Ana Juan estudió Bellas Artes en Valencia (España), donde nació en 1961. Empezó trabajando en Madrid y se dio a conocer con sus publicaciones en revistas como Madriz y La Luna, además de colaborar con El País y El Mundo. Poco después dio el salto al mercado internacional creando carteles para Renfe y American Airlines, entre otras.

En 1994 ganó la beca Kodansha, fundada por publicaciones Kodansha, de Japón. Ha realizado más de veinticinco portadas para The New Yorker, tres de ellas con gatos (no hemos encontrado más). La primera se publicó en el número de la semana del 2 de febrero de 2004, a los diez años de su primera publicación en la revista.

La segunda apareció casi veinte años después, en el número de la semana del 23 de mayo de 2022. Veinticinco portadas – aunque hayan pasado casi 30 años desde la primera – son muchas portadas, y todo empezó por casualidad. Françoise Mouly, editora de Raw y recién contratada por Tina Brown, editora de The New Yorker, entró en una librería de Barcelona y se topó con un catálogo de Ana Juan.

Ana Juan

Le gustó y consiguió contactar con la ilustradora a través de Ceesepe, que ya había hecho una portada con ella. Por cierto, la editora actual de The New Yorker es Françoise Mouly. Y la tercera portada felina es muy reciente; se publicó en abril de 2024. En ella se ve a un gato entrenándose para cazar ratones en una pantalla digital.

Ha escrito e ilustrado libros infantiles como “Frida” y “El Comenoches”, publicado en inglés como “The Night Eater” y por el que fue galardonada con el Premio Ezra Jack Keats. En esta preciosa historia es necesario volver a encontrar al Comenoches o el día no podrá regresar. También ha ilustrado libros para adultos como “El hombre del traje negro”, de Stephen King, y libros suyos, “Snowwhite” (Blancanieves) y “Demeter”.

El hombre del traje negro

Ha colaborado con Amnistía Internacional en varios proyectos. En 2011, el Ministerio de Cultura español le otorgó el Premio Nacional de Ilustración, y en 2012 recibió la Medalla de San Carlos de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Politécnica de Valencia. Ha expuesto en España, Nueva York, México y Tokio.

Una vez dicho todo esto, añadiremos que Ana Juan no vive con gatos. En 2020 se publicó “La vida secreta de los gatos”, con texto de Marta Sanz (que sí tiene gatos: Ulises, Melusina, Miranda, Brumario, Simonetta y Calabardina, nombres más que apropiados) e ilustraciones de Ana Juan.

En una entrevista realizada en octubre de ese año por “El Asombrado & Co.”, Ana Juan declaró: “Marta no va a dejar de tener gatos y yo no voy a dejarme adueñar por ningún felino. Me gusta dibujar animales y me gusta dibujar gatos sin concesiones a la sensiblería gatuna, buscando esos puntos en común que nos acercan a humanos y felinos: el amor, la tristeza, el egoísmo… Hombres y gatos somos crueles y depredadores”.

Ana Juan cree que los gatos pueden notar cosas ajenas a los seres humanos: “Cuando hay muchos gatos juntos y de repente todos, como uno solo, dirigen sus miradas hacia un punto en el que nuestra humana percepción no es capaz de adivinar nada. Me gusta pensar que hay historias de fantasmas que solo ellos perciben”.

En cuanto a las famosas siete vidas del gato (nueve en países de habla inglesa), dice: “A algunos solo les da tiempo a tener una y media. La leyenda de las siete vidas de un gato es un afán humano de poseer la inmortalidad. Les atribuimos a los gatos la capacidad de pasar de una dimensión a otra con cierta soltura”.

También en 2020 salió al mercado un tarot de gatos con dibujos de Ana Juan. Según ella, el tarot es un método de adivinación muy antiguo y cada carta nos transporta a la noche de los tiempos. Y añade: “Es romántico, mágico, alquímico, brujas y misterios le acompañan (…) No olvidemos que los gatos no son lo que parecen y, como el tarot, tienen muchas lecturas, pero ninguna fiable”.

Explica que “en un tarot gatuno los gatos debían de estar representados en mayor o menor manera en todas las cartas del mazo”. Para conseguirlo, tomó el tarot de Marsella como referencia para los Arcanos Mayores, a los que dio actitudes gatunas. Tuvo que buscar en otro tarot los Arcanos Menores con representaciones figurativas y simbólicas en las que basarse.

Hablando de las dificultades a las que se enfrentó, dice: “Todas las inevitables dificultades que acompañan a un proyecto exigente como éste. Hay mucha documentación sobre el tarot, pero también ésta puede ser ambigua y estar sujeta inevitablemente a diferentes interpretaciones. Tuve que sumergirme de manera intensa y rigurosa en el mundo del tarot, pero estábamos en pleno confinamiento y el ambiente ayudaba a dejarse arrastrar y sumergirse en el estudio”.

Reconoce que fue un auténtico reto. Por un lado, quería aportar una visión personal, aunque rigurosa con respecto a la iconografía y a los simbolismos de pequeños detalles,  pero no podía olvidar que los protagonistas eran los gatos y que deberían estar humanizados sin dejar de ser gatos.

Acaba diciendo: “Mi personalidad está detrás de cada carta, y en su conjunto el mazo es un reflejo de mi forma de ser y también la de los gatos. “Tarot Cats” es un tarot misterioso e inquietante, divertido en ocasiones, y cruel, pero hay espacio para una cierta ingenuidad”.

Hemos encontrado esta entrevista en la página de los naipes Fournier, pero lo más sorprendente es que no le pregunten a la artista por qué decidió hacer un tarot con gatos.

Nos hemos puesto en contacto con la artista y esto es lo que nos ha escrito:Sí, creo que siempre he dibujado gatos, por su gracia y su misterio, aunque nunca me hayan acompañado. Con respecto a la publicación en el mismo año de ‘La vida secreta de los gatos’ y del ‘Tarot Cat’ responde únicamente a la casualidad. El libro lo preparamos durante 2018- 2019, mientras que el tarot lo realicé durante el confinamiento en 2020. Cosas de gatos”.

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