Gato de oro

Los primeros adornos personales se atribuyen al hombre de neandertal y remontan aproximadamente a 115.000 años. Fueron descubiertos en la Cueva de los Aviones, en la costa mediterránea de Murcia, España. Se trata de dos conchas perforadas con restos de pigmentación roja a base de hematita que los arqueólogos consideran adornos. También se descubrieron perlas hechas de cáscara de huevo de avestruz en Kenia, concretamente en Enkapune Ya Muto, de hace 40.000 años, y en Rusia, una pulsera de piedra y un anillo de mármol de la misma época.

Colgante de oro

No había gatos domesticados cuando el hombre de neandertal pisaba la tierra ni hace 40.000 años, por lo que no podía aparecer en alhajas o adornos. En 2004, unos arqueólogos franceses descubrieron en Chipre la tumba de una persona acompañada de un gato de unos ocho meses datada en 9.500 años (https://gatosyrespeto.org/2023/05/04/el-gato-domestico-y-sus-antepasados/). La domesticación del gato en Oriente Medio (Jordania, Líbano, Siria) debió ocurrir antes que en Egipto.

Broche
China, 1920

En 2012, el Museo de Historia Antigua de Baja Austria anunció el descubrimiento de la tumba de una joyera fechada en unos 7.000 años, obligando a los arqueólogos a cambiar de opinión acerca del género en las profesiones prehistóricas, ya que se pensaba que la metalurgia estaba reservada a los hombres.

República Checa, siglo XX
Plata y marcasita

Sin embargo, los primeros en representar al gato en adornos personales fueron los egipcios, como puede verse en estos dos collares. En el primero, un gato está rodeado por un mono y una granada; en el segundo, varias figuras felinas pequeñas embellecen un collar de sencillas cuentas.

Egipto, 1530-600 a.C.
Egipto, 664-30 a.C.

Pero el ejemplo más interesante quizá sea el anillo de mayólica representando a una gata y su camada, una auténtica maravilla realizada en una época (1200-600 a.C.) en que los artesanos eran maestros en el dominio de la mayólica y elaboraban complicados anillos para honrar a diferentes deidades en las festividades.

Egipto, 1295-664 a.C,

Incluimos un pequeño busto de la diosa Bastet (12 cm. de altura) de la era ptolemaica (300 a.C.) por su gran realismo y también porque lleva dos aretes de oro en las orejas. Aquí, el gato no sirve de adorno, es adornado.

Egipto, 664-30 a.C (12 cm.)

De Egipto pasamos a Persia con un precioso gato colgado de una cadena de oro del siglo XIV vendido en la casa de subastas Christie’s Nueva York por 2.600 dólares. ¿Se atreverá el comprador o compradora a llevarlo? A modo anecdótico añadiremos que las joyas de la Corona de Irán son consideradas la colección más brillante y más valiosa del mundo; se conserva en el Banco de Irán y puede visitarse.

Persia, siglo XIV

La siguiente alhaja – porque se trata una auténtica alhaja – es un colgante representando a un gato sentado. Yvonne Hackenbroch (conservadora del Museo Británico y del Metropolitano de Nueva York) lo atribuyó a un joyero español de finales del siglo XVI. Un dibujo muy similar de Gabriell Gomar, del año 1603, se encuentra en los “Llibres de Passanties” del Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona, que abarcan la historia de la orfebrería catalana desde 1500 a 1833. Hasta hace unos cuarenta años se consideraba que estos colgantes procedían de centros de orfebrería de Augsburgo y Praga.

España, siglo XVI

Del siglo XVI saltamos al XVIII y al Extremo Oriente, concretamente a Japón, con dos “netsuke”, esculturas en miniatura ideadas en el siglo XVII con fines prácticos, sujetar la caja o bolsa que colgaba de la faja del kimono masculino, tal como se ve en la foto. El gato agarra una concha de abulón con una pata mientras se lame la otra, quizá saboreando el jugo del molusco. Este primero es del XVIII.

Japón, siglo XVIII

El siguiente es del XIX y no acabamos de entender qué hace el gato. Aparentemente, los netsuke de gatos no eran tan habituales como los de perros, quizá porque el gato no lloró la muerte de Buda – al menos eso dice la leyenda – y no está entre los animales del zodíaco. Durante el periodo Edo (1603-1867), la palabra “neko” (gato) era sinónimo de prostituta.

Japón, siglo XIX

En representación de China incluimos dos colgantes de jade de la dinastía Qing (o King) de los siglos XVIII o XIX. En ese país, el gato representa la longevidad, y los colgantes con gato eran regalos de cumpleaños bastante habituales.

China, dinastía King, siglo XIX

Volvemos al mundo occidental para llegar al Reino Unido en plena era victoriana, cuando el gato empezaba a ocupar un puesto de importancia en la sociedad burguesa y noble. El medallón de oro junto a una cadena adornada con zafiros y diamantes muestra a una mujer acariciando a un gato y es de estilo prerrafaelita.

Inglaterra, siglo XIX

En esa época, la mayoría de las joyas con gatos suelen ser broches, con la excepción de algún anillo. La moda se trasladó a Francia, donde sigue vigente como puede verse en la web del famoso joyero Boucheron, casa fundada en 1858. Basta entrar en su página y teclear “alhajas con animales” (“jewels with animals” o “bijoux avec animaux”) y lo primero que aparece es la línea del gato Wladimir, del que mostramos una sortija.

Boucheron, Francia

Boucheron, sucursal de Ginebra, Suiza, también utilizó un magnífico gato persa negro para un cartel publicitario.

Cartier nunca fue muy dado a los gatos, se inclinaba más por los grandes felinos, pero la casa creó algún que otro broche. Este divertido gato verde entre ellos.

Cartier

Estados Unidos no iba a quedarse atrás; este broche de finales del siglo XIX de oro, zafiros y diamantes representando a un gato jugando con una perla está valorado en casi 3.000 dólares.

Estados Unidos, 1920

Para acabar, dos piezas de Josef de Hollywood, famoso joyero dedicado a las piezas falsas para cine. Ignoramos en qué película se vieron estos dos broches de los años sesenta.

Josef de Hollywood, años 60 del siglo XX

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