El gato (neko) no suele abundar en el arte de los netsuke, aunque sí hay alguno. Quizá debamos empezar a explicar lo que es un netsuke y cuál era su utilidad. Se trata de una escultura en miniatura que nace en Japón durante el siglo XVII. Al principio no era más que una especie de botón atado a las cuerdas de una pequeña caja inrō donde guardar cosas necesarias, que acabó convirtiéndose en una diminuta representación maravillosamente esculpida.
La prenda japonesa por excelencia, el kimono, carece de bolsillos que permita llevar pequeños objetos, un monedero, una cajita para medicamentes, un juego de escritura portátil, una bolsita de tabaco, etcétera. Las mujeres los llevan escondidos en las mangas de sus kimonos y los hombres los cuelgan de una cuerda atada a su faja (obi). Estos objetos “colgantes” tienen el nombre genérico de “sagemono», y para impedir que se caigan, se los ata a lo que podría describirse como un tapón colocado en la parte superior de la faja.
Los sagemono quizá empezaron siendo bolsitas de tela o cestitas de mimbre, pero no tardaron en aparecer los inrō cerrados mediante un ojime (cuentas ensartadas en una fina cuerda) atados a un netsuke. En japonés, la palabra “netsuke” consiste en dos caracteres, “raíz” y “atado”, por lo que se piensa que los primeros netsuke serían probablemente trozos de raíces o de madera, u otros materiales (conchas y piedras) atados a una cuerda.
Los netsuke miden entre 2,5 y 5 centímetros de altura. En Occidente se tiende a llamar netsuke a cualquier escultura de pequeño tamaño, pero no es así. Los netsuke deben tener dos orificios por los que pasar la cuerda que los ata al sagemono. Estos agujeros pueden estar perforados en la base de la figura o ser una apertura natural en el diseño.
Alcanzaron una gran popularidad en el periodo Edo, de 1603 a 1867, y cada vez menos a partir del periodo Meiji (1868-1912), cuando la vestimenta tradicional empezó a occidentalizarse. Sin embargo, los coleccionistas occidentales de la época se volvieron locos al descubrirlos. De hecho, algunas de las mejores colecciones se encuentran fuera de Japón.
Hay muchos tipos de netsuke. Los más populares son los “netsuke katabori” tridimensionales representando personas, animales, plantas u objetos. También están los netsuke kagamibuta, unas cajitas redondas y planas cuya tapa suele ser de metal. Otros bastante curiosos son los netsuke men (de máscara), copias en miniatura de las máscaras tradicionales utilizadas en el teatro noh, bugaku, kyogen o gigaku. Mencionamos solo tres ejemplos, pero hay muchos más.
El material más habitual para fabricar los netsuke es el marfil, seguido por la madera de boj y las astas de bovinos. También los hay de colmillo de jabalí, porcelana, cristal, metal, bambú y ratán. Mucho más raros son los netsuke hechos de coral, ámbar, colmillo de narval, nuez tagua o sustancias fosilizadas.
Los temas son muy variados y abarcan todo lo real e imaginario; sin embargo, los animales eran los más demandados, sobre todo los doce del zodíaco, el dragón entre ellos, y animales míticos. Luego venían las hortalizas – entre estas, las setas y los pepinos, que tienen una connotación erótica en Japón –, las flores y las frutas.
Asimismo, se representaba a personajes de la vida cotidiana, campesinos, pescadores, “ama” (buscadoras de perlas), masajistas, vendedores callejeros, luchadores de sumo, ciegos, etcétera. A partir del siglo XVII, los netsuke también incluyeron a extranjeros (holandeses, chinos). Los temas eróticos, a veces explícitos, otras solo sugeridos, también tenían éxito.
Algunos artesanos se hicieron famosos, pero nunca firmaron sus creaciones, sobre todo en el siglo XVII. Unos cuantos nombres han llegado hasta nuestros días gracias a una lista (Soken kisho) realizada en 1781 de los netsukeshi (escultores de netsuke). La historia de los netsuke suele dividirse en tres periodos.
El primero abarca desde el siglo XVII a mediados del XIX, cuando los ricos mercaderes vestían con ostentación y mostraban su riqueza con ornamentos caros atados a netsuke muy delicados que podían romperse con suma facilidad. Fue la era dorada de los pequeños adornos.
Después del periodo Meiji hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno instó a la población a adoptar prendas occidentales. Muchos extranjeros empezaron a visitar Japón y descubrieron las pequeñas obras de arte, lo que fue un alivio para los artesanos, que empezaron a producir netsuke para la exportación. Por desgracia, la calidad bajó a medida que incrementó la cantidad producida y tan solo unos pocos escultores mantuvieron una producción tradicional. El último periodo va desde 1945 hasta nuestros días. La mayoría de los netsuke se fabrican ahora a gran escala en talleres mecánicos y solo son recuerdos para los turistas.
El Museo de Arte de Netsuke Seishu de Kioto es el único en Japón especializado en estas figuritas. El museo se encuentra en una casa tradicional de finales del periodo Edo. Su colección incluye más de cinco mil piezas, de las que se exhiben cuatrocientas que cambian cada tres meses.
Es posible que se pregunten por qué una web dedicada a los gatos publica un artículo sobre netsuke sin apenas mencionar a los gatos, pero nos parece que estas pequeñas joyas merecen que se hable de ellas. Además, aunque no abundaban, había netsuke de gatos.






















