La preocupación por el bienestar animal surgió hace muchos siglos. Los hinduistas, jainistas y budistas defendieron el “ahimsa” o la no violencia hacia cualquier ser vivo. La referencia escrita más temprana que habla del respeto a la vida de los animales, no solo física sino moral, se encuentra en el Kapisthala Katha Samhita del Yajurveda (KapS 31.11).
En el 500 a.C, el griego Pitágoras, al que incluso han llamado “primer filósofo del derecho animal”, pidió que se respetara a los animales porque creía en la transmutación del alma entre humanos y no humanos; por lo tanto, al matar a un animal podía matarse a un antepasado.
Los primeros en dictar leyes para proteger concretamente a los gatos en tiempos remotos fueron los egipcios. Al parecer, matar a un gato a propósito o accidentalmente acarreaba la pena de muerte, pero no hemos podido encontrar ningún dato fidedigno acerca de esto y tampoco de cuándo fue instituida esta ley si realmente existía. Sí se sabe a ciencia cierta que estaba prohibido exportar gatos de Egipto desde aproximadamente el 400 a.C.
Siglos después, Hywel Dda (880-950) reinó en Gales y es considerado como uno de los dirigentes británicos más concienzudos de la historia; de hecho, “Dda” significa “bueno” en galés. Es el autor de una serie de leyes conocidas como “Las leyes de Hywel Dda”, escritas en 936, para la protección de personas y animales, entre estos últimos, los gatos.
Puso un precio a los gatos, y a partir de entonces, tanto robarlos como matarlos se consideró un delito. Así, el valor de un gato robado o matado se calculaba colocando la cabeza del gato en un suelo limpio mientras se le agarraba del rabo, y en esta posición vertical se echaba trigo hasta cubrirle la punta de la cola. Pero tratándose de un gato que guardaba los graneros del Rey, el valor era la leche de una oveja más su cordero y su lana.
Curiosamente, tres animales tenían exactamente el mismo valor, una yegua menor de cuatro años, un ternero y un gato. El precio de un gato al nacer hasta abrir los ojos era de un ceniog (el equivalente a un penique); hasta que pudiera matar ratones, dos ceniogau, y desde que mataba ratones, cuatro ceniogau.
Después del buen rey Hywel fue necesario esperar hasta 1635 para que el Parlamento de Irlanda aprobase una “Ley que prohibía arar por el rabo y tirar la lana de ovejas vivas” (Act against Plowing by the Tayle and pulling the Wooll off living Sheep).
Hemos encontrado una explicación a la primera parte de la frase. Se acostumbraba atar un arado ligero a la cola de un caballo – eran más baratos que los arados con arnés – y el animal se detenía por el dolor cada vez que se topaba con una piedra, protegiendo así la cuchilla del arado. No hemos encontrado nada que iluminara la segunda parte referente a las ovejas.
Pocos años después, en 1641, se incluyeron regulaciones contra la tiranía o crueldad hacia los animales domésticos en el “Massachusetts Body of Liberties” (Cuerpo de Libertades de Massachusetts), primer código legal establecido en Nueva Inglaterra por el reverendo Nathaniel Ward. En la página 92 se especifica que “Ningún hombre ejercerá tiranía o crueldad hacia criatura bruta alguna normalmente utilizada por el hombre”. Por lo que hemos leído, ni en Irlanda ni en Massachusetts estas leyes mejoraron mucho la vida de los animales.
En el siglo XVIII, el filósofo inglés Jeremy Bentham, uno de los fundadores del utilitarismo, declaró que el sufrimiento animal era tan real y tan importante como el sufrimiento humano y que “llegará el día en que el resto de la creación animal adquirirá los derechos que nunca debieron serle negados por la mano de la tiranía”.
En 1822, el Parlamento del Reino Unido aprobó la primera ley de protección animal del mundo, la famosa Martin’s Act, presentada por el diputado irlandés Richard Martin, que prohibía tratar con crueldad al ganado. Dos años después, en 1824, nació la primera asociación para la protección de los animales, la Royal Society for the Prevention of Cruelty to Animals (Real Sociedad para la Prevención de la Crueldad hacia los Animales), a la que siguieron asociaciones similares en América del Norte y Europa.
En Francia, la SPA (Sociedad Protectora de Animales) se fundó en París en 1954, y el 2 de julio de 1950 el general Grammont consiguió que se aprobara una ley relacionada con el maltrato a los animales domésticos. La primera organización de este tipo en Estados Unidos, la Sociedad Americana para la Prevención de la Crueldad hacia los Animales, fue reconocida legalmente en Nueva York en 1866.
En 2021, el Alto Tribunal de Uttarakhand, India, reconoció al reino animal – o sea, a todas las especies animales – el derecho inherente a la vida, algo nunca visto jurídicamente hasta entonces. Un año después, la Corte Constitucional de Ecuador reconoció que los animales silvestres son sujetos con derechos de protección al formar parte de la Naturaleza, en un pronunciamiento sobre una acción de habeas corpus en favor de una mona chorongo rescatada por la Autoridad Ambiental de una familia que la tuvo ilegalmente como mascota durante dieciocho años.
La Corte tuvo presente que la Constitución ecuatoriana reconoce a partir del artículo 71 que los animales silvestres son sujetos protegidos bajo los derechos de la Naturaleza, los cuales deben ser tutelados de forma objetiva teniendo a su vida, libertad e integridad como derechos propios e inherentes, y mas no con base en las pretensiones, deseos o intenciones de terceras personas. Una ley digna de aplauso.
Hoy en día, en muchos países europeos y estados de Norteamérica, está prohibido matar a gatos y perros recogidos en perreras. Asimismo, a partir del 1 de enero de 2024 estará prohibido vender animales, gatos, perros y hurones en tiendas de animales, y solo podrán comprarse a criadores legales. Holanda aprobó el 21 de enero pasado una ley que prohíbe tener gatos y perros con características externas dañinas para el animal.
Se prohibirá el uso de la imagen de estos animales y su promoción en las redes sociales. La interdicción incluye gatos con orejas dobladas (Scottish fold), así como perros y gatos con nariz plana (pugs, bulldogs y gatos persas). Ya se prohibió cortar rabos y orejas de perros.
El siguiente paso debería ser detener legalmente la creación de razas nuevas, como por ejemplo el gato Savannah, cruce de gato doméstico y serval, lo que implica haber tenido en cautiverio a un animal salvaje como el serval y obtener un cruce anti natura. O el ragdoll, creado para perder el carácter del gato, ser dócil, adorar a sus dueños y no querer estar solo. El ser humano debe darse cuenta de que no puede manipular la naturaleza.



















