En 1969, Ursula K. Le Guin publicó la novela «La mano izquierda de la oscuridad» sobre un extraño planeta, Gueden, habitado por seres andróginos cuyo sexo cambia según la influencia feromonal del compañero sexual, algo totalmente inaudito en la época. Nadie había osado plantear un mundo sin un sexo dominante donde realmente ambos fuesen iguales. Además, como dijo Margaret Atwood en la necrológica que escribió para el Guardian en enero pasado después del fallecimiento de Ursula K. Le Guin: «Parece que por fin el tiempo ha alcanzado a la novela. El planeta Gueden está dividido en dos. Por una parte, una sociedad con un rey loco. Abundan las camarillas y las rencillas. Un día se está en el círculo íntimo y al siguiente, la persona se ve condenada al exilio. Y en la otra parte, la sociedad se basa en una poderosa burocracia gobernada por un comité secreto. Si a alguien se le considera un peligro para el bien general, se le encarcela en un sito alejado sin juicio ni defensa posible». Hace casi 50 años, Ursula K. Le Guin predijo, a grandes rasgos, el mundo actual.

Pard y las peonias
En la barandilla

La escritora falleció el 22 de enero de 2018 en su casa de Portland, Oregón, donde vivía con su marido Charles, al que conoció a bordo del Queen Mary camino de Francia y con quien se casó unos meses después en 1953, y con Pard, su gato blanco y negro. En 2016, el New York Times la describió como «la mejor escritora viva de ciencia ficción». Ella contestó que preferiría ser conocida sencillamente como «una novelista estadounidense».

En casa

Sus novelas de ciencia ficción hablan de brujería y dragones, naves estelares y conflictos planetarios, pero incluso cuando los protagonistas son hombres, evitan la habitual postura machista de los héroes de fantasía. Viven conflictos enraizados en enfrentamientos culturales que suelen resolverse mediante la conciliación y el sacrificio, y no las batallas y las armas.

Vista trasera

Traducidos a más de 40 idiomas, se han vendido millones de ejemplares de sus libros en todo el mundo. Además de veintidós novelas, escribió doce colecciones de poemas, más de cien historias cortas recogidas en un sinfín de volúmenes, siete libros de ensayos y trece libros infantiles. Tradujo cinco libros, entre los que mencionaremos el Tao Te Ching, de Lao Tzu, y una serie de poemas de la Premio Nobel Gabriela Mistral.

En la biblioteca

Nació el 21 de octubre de 1929 en Berkeley, California. Era la hija de Alfred L. Kroeber, un antropólogo dedicado al estudio de los indios californianos, y de Theodora Kracaw Kroeber, autora del libro «Ishi in Two Worlds» (Ishi en dos mundos), acerca de la vida y muerte del último indio californiano libre. Se sintió atraída desde muy joven por la ciencia ficción, pero dejó de interesarle siendo adolescente porque «las historias siempre trataban de armas y soldados: hombres blancos que salían a conquistar el universo».

Se licenció en el Radcliffe College en 1951, y un año después obtuvo un máster en Literatura Medieval y Renacentista en la Universidad de Columbia. Poco después le concedieron una beca Fullbright para estudiar en París.

Antes de Pard, con Lorenzo

En 2010 empezó un blog (http://www.ursulakleguin.com/Blog-Index.html) cuya última entrada es un poema escrito en 1991 «cuando la Unión Soviética se estaba desintegrando». Y dentro de este blog están los anales de Pard, un gato vestido con un impecable esmoquin. En la penúltima entrada, titulada «Pard y la máquina del tiempo», explica que su gato ha descubierto por fin la verdadera utilidad del escáner: el lugar perfecto para echarse la siesta. Porque, como dice la escritora, los gatos no necesitan una máquina para viajar en el tiempo, un momento están aquí con nosotros, y al siguiente ya no, aunque la transición suele ser imperceptible.

Pard y la máquina del tiempo

Además de los anales de Pard, el blog también incluye varias entradas tituladas «Mi vida hasta ahora, por Pard», en las que el gato blanco y negro cuenta su vida empezando por la infancia con su madre y su hermana. Dado que el primer capítulo apareció en 2012, es muy probable que Pard llegara a la casa de los Le Guin entonces y que ahora ronde los seis años.

Pard y la jungla de la ventana

Pard cuenta que era feliz con su madre y su hermana, que había croquetas en el bol y que sabían bien, que los humanos comían cosas raras y que su madre intentaba cazar las cosas raras, lo que daba lugar a situaciones desagradables. Otra cosa que considera desagradable son los abrazos, aunque se den con la mejor intención. Luego, Pard es metido en una caja que huele a miedo y llevado a otro lugar, un lugar horrible lleno de gatos donde «pierde las pelotas». Recuerda que tenía dos y que un día ya no tuvo ninguna. Más tarde le llevaron a otra casa, y tardó algún tiempo en acostumbrarse al viejo Gato y a la vieja Reina (Charles y Ursula Le Guin).

En la fuente

Incluimos un párrafo escrito por Pard: «Esconderse debajo de la cama no es lo mejor cuando uno padece de ansiedad, pero no es un mal lugar para ser temporalmente invisible cuando se está atento a pies desconocidos, máquinas sumamente ruidosas, etcétera. O también cuando me gritan porque me he estirado y ejercitado mis uñas en la colcha, a pesar de que es obvio que para eso mismo están las colchas».

Pard debajo de la cama

Y sus impresiones cuando llegó a la casa de los Le Guin: «Al principio no me fiaba del viejo, pero mis miedos carecían de fundamento. Cuando se sienta, tiene una cualidad excelente llamada regazo. Los otros humanos también lo tienen, pero el suyo es mío. Está lleno de tranquilidad y afecto». Y hablando de Ursula, dice: «Lo que me gusta de ella es poder colocarme detrás de sus rodillas en la cama, o también encima de su cabeza coronada por una especie de pelaje que me recuerda a mi madre. Así que, a veces, me tumbo en la almohada y se lo amaso, sobre todo cuando está dormida».

A través del espejo
Sueños de gato

Entre los libros infantiles que escribió Ursula K. Le Guin está la serie «Catwings», donde aparece una camada de cuatro gatos que nacieron con alas, y el maravilloso «Cat Dreams», que solo puede conseguirse de segunda mano, ambos con espléndidas ilustraciones de S.D. Schindler.

Ilustración de S.D. Schindler

Esta entrada es para ti, Yolanda Rodríguez Villegas, gran amante de los gatos y gran defensora de los derechos de la mujer. Gracias.

Con Lorenzo (1996)
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