle que participara en la Primera Feria Internacional Dada en Berlín en 1920, e incluso en 1951, el estadounidense Robert Motherwell no la incluyó en su estudio del movimiento, “Dada Painters and Poets”.
Pero Hannah Höch no se rindió y siguió creando. Cortó definitivamente con Hausmann en 1922 y cuatro años después conoció a la pintora holandesa Til Brugman, con la que entabló una relación que duraría nueve años, hasta 1935, cuando volvió a Berlín para vivir con Kurt Matthies, un pianista y hombre de negocios del que se divorciaría en 1944.
Muchos años después, refiriéndose a la exclusión a la que fue sometida y al sexismo de los dadaístas, dijo: “Ninguno de ellos quería una mujer ‘habitual’, pero tampoco estaban dispuestos a dejar atrás la moral convencional hombre/mujer. Iluminados por Freud en su protesta contra la vieja generación, todos deseaban la llegada de la ‘nueva mujer’ y su innovadora voluntad de libertad. Sin embargo, todos rechazaban la idea de que ellos también debían cambiar”.
El Tercer Reich – cómo no – calificó sus obras de “arte degenerado”. A pesar de esto, optó por quedarse en Berlín durante la guerra, instalándose con su marido en una pequeña casa con jardín a las afueras de la ciudad, e intentar pasar desapercibida. En 1945, poco después de la II Guerra Mundial, volvió a exponer y siguió haciéndolo hasta el final de su vida.
Fue una de las poquísimas mujeres que dedicó su vida al arte a principios del siglo XX, y la única perteneciente al movimiento Dada que consiguió darse a conocer. Muchos de sus fotomontajes están dirigidos explícitamente al papel de la mujer en la sociedad y a la dicotomía que representaba dicha sociedad.
Después de la Guerra, su obra cambia de rumbo y se vuelve mucho más abstracta, como si el radicalismo anterior hubiera sido superado por complejos arreglos de colores, pero siguen siendo complejas piezas que transforman imágenes placenteras en algo totalmente inesperado.
Actualmente, en la era digital, los fotomontajes de Hannah Höch pueden parecer fáciles de realizar y pintorescos, pero representan una intensa búsqueda y selección de imágenes en un sinfín de revistas, un complicado sistema de archivo, así como una meticulosas planificación de cada obra.
En 1968, William Rubin, comisario de la exposición “Dada, surrealismo y su herencia” en el MoMA de Nueva York, incluyó dos de sus obras; el título de una de ellas “Corte con cuchillo de cocina Dada en la última época cultural alemana de la barriga cervecera Weinmar” es tan complicado como la propia obra. Durante la última década de su vida, la artista fue admirada, finalmente, por grandes críticos y coleccionistas. Falleció el 31 de mayo de 1978.
Dedicamos esta entrada a Yolanda, defensora de los gatos y de las mujeres.























