A mediados del siglo XIX, la famosa cerámica de Staffordshire se lanzó a producir figuritas de animales, y las de gatos eran muy populares. Posiblemente se deba a que, durante la era victoriana, los gatos empezaron a ser aceptados como animales domésticos, aunque aún tardaría en llegar la primera pareja de gatos siameses a Londres (1884) y en celebrarse el primer “Cat Show” (Exposición de gatos) organizada por Harrison Weir en 1871.
Sin embargo, a partir de 1840, los artesanos de la famosa cerámica de Staffordshire iniciaron la producción de figuras de gatos sentados o reposando y casi siempre en pareja para decorar repisas de chimeneas. Por lo que hemos podido comprobar, el auge de las figuras tuvo lugar entre 1850 y 1920 aproximadamente.
La industria cerámica de Staffordshire tiene una larga tradición, pero creció desmesuradamente cuando un alfarero descubrió que si añadía pedernal molido y calentado a la arcilla roja, obtenía lo que se llamó el “creamware”, un tono color crema que causó furor en la sociedad burguesa inglesa. Las empresas ceramistas se hallaban localizadas en seis pueblos: Tunstall, Burslem, Hanley, Stoke, Fenton y Longton, ahora convertidos en una sola ciudad, Stoke-onTrent, cuya región era conocida como “Las cerámicas”.
Los Midlands Occidentales eran la zona ideal, había arcilla en abundancia y también carbón para alimentar los enormes hornos con forma de botella. Durante la época de mayor producción había más 4.000 hornos repartidos en los seis pueblos y en 1950 aún quedaban unos 2.000. Miles de figuras, jarras y platos cabían en el interior. Para que la ceniza de carbón no manchara los objetos, estos se colocaban en cajas de barro refractario llamadas “saggars” que se apilaban una encima de otra en altísimas columnas.
Entre los numerosos oficios estaba el de “colocador”. Lo ejercían los hombres que colocaban y recuperaban las cajas una vez acabada la cocción. En general, se dejaban enfriar en el horno 48 horas, pero si había prisa, los colocadores entraban con el horno casi al rojo vivo protegidos con cinco capas de ropa y trapos húmedos en la cabeza.
Cada cocción requería catorce toneladas de carbón, y más de la mitad del calor generado se iba en humo por el cuello del horno, que salía a unos veinte metros más arriba antes de volver a caer lentamente y permanecer en el aire como una espesa niebla. En Longton, el pueblo con más hornos, se decía que “era un buen día si se veía el otro lado de la carretera”. Cuando todos estaban encendidos, se hacía de noche.
Simeon Shaw, autor de “History of the North Staffordshire Potteries” (Historia de las cerámicas de Staffordshire), escrita en 1829, dice: “La enorme cantidad de humo y vapores despedidos por los hornos producían una densa nube blanca que, desde las ocho a las doce de la mañana de cada sábado – cuando se cocía – invadía el pueblo, impidiendo la visión, hasta el punto de que algunos se perdían, otros chocaban y algún que otro forastero lo comparaba al humo del Etna o del Vesubio”. La gran mayoría de hornos de botella fueron destruidos antes los años sesenta del siglo pasado. Los 47 que siguen en pie en Stoke-on-Trent están protegidos.
Entre las empresas ceramistas, una de ellas se dedicó más que las otras a la creación de figuras gatunas e incluso produjo vajillas con gatos dibujados en los platos. Conocida hoy en día como Mintons, fue fundada por Thomas Minton en 1793 sobre todo para la creación de vajillas de color crema o blancas con dibujos azules pintados a mano o realizados con calcomanía. Unos setenta años después, ya con la tercera generación Minton, lanzaron un juego de doce platos con motivos gatunos que disfrutaron de un enorme éxito durante unos veinte años.
Mintons llegó a ser el mayor fabricante de cerámica de Europa durante la era victoriana, además de ser un precursor en cuanto a diseños, técnicas decorativas y una alucinante mezcla de estilos, desde formas rococó con motivos orientales, hasta jarrones clásicos con decoraciones medievales… Contaba con clientes como el Parlamento inglés y el Capitolio estadounidense.
En 1849, cuando se pusieron de moda las figuras felinas, la empresa contrató a un joven ceramista francés llamado León Arnoux para el puesto de director artístico, en el que permanecería hasta 1892. Arnoux desarrolló la fórmula del vidriado de estaño utilizado para sus excelentes piezas de mayólica, como la tetera con gato y ratón o el cesto con dos gatos jugando con pelotas de lana.
Además implantó una técnica de vidriado con plomo, la Palissy, también llamada posteriormente mayólica, que hizo crecer ampliamente los beneficios de Mintons durante los siguientes treinta años. Ambos productos fueron presentados en la Gran Exposición de Londres en 1851, obteniendo un éxito rotundo, y fueron galardonados con la medalla de oro en la Exposición Universal de París en 1855.
Entre las piezas “gatunas” de Mintons hay que destacar toda una serie de jarras de impecable calidad. Si se fijan, en algunas el gato retiene a un ratón debajo de la pata derecha.
En 1870, Mintons abrió un estudio de cerámica en el barrio londinense de Kensington donde se animaba tanto a artistas profesionales como a aficionados a involucrarse en el diseño y decoración de piezas de cerámica. Algunas de ellas fueron escogidas para ser producidas por cientos en la fábrica de Stoke. Desgraciadamente, el estudio desapareció al cabo de cinco años en un incendio.
Aunque después de la II Guerra Mundial, J.E. Hartill, director ejecutivo y tataranieto del fundador, Thomas Minton, modernizó la fábrica, compartió el declive de la industria cerámica de Staffordshire. El soporte de la empresa siempre había sido la vajilla, pero con la racionalización de la industria cerámica en los años se vio obligada a unirse con la Royal Doulton Tableware Ltd. En los años 80, la producción se limitaba a unas pocas formas. Aun así, seguía empleando a grandes artesanos.
La fábrica principal de London Road, en Stoke-on-Trent, fue arrasada en 1990; también desaparecieron las oficinas y el Museo Minton en 2002 como parte de la “racionalización” dentro del grupo Doulton, que a su vez fue adquirido por el grupo Waterford Wedgwood en 2005. Estos cambios llevaron a la dispersión de la colección Minton.

























