Excéntrica, infantil, erudita, bicho raro, son algunos de los adjetivos que se han utilizado para describir a la poetisa y autora británica Stevie Smith (de verdadero nombre Florence Margaret Smith), nacida el 20 de septiembre de 1902. Además de varios libros de poemas, escribió tres novelas, las dos primeras en 1936 y 1938, la tercera en 1949. De hecho, empezó siendo más conocida por sus novelas que por su poesía.
Pero ¿por qué, a pesar de ser una admirada autora en los años sesenta, nunca se la tomó realmente en serio? Por su forma de vestir, quizá, que le daba un aspecto entre niña y monja. Siempre vivió en la misma casa a las afueras de Londres, desde los tres años hasta su muerte, el 7 de marzo de 1971 de un tumor cerebral. Su padre prefirió cruzar los mares a quedarse con su familia y se unió a la Marina mercante cuando Stevie Smith tenía tres años.
Su madre enfermó unos años después, y la tía Maggie vino a cuidar de ella y de su hermana Molly. Tía Maggie, también llamada “la querida leona de Hull”, fue muy importante para ambas niñas cuando la madre falleció en 1918. Creció en un hogar de mujeres, con una tía feminista, independiente y antifascista, un ambiente poco habitual en la época victoriana, cuando el “pater familia” era venerado y respetado. Heredó la independencia de su autoritaria tía y, aunque vivía en un ambiente suburbano, se movía en círculos intelectuales londinenses. Se aferró al celibato; según ella, no estaba dispuesta a someterse a la autoridad de nadie, pero trabajó durante treinta años como secretaria en una empresa.
Todo indica que le gustaban los gatos, pero no hay una sola foto suya con uno. Dibujaba gatos e incluso escribió una introducción de diecisiete páginas, así como los pie de foto, de un libro llamado “Cats in Colour” (Gatos en colores), publicado en 1954. En la introducción, deja muy claro que no debemos antropomorfizar a los animales, algo con lo que estamos totalmente de acuerdo: “La mente ilumina la mirada humana, pero ¿cuál es la mente de los animales? No lo sabemos, y porque no nos gusta no saberlo, nos inventamos historias en las que prestamos sentimientos y pensamientos a nuestros pobres compañeros animales para alejarnos con cara de disgusto cuando, como ocurre algunas veces, se les pega algo de nuestras fiebres e intranquilidades”.
También dijo: “Me gusta ver un gato en movimiento. Un gato galopando es un bello espectáculo. Basta con mirarlo cruzar la calle como un rayo, mientras le maldicen los conductores de coches y autobuses, evitando la bicicleta del repartidor de la carnicería hasta alcanzar la otra acera sano y salvo para colarse debajo de la verja de su casa”.
Stevie Smith escribió un poema acerca de un gato titulado “The Galloping Cat” (El gato que galopa). Forma parte del libro “All the Poems by Stevie Smith” (Todos los poemas de Stevie Smith), publicado en 2016, pero no hemos podido saber si se publicó en otra colección en vida de la autora. Es un poema muy curioso: un gato de lo más especial, y de no muy buen carácter, se queda calvo después de cruzarse con un ángel. Hemos respetado la división original de los versos, también la puntuación. Dice así:
Oh soy un gato al que le gusta / galopar haciendo el bien / Y así / un buen día cuando estaba / galopando haciendo el bien, vi / a una figura en el camino; Dije / ¡Aparta! (Por- / que / soy un gato al que le gusta / galopar haciendo el bien) / Pero no se movió, en vez de eso, / alzó la mano como si / fuera a darme un coscorrón / Así que intenté esquivarle para / impedir que me tocara, / pero por des-gra-cia, resbalé / en una piel de plátano / dejada ahí por un imbécil / que no la tiró a la basura. / Su mano me tocó la mejilla / Intenté / abrirle el brazo desde la muñeca al codo / con mis afilados dientes / porque soy / un gato al que le gusta galopar haciendo el bien. / Pero ¿pueden creérselo? / Ya no estaba / Mis dientes solo encontraron aire, / y una voz dijo: Pobre Gato (Refiriéndose a mí) y una suave caricia / me tocó la cabeza / Desde entonces / estoy calvo / Me considero / un mártir por hacer el bien. / También oí un ruido / como de alas, y vi / un halo brillar a la altura / de la valla del jardín de la Sra. Gubbins, / y entonces pensé: ¿De qué sirve / galopar haciendo el bien / cuando los ángeles te cortan el camino / y no hacen lo que deben / como tener un brazo donde hincar el diente / Incluso así / tengo la intención de seguir siendo un gato / un gato al que le gusta / galopar haciendo el bien / Y así / con cabeza calva voy / picando las flores desordenadas sin parar, / y escarbando la hierba para que aparezca, / por debajo, / la tierra de la ira / Ja ja ja ja, / los ángeles no son los únicos que no saben / de qué va la vida. / Galopar haciendo el bien / es una ocupación a tiempo completo / que requiere un ojo avizor de gran agudeza / terrenal con un valor – me atrevo a decir / (si me permiten un comentario personal) / mucho mayor/ que todos esos chismes celestes / de ángeles que se atreven a / compadecerse de un gato como yo que / galopa haciendo el bien.
Pueden leer “The Galloping Cat” en inglés aquí: https://thevampireswife.com/en-us/blogs/stuff/stevie-smith-the-galloping-cat











