La famosa autora, ganadora del Nobel de Literatura en 2007, a los 88 años – por cierto, la persona más anciana en ser galardonada con este premio –, es conocida por su gran amor a los gatos. Les dedicó varias historias, la mayoría de ellas recopiladas en un libro titulado “On Cats”, aparecido en Gran Bretaña en 2002. En España, Lumen publicó en 2016 un libro llamado “Gatos ilustres”, con ilustraciones de Joana Santamans, que correspondería a “Particularly Cats”, de 1967.
“On Cats” (Sobre gatos) contiene dos historias adicionales, “Rufus the Survivor” (Rufus el superviviente), en nuestra opinión lo mejor del libro con diferencia, de 1989, y “The Old Age of El Magnífico” (La vejez de El Magnífico), de 2000. En estos libros, Lessing habla de los gatos que se cruzaron en su vida y que convivieron con ella desde su adolescencia en lo que entonces se llamaba Rodesia y ahora es Zimbabue, donde sus padres tenían una granja, hasta la muerte de El, probablemente su último gato.
Doris Lessing, de soltera Doris Tayler, nació el 22 de octubre de 1919 en Teherán, antes de que sus padres se mudaran en 1926 al sur de África, a una granja de unas 400 hectáreas en la que vivió hasta los 15 años. Abandonó el hogar familiar para cuidar a los niños de una familia. En 1937, a los 18 años, se trasladó a Salisbury (ahora Harare) y conoció a su primer marido, el funcionario Frank Wisdom, con el que tuvo dos hijos, John (1941) y Jean (1943). Se divorció en 1943.
Había empezado a escribir y a vender historias a revistas alrededor de los 16 años. Conoció a su segundo marido, Gottfried Lessing, en el “Left Book Club”, un club de lectura inglés antifascista. Se casaron poco después y tuvieron un hijo, Peter, en 1946. Se divorciaron en 1949 y se trasladó a Londres con su hijo pequeño, dejando a los dos mayores con el padre.
En su defensa – ya que se la atacó por esto – hay que decir que ser madre divorciada en Londres en los años cincuenta con tres hijos pequeños e intentar abrirse camino como escritora no habría sido de lo más fácil. Publicó su primera novela, “The Grass Is Singing” (Canta la hierba) en 1950, pero el libro que la catapultó a la fama internacional fue “The Golden Notebook” (El cuaderno dorado) en 1962. Escribió cincuenta novelas, algunas de ellas bajo seudónimo.
Con el fin de demostrar lo difícil que era para autores desconocidos encontrar una editorial, utilizó el seudónimo Jane Somers. En 1982, la editorial habitual de la escritora rechazó dos novelas escritas por ella con otro nombre, que acabó publicando el editor Michael Joseph – al que dedicaremos muy pronto una entrada por su amor a los gatos.
Se negó a ser nombrada Oficial del Imperio Británico en 1977 y Dama del mismo, dado que “se trata de un honor perteneciente a un imperio inexistente”. Aceptó ser miembro de la Orden de los Compañeros del Honor en 1999 y compañera de la literatura de la Real Sociedad de Literatura. Galardonada con el Nobel de Literatura, su medalla se puso en venta en 2017, cuatro años después de su muerte, ocurrida el 17 de noviembre de 2013 en su casa de Londres. Como anécdota mencionaremos que un año antes se había vendido la primera, la de André Gide, a los sesenta y cuatro años de su fallecimiento.
La prensa solía preguntarle si era feminista, lo que al parecer no le sentaba muy bien. En una entrevista al New York Times en 2008, a los 89 años, contestó: “No creo que el movimiento feminista haya hecho mucho a favor del carácter de las mujeres. Hemos producido algunas mujeres monstruosas. Al ofrecerles la libertad de ser críticas y desagradables, Dios mío, no dudaron en tomarla y algunos hombres sufren por eso”.
En diciembre de 1980, María Elena Walsh (https://gatosyrespeto.org/?s=maria+elena+walsh) y Sara Facio viajaron a Londres («peregrinaron», dicen ellas) para entrevistar a Doris Lessing. Además de hablar de gatos, tocaron muchos temas, las mujeres entre otros. Al decirle Walsh que “Su obra es una verdadera enciclopedia de las mujeres”, la famosa autora contestó:
“Así es – reconoce con la sencilla satisfacción de una cocinera a quien le alaban el guiso de lenteja –, pero no, no participé de los movimientos feministas. No estoy en desacuerdo en general, pero nunca necesité integrarme a ellos para tomar conciencia. Para eso basta con indagar en los personajes femeninos de los grandes novelistas –Tolstoi, Stendhal– y, simplemente, mirar alrededor. Mi madre, por ejemplo –y conste que no la critico– fue todo un modelo de frustración, una vida desperdiciada. Sé que actualmente la situación es muy dura en muchos países donde las mujeres tienen que partir de cero, pero en Inglaterra vivimos una era posfeminista, las luchas iniciales se libraron hace mucho tiempo. Por otra parte, los problemas de la mujer se reducen a uno solo: la independencia económica, que se gane la vida con su trabajo”.
Desde que dejó la granja familiar pasaron veinticinco años antes de que volviera a tener un gato, hasta que, como dice ella, “llegué al país de los gatos”. A partir del capítulo 3 describe a varios gatos con los que convivió y que convivieron entre sí, sus reacciones, su carácter, pero siempre dotándoles de los mismos sentimientos que los seres humanos, amor, odio, celos, egocentrismo…
Sin embargo, en el capítulo doce, el penúltimo del libro, habla de “Rufus el superviviente”, un gato que la siguió desde la calle y al que cobijó durante dos años antes de que muriera, describiéndolo tal como era, un gato que lo pasó muy mal, pero que seguía teniendo carácter de gato, que no se rendía.
Dedicamos esta entrada a Yolanda, gran amiga, y defensora de gatos y mujeres.














