
El pintor inglés John Craxton compartía su casa en Creta con numerosos gatos y decía: «Los gatos son un buen ejemplo de la Ley de Parkinson. Prosperan». Convivía con ellos, los usaba como modelos y solía mandar felicitaciones de Navidad con dibujos de gatos.
A John Craxton no le gustaba, con razón, que le colgaran la etiqueta de «artista neorromántico», pues no describe ni de lejos toda su trayectoria. Nació en 1922, el cuarto de cuatro hermanos y una hermana, hijo de Harold Craxton, profesor y musicólogo de la Real Academia de Música, y de su esposa, la violinista Essie Faulkner. Su hermana fue la conocida oboísta Janet Craxton. La música, la comida y las motos fueron tres de sus grandes pasiones.


El hogar de los Craxton estaba abierto a todos: músicos famosos y pobres estudiantes se sentaban juntos a comer y a charlar. La autora Elizabeth Jane Howard, que conocía a los Craxton, dijo, recordando el caótico hogar donde creció el pintor: «Eran felices, y como el polen, algo de eso se depositaba en todos los que estaban en contacto con ellos». Pero no tardó en ser enviado a varios internados en los que no se sentía particularmente feliz. Por suerte, en el colegio Betteshanger conoció a la profesora de arte Elise Barling, a la que describiría posteriormente como «inspirada». Gracias a esta mujer, y con solo diez años, el joven Craxton y algunos de sus compañeros expusieron dibujos en la Bloomsbury Gallery, una idea muy aclamada por la prensa de entonces.


Los padres de un amigo de colegio le invitaron a viajar a París para visitar la Exposición Internacional de 1937 y allí descubrió el «Guernica», de Picasso, así como «El segador», de Joan Miró. Volvió a Paris dos años después, esta vez para ingresar en la Academia de la Grande Chaumière durante un año, antes de regresar a Londres en 1940 para estudiar en dos escuelas de arte, la Central y la Westminster.

En 1941 fue rechazado por el ejército debido a una pleuresía. Más o menos en esta época, en plena guerra, conoció a Peter Watson, cofundador de la revista Horizon. Este sería su mecenas durante varios años y le presentó a otros dos pintores amantes de los gatos, Robert Colquhoun y Robert MacBryde. También en esta época conoció a Lucian Freud; los dos tenían 19 años y se les consideró como el futuro de la pintura inglesa. Estudiaron juntos en varias academias e incluso compartieron un diminuto piso.
En 1944 expuso por primera vez en solitario en la Leicester Galleries, un lugar clave para artistas londinenses conocidos y no tan conocidos. En 1945 realizó un viaje con Lucian Freud a las islas Sorlingas, donde ambos pintaron, y un año después visitó Grecia por primera vez. No se instaló de forma definitiva en Chania, Creta, hasta principios de los años sesenta. Hablando de Grecia, decía: «Aquí me siento como una persona de verdad, con gente de verdad, elementos de verdad, ventanas de verdad, sol de verdad encima de todo. En una vida hecha de realidad, mi imaginación funciona. Pero en Londres me siento como un emigrante, totalmente aplastado».


Aun así, nunca dejó de viajar regularmente a Inglaterra, aunque cada vez menos. Solo abandonó Grecia voluntariamente desde 1970 a 1976 durante la dictadura de los coroneles.
Antes de mudarse a Grecia, en los años cincuenta, el coreógrafo Frederick Ashton le pidió que diseñara los decorados y el vestuario del ballet «Dafnis y Cloe», protagonizado por Margot Fonteyn, la gran bailarina de la que se dice que fue su amante durante algún tiempo.

Sus diseños fueron usados en numerosas reposiciones del ballet, pero acabaron por perderse. En 1966 diseñó los decorados del ballet «Apolo», de Stravinski, para el Covent Garden. Muchos años después, en 2004, el Royal Ballet celebró el centenario del famoso coreógrafo, y a pesar de su avanzada edad, Craxton recreó sus diseños originales de memoria.


Pero poco a poco, el «chico de oro», como le llamaban los críticos de arte en los cincuenta, empezó a caer en el olvido. Muchos de esos mismos críticos le trataban de «poco serio» y le acusaban de no dedicarse bastante a la pintura. Es verdad que Craxton siempre prefirió el arte de vivir al de pintar, y pasaba mucho tiempo en bares y tabernas u organizando excursiones con amigos. Uno de ellos era Patrick Leigh Fermor, para el que ilustró varios libros, marido de la fotógrafa Joan Leigh Fermor, otra gran amante de los gatos.
Volvió a exponer en solitario en la Galería Whitechapel en enero de 1967, época en la que Londres estaba dividido entre el Pop Art y el expresionismo abstracto, dos corrientes que no tenían nada que ver con los cuadros modernistas rebosantes de luz de Craxton, tachados de irrelevantes por la crítica.


Durante el tiempo que abandonó Grecia, viajó por África y pintó, entre otros cuadros, uno en el que se ve a viejo león bebiendo en una poza de Kenia que fue adquirido por el famoso tenor Peter Pears, compañero de Benjamin Britten. El cuadro se encuentra ahora en el estudio de la planta baja de The Red House, donde el compositor trabajaba cuando ya no podía subir las escaleras. De hecho, Peter Pears había empezado a comprar cuadros y dibujos de Craxton en los años cincuenta, y reunió una importante colección de bailarines y pastores griegos.
John Craxton pintó a muchos gatos durante su vida. «Gatos cretenses», realizado en 2003, es una pequeña obra maestra en la que dos gatos negros juegan en una silla cuyo asiento de enea se parece extrañamente a la espina dorsal de un pez.

Fue elegido miembro de la Real Academia de Inglaterra en 1993. Nunca se casó y falleció el 17 de noviembre de 2009 a los 87 años, acompañado por Richard Riley, su compañero de muchos años.

Ian Collins publicó la biografía «John Craxton» en 2011, y el Museo Fitzwilliams de Cambridge le dedicó una exposición desde diciembre de 2013 a abril de 2014. Actualmente, sus obras se conservan en la Tate Gallery, el Victoria and Albert Museum, la Galería de Arte Moderno de Edimburgo y el Museo Nacional de Gales en Cardiff, entre otras instituciones.