Sabine Weiss amaba a los gatos, pero sobre todo fotografió a personas. En una ocasión dijo: “La luz, el gesto, la mirada, el movimiento, el silencio, el reposo, el rigor, el descanso, quisiera incorporarlo todo en ese instante para expresar con un mínimo de medios lo esencial de la persona”.

Está considerada la última representante de la escuela humanista francesa, encarnada por Robert Doisneau, Willy Ronis, Edouard Boubat o Brassaï. Todos estos grandes fotógrafos realizaron fotos de gatos con asiduidad y a todos les hemos dedicado una entrada en años anteriores. Pero Sabine Weiss es la única que se dejó fotografiar con su gata.

Lyon, 1950

Desde 1949, tres años después de su llegada a Paris, vivió en la misma casa taller, a la que se accedía por un patio interior con paredes recubiertas de yedra, y que había encontrado su marido, el pintor Hugh Weiss. En la época, la casa taller no era más que una habitación de 20 m2 sin agua corriente con el lavabo al otro lado del patio. Poco a poco, los Weiss fueron comprando otras habitaciones que se liberaban, uniéndolas y arreglándolas.

1950

Sabine Weiss, de soltera Sabine Weber, nació el 23 de julio de 1924 en Saint-Gingolph, un pueblo a orillas del lago Léman, en Suiza, en la misma frontera con Francia. Se compró su primera cámara a los 11 años con unos ahorros antes de irse a estudiar a Ginebra con Paul Boissonnas, hijo del famoso Frédéric Boissonnas. Tenía 22 años cuando se trasladó a París en 1946, justo después de la guerra, para trabajar como la asistente de Willy Waylad.

Sabine Weiss (años 40)

Conoció a Robert Doisneau en las oficinas de la revista Vogue. La mayoría de los fotógrafos no sobrevivían plasmando las escenas que les gustaban, se veían obligados a trabajar para revistas, periódicos… Sabine Weiss tenía 28 años y había ido a presentar su portafolio a Michel de Brunoff, uno de los grandes de la prensa parisina.

Gatos de París (Robert Doisneau)

A su lado había un hombre bajito que no paró de farfullar solo antes de presentarse. Era Robert Doisneau. Al día siguiente recibió una carta de la agencia Rapho, con la que Doisneau trabajaba, pidiéndole que fuera a presentar su trabajo. Sabine Weiss prefería decir que todo en su vida había sido una serie de felices casualidades en vez de resaltar su enorme talento.

Arles, 1984

Durante un viaje por Italia en 1949, coincidió con el pintor estadounidense Hugh Weiss. Se casaron unos meses después y permanecieron juntos hasta el 1 de octubre de 2007 cuando él falleció. Adoptaron a su hija Marion en 1964. Hugh Weiss pintaba gatos que se fundían con los seres humanos.

Gato hombre (Hugh Weiss, 1978)

Sabine Weiss recorrió decenas de miles de kilómetros durante su vida, a veces sola, pero más a menudo en compañía de Hugh, del que decía con su característico buen humor e ironía: “Le utilizaba como ayudante, chófer… y marido”. Juntos compraron una casita en Provenza que también fueron agrandando cuando podían permitírselo y a la que iban regularmente hasta la muerte de Hugh. Por lo que hemos podido leer, se amaron y rieron mucho juntos.

Sabine y Hugh (1966)
Gato hombre (Hugh Weiss)

Cargada con sus cámaras, viajó por todo el mundo realizando fotografías para revistas como Life, New York Times Magazine, Paris Match y Esquire, empujada por una inagotable curiosidad. En palabras suyas: “No llegué a especializarme, me engancharon las circunstancias. Mi primer pedido oficial fue fotografiar los escaparates de los grandes almacenes Le Printemps de París. Lo hacía de noche, cuando no había nadie. Y ese pedido trajo otros”.

Dior, 1958

Nunca se consideró una artista o una creadora, sencillamente testificaba el momento. “Siempre he pensado que una foto debe contarnos las particularidades de la condición humana”, dijo en otra entrevista. “Siempre sentí la necesidad de denunciar las injusticias con las que me cruzaba haciendo fotos”. Disfrutaba mucho más fotografiando lo que se le antojaba.

Sabine y su gata

Durante un viaje al Lejano Oriente a mediados de los años noventa del siglo pasado, visitó el monasterio Nga Phe Kyaung, conocido como “Monasterio de los gatos saltarines”, e hizo una foto a un monje con un gato saltando por un aro. No hemos encontrado fotos anteriores a la de Simone Weiss. Según varios artículos, los gatos ya no saltan desde hace unos años.

Monasterio Nga Phe Kyaung (Myanmar, 1996)

También afirmaba que “no me atrae lo que resplandece, sino la sobriedad. Y no basta con que algo guste, debe provocar una emoción. Amar a la gente es grande, grave, es un amor profundo, terrible. Hay que superar lo anecdótico, ir más allá, llegar al cáliz, al recogimiento. Fotografío para conservar lo efímero, fijar la casualidad, conservar en la imagen momentos a punto de desaparecer. La cámara los recoge, los fija en el instante en que desaparecen”.

La gata de Sabine

Según el fotoperiodista Hans Silvester, no era problemático que fuera una mujer en un medio muy masculino en la época: “Consiguió muy pronto que la aceptaran e imponerse”. Pero Sabine Weiss difería de esta opinión con su habitual ironía: “Las agencias y las revistas estaban encantadas de trabajar con una mujer; los únicos a quienes molestaba mi presencia era a mis compañeros. A menudo, en una sesión fotográfica, algunos me decían: ‘Venga, mujer, aparta, deja que trabajen los fotógrafos’. No hace falta que le diga que nunca me apartaba”.

Gato jarra (Hugh Weiss, 1982)

Ignoramos el nombre de la gata carey que la acompañó durante los últimos días de su vida en su casa estudio de París, pero por las fotos queda claro que estaban muy unidas.  Falleció el 28 de diciembre de 2021. Hablando de las fotos de Weiss, Robert Doisneau dijo: “Escenas en apariencia inofensivas son plasmadas en el momento de desequilibrio, cuando se duda de lo habitualmente aceptado”.

Sabine y su gata

Dedicamos esta entrada a nuestra vecina Alicia.

Gato hombre (Hugh Weiss)

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