Dorothy Layng McEntee (1939)

La editorial Renard Press Ltd. publicó en 2022 un libro titulado “Saki’s Cats” (Los gatos de Saki), en el que se recopilan siete relatos cortos sobre gatos, aunque cabe precisar que los protagonistas del primero y del último son tigres. Saki, cuyo nombre era Hector Hugh Munro, escribió más relatos sobre animales en “Beasts and Superbeasts”, publicado en español por la editorial Valdemar en 1994 con el título “Animales y más que animales”.

Entre los cuentos que el escritor dedica a los gatos, el más conocido es, sin duda alguna, “Tobermory”, la historia de un gato que sabe hablar. Lady Blemley invita a varios conocidos y no tan conocidos a pasar unos días en su casa de campo. Es un día gris y lluvioso, pero nadie se aburre porque el Sr. Cornelius Appin anuncia que ha enseñado a hablar a Tobermory, el gato de la anfitriona.

Lleva 17 años intentándolo con cientos de animales, pero últimamente se ha centrado en los gatos: “Estos maravillosos seres que se han asimilado a las mil maravillas a nuestra civilización, sin por eso perder sus elevados instintos salvajes”. Sigue diciendo que al conocer a Tobermory hace una semana, comprendió que era un gato de una inteligencia extraordinaria.

Un gato grande (Nicolaes Visscher)

Descubren que, efectivamente, Tobermory ha aprendido a hablar y se expresa en un inglés británico de lo más elegante. Preguntado por Mavis Pellington qué opina de la inteligencia humana, Tobermory le contesta que le pone en un apuro. Cuando Sir Wilfrid y Lady Blemley hablaban de a quién invitar para esta reunión, el primero la describió como “la mujer más descerebrada que conocía” y añadió que “la hospitalidad no incluía cuidar de una débil mental”, a lo que su esposa contestó que esa era la cualidad por la que merecía ser invitada, ya que es la única persona lo bastante idiota como para comprar el viejo coche de ambos. Tobermory remata con: “Ya sabe, ese al que llaman ‘La envidia de Sísifo’ porque funciona muy bien cuesta arriba si se le empuja”.

Naíf americano

Entonces se dan cuenta de que Tobermory sabe todo lo que se hace y dice en la casa y que puede contar cualquiera de las indiscreciones cometidas por los presentes, cosa que procede a hacer sin inmutarse en lo más mínimo. Por suerte, la crónica es interrumpida cuando el felino parlanchín ve por las ventanas a su gran enemigo, el gato naranja de la rectoría, abrirse camino hacia el establo. Abandona a los humanos para defender su territorio.

A partir de ese momento, todos están de acuerdo – excepto Cornelius Appin – en envenenar a Tobermory, a pesar de ser un gato muy querido, según Lady Blemley. Pero el felino no aparece para cenar y puede describirse la reunión alrededor de la mesa como de lo más lúgubre y fría. Por fin, al día siguiente, un criado trae el cuerpo sin vida de Tobermory, caído en una desigual lucha contra el gato de la rectoría.

Naíf americano (1872-1883)

Saki acaba diciendo que Tobermory fue el único éxito de Appin. Unas semanas después, un elefante del zoo de Dresde, que hasta entonces había sido de lo más pacífico, le mató. Clovis, uno de los invitados de Lady Blemley, y protagonista habitual de los relatos del autor, comenta: “Si intentaba enseñar los verbos irregulares alemanes al pobre animal, ha tenido su merecido”.

Saki nació en Akyab (actual Sittwe) en la entonces Birmania británica el 18 de diciembre de 1870. Al morir su madre, él y sus hermanos fueron enviados a Inglaterra con su abuela y dos de sus tías. Quiso seguir los pasos de su padre en Birmania, pero enfermó de malaria y regresó a Gran Bretaña trece meses después. En 1900, el ilustrador Francis Carruthers Gould le presentó al editor de la Westminster Gazette, que empezó a publicar artículos suyos.

Hector Hugh Munro (Saki)

Gracias al enorme éxito de “The Westminster Alice” (La Alicia de Westminster), ilustrado por Gould, se dio a conocer en los círculos londinenses por su estilo satírico. Fue corresponsal de The Morning Post, The Bystander y The Westminster Gazette en los Balcanes y Rusia. Regresó a Londres en 1908 y se compró una casa en los montes de Surrey, donde se instaló con su hermana Ethel, y siguió publicando relatos.

The Westminster Alice

Aunque ya tenía cuarenta y tres años cuando estalló la I Guerra Mundial, se presentó voluntario para ir a luchar a Francia. Murió el 13 de noviembre de 1916 por el disparo de un francotirador alemán mientras su compañía se replegaba en las trincheras durante la batalla del Ancre. Parece ser que sus últimas palabras fueron: “¡Apagad ese cigarrillo!” No se sabe dónde fue enterrado. Además de textos para viñetas, escribió una obra de teatro, tres novelas y unos 130 relatos.

Museo británico

Escritor de un incomparable humor irónico que satirizaba abiertamente a la sociedad eduardiana con la que se codeaba, era un gran amante de los animales, con una debilidad por los gatos como lo demuestra otro título en “Saki’s Cats”. En las cuatro páginas de “The Achievement of The Cat” (El logro del gato), el autor dedica una oda sin igual a Felis Silvestris Catus.

Ebenezer Newman Downard

Según Saki: “El gato es doméstico siempre que le convenga. No se le puede poner una correa ni se le puede ordenar cuándo salir o entrar. Por su prolongado contacto con la raza humana domina el arte de la diplomacia, y ningún cardenal romano de épocas medievales fue capaz de congraciarse mejor con su entorno que un gato con un platito de leche en la mente”.

En la tercera página alaba la valentía y el amor propio del gato. “Basta con enfrentar a un niño, un perrito o un gatito con un peligro. El niño pedirá ayuda, el perrito se arrastrará con abyecta sumisión, pero el gatito tensará su diminuto cuerpo dispuesto a resistir como sea”.

Cornelis Bloemaert

Y en la cuarta añade: “El gato de los barrios bajos y de los callejones – hambriento, marginado, hostigado – aún mantiene, pese al acecho de la adversidad, el caminar atrevido y libre de la pantera con el que recorrió antaño los templos de Tebas, aún muestra la independencia y vigilancia que el ser humano no ha podido enseñarle a descartar”.

Edouard Travies

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