
El término “arte marginal” (Outsider Art) apareció en 1972, acuñado por el crítico británico Roger Cardinal en un intento de trasladar al inglés el concepto de “Art brut”, inventado por el pintor Jean Dubuffet para describir el arte que no tenía cabida en la oficialidad, pero referido sobre todo a obras hechas por pacientes en psiquiátricos o por puro automatismo, sin haber sido pensado con antelación. Sin embargo, el “outsider art” es más general e incluye a artistas autodidactas, naifs e incluso a falsos naifs.

Numerosos artistas considerados “marginales” u “outsiders” se sintieron atraídos por los animales, los gatos entre ellos, como ocurrió con el estadounidense Morris Hirshfield. Nacido el 10 de abril de 1872, en la entonces Polonia rusa cerca de la frontera alemana, exactamente cien años antes de que naciera el término “outsider art”, está considerado uno de los mejores, quizá el mejor, de todos los naifs norteamericanos.

Emigró a Estados Unidos en 1890, a la edad de 18 años. Empezó a trabajar en la industria textil y acabó siendo un exitoso fabricante de zapatos femeninos en Brooklyn. Por problemas de salud, no le quedó más remedio que dejar el negocio en 1935, a los 63 años, y como le sobraba tiempo empezó a pintar. Tardó dos años en acabar su primer cuadro, un gato blanco en una butaca, porque según él, sus manos se negaban a obedecer las órdenes del cerebro: “Mi mente tenía muy claro lo que yo quería representar, pero mis manos no eran capaces de reproducir lo que veía mi mente”.

Totalmente autodidacta, pintó felinos y otros animales, mujeres, niños y edificios. A pesar del cuadro “El artista y la modelo”, no usaba modelos, y si no trabajaba de memoria, se dejaba guiar por la imaginación, aunque a veces se basaba en una postal o una imagen impresa.

Se esforzaba en representar con precisión lo que pintaba, sin obviar ningún detalle, por lo que su trabajo era lento y meticuloso. Solo creó setenta y siete obras en los nueve años que se dedicó a la pintura. A pesar de la vitalidad que desprenden sus obras, no fueron bien recibidas por el público. En 1939, el coleccionista y galerista Sidney Janis incluyó dos cuadros de Hirshfield en la exposición “Americanos desconocidos” en el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York, pero la reacción de los visitantes fue bastante negativa y algunos le ridiculizaron llamándole “El maestro de los dos pies izquierdos”.

Esto no le impidió seguir pintando durante los siguientes tres años. Al igual que les pasó a André Breton, Marcel Ducamp y Piet Mondrian, sus obras fascinaron a la millonaria coleccionista Peggy Gugenheim. En 1941, el MoMA compró los dos cuadros que había expuesto dos años antes. Este museo le consagró una retrospectiva en 1943 que volvió a generar un encendido debate entre los críticos debido a un concepto totalmente alejado de la pintura “habitual”. Pero los coleccionistas ya compraban sus obras, y dos galerías, la Julien Levy de Nueva York y la Vigeveno de Los Ángeles, le dedicaron sendas exposiciones en 1945, un año antes de su fallecimiento el 28 de julio.

No solemos incluir otros felinos que no sean gatos en este blog, pero nos ha parecido bien hacer una excepción, en primer lugar porque varios de los gatos pintados por Morris Hirshfield parecen leones en miniatura, como en “Mujer con gato angora” o incluso en “Gata con tres gatitos”.


Y también porque los cuadros “León” y “Tigre” son absolutamente irresistibles. El león de pies diminutos parece llevar un maravilloso y rico chal para protegerse de un gélido invierno, y solo sus bigotes se atreven a asomarse, con el consiguiente riesgo de congelación. El tigre, de aspecto más fiero que el león, es descaradamente panzudo, y está muy alejado de la idea de agilidad y velocidad con que solemos asociarlo.


Todos los felinos que hemos reunido, incluso el del cuadro en la pared de “El artista y la modelo”, muestran importantes bigotes, excepto uno: el primer gato que pintó. Más que bigotes de gato parecen bigotes humanos al no sobrepasar la boca.

El artista siempre dijo que su intención era hacer cuadros realistas, pero todos sin excepción escapan hacia el mundo de la imaginación y de los sueños, lo que le valió el mote de “Henri Rousseau americano”.

En 1951, la entonces famosa galería Maeght de París le dedicó una importante retrospectiva muy aplaudida por toda la crítica francesa. La invitación decía así: “Del 10 de enero al 12 de febrero de 1951, la Galería Maeght, de París, presenta en colaboración con la galería Sidney Janis, de Nueva York, treinta cuadros de Hirshfield (1872-1946), el más notable “naif” de Estados Unidos, a quien la crítica casi iguala al Aduanero Rousseau”.


Afortunadamente, las dos obras que compró el MoMA en 1941 (“León” y “Joven con espejo”) no han sido relegadas a los fondos del museo, y están colgadas en una de las galerías al lado de una foto del artista, con una pequeña explicación de quién fue este hombre cuya inspiración llegó tarde, solo cuando dejó de fabricar elegantes zapatos de mujer para dedicarse a pintar cuadros únicos.
