Entre las pocas pintoras impresionistas que se dieron a conocer, no cabe duda de que las más famosas fueron la francesa Berthe Morisot y la estadounidense Mary Cassatt, pero no suele saberse que la primera fundó, con Claude Monet, Auguste Renoir, Alfred Sisley, Camille Pissarro y Edgar Degas, el grupo vanguardista “Artistas Anónimos Asociados”, que acabaría por agrupar a los impresionistas.
Desde muy jóvenes, tanto Berthe como su hermana Claire – que abandonó los pinceles al casarse –, recibieron clases de pintura y no tardaron en sorprender a sus profesores por su enorme talento. Berthe Morisot nació en 1841 en el seno de una familia de la alta burguesía francesa. A los 25 años fue la única mujer invitada al Salón de París de 1864, y participó en siete de las ocho exposiciones que tuvieron lugar entre 1874 y 1886. Era muy amiga de Edouard Manet y se casó con su hermano Eugène. Falleció en 1895, a la edad de 54 años, en plena madurez creativa.
Los gatos no abundan entre los impresionistas, y Berthe Morisot solo les dedicó dos cuadros y un dibujo. El dibujo representa a su hija con un gato en el regazo y está fechado en 1888. Un año antes, en 1887, Pierre-Auguste Renoir (https://gatosyrespeto.org/2017/11/23/los-gatos-de-pierre-auguste-renoir/) pintó “Niña con gato o Julie Manet con gato”. El dibujo y el cuadro son idénticos, las dos modelos, la niña y la gata (porque es una gata tricolor), son las mismas. En 1887, Julie tenía 9 años. Ambas obras indican que la gata vivía en casa de Berthe Morisot.
Muy conocida también fue la norteamericana Mary Cassatt, nacida en 1844 en Pensilvania en el seno de una familia adinerada. Pasó gran parte de su niñez viajando por Europa con sus padres. Entre 1860 y 1862 estudió en la Academia de Bellas Artes de Pensilvania, y en 1865 convenció a sus progenitores para que le permitieran seguir estudiando en París con el academicista Jean-Léon Gérôme. Regresó a Pensilvania al estallar la guerra franco-prusiana de 1870, pero volvió a Europa muy pronto.
Se instaló definitivamente en París en 1874 y un año después expuso por primera vez en el Salón de París, donde conoció a Degas. Este le aconsejó que se uniese a los impresionistas, pero Mary se negó; sin embargo, Degas se convirtió en su maestro revelándole que podía hacer mucho más. Por fin participó en la cuarta exposición de los impresionistas en 1879. Admiraba profundamente a Camille Pissarro y era amiga de Berthe Morisot. Degas dijo de ella: “No puedo admitir que una mujer dibuje tan bien”, dejando claro el mundo sobradamente masculino del arte de la época.
Después de la muerte de su hermana Lydia en 1882, Mary empezó una serie de retratos de niños acompañados a menudo de su madre y en diversas ocasiones de un gato, convirtiéndose en uno de sus temas favoritos, lo que no deja de ser sorprendente ya que nunca se casó y no tuvo hijos.
Además de pintar, aconsejó a numerosos coleccionistas estadounidenses, y colaboró con Paul Durand-Ruel y su hijo en 1886 con ocasión de su viaje a Estados Unidos con unos trescientos cuadros impresionistas. Cuando, en 1891 la Sociedad Anónima de Pintores, Escultores y Grabadores franceses decidió excluir a todo artista nacido en el extranjero de la exposición celebrada donde Durand-Ruel, Mary Cassatt se indignó y alquiló dos salas para exponer sus cuadros y los de Camille Pissarro. El crítico Félix Fénéon les dedicó una crítica muy elogiosa en “Le Chat noir”, la revista creada por Rodolphe Salis.
Su gran amiga, la sufragista, coleccionista y filántropa Louisine Havemeyer, y más tarde autoras como Griselda Pollock y Nancy Mowll Mathews, subrayan su capacidad a la hora de imponerse en un medio dominado por hombres. Como demuestra el comentario de Edgar Degas mencionado más arriba, solo los hombres tenían la prerrogativa del genio creativo y de la cultura, aunque numerosas mujeres ya habían demostrado que no era así.
Dejó de pintar definitivamente en 1914 y acabó ciega en 1921 por culpa de las cataratas y de la diabetes. Falleció el 14 de junio de 1926.
Eva Gonzalès, de ascendencia española y monegasca, nació en París el 18 de abril de 1849 en el seno de familia burguesa menos adinerada que las dos pintoras anteriores. No pudo estudiar en la Escuela de Bellas Artes, pero recibió clases particulares de conocidos profesores. En 1860 ingresó en el taller de Edouard Manet, donde conoció a Berthe Morisot, que al parecer tenía bastantes celos de la amistad de Eva con el maestro. Que sepamos, Eva no dedicó ni un dibujo a los gatos. Falleció en París en 1883 a los 34 años de una embolia después de dar a luz a su hijo.
Marie Bracquemond, de soltera Marie Anne Caroline Quivoron, nacida en Finisterre, Bretaña, el 1 de diciembre de 1840, tampoco incluyó a ningún gato en sus cuadros y no disfrutó de la libertad económica de sus compañeras. Mayormente autodidacta, trabajó en el taller del famoso Jean-Auguste Ingres, pero acabó dejándolo porque, como ella misma dejó escrito, el anciano pintor “duda del valor y de la perseverancia de una mujer en la pintura. Solo les encarga flores, frutas, naturalezas muertas y escenas de género”. Sin embargo, sus paisajes llamaron la atención de los impresionistas y expuso en tres ocasiones con el grupo. Abandonó una prometedora carrera por la presión de su marido, el también pintor y grabador Félix Bracquemond.
Estas cuatro mujeres, que pueden considerarse pioneras, aportaron mucho al desarrollo del impresionismo, pero ninguna llegó a alcanzar la fama de sus coetáneos masculinos a pesar de la gran calidad de sus obras, sobre todo las de Eva Gonzalès. Conocidas en su época, sí; en gran parte olvidadas después, desde luego.
Es irónico pensar que la restricción impuesta a las artistas femeninas pudo abrirles el camino hacia el impresionismo. Se consideraba que reproducir la forma humana era demasiado complicado para que pudiera hacerlo una mujer, por lo que no tenían acceso a la pintura histórica tan en boga. Debían limitarse a temas menos ambiciosos, como escenas cotidianas, retratos y algún paisaje que otro.
















