
En la segunda mitad del siglo XIX se pusieron de moda los cuadros de gatos quizá porque ya estaba bien visto tener uno o dos gatos en casa. Además, la pequeña burguesía necesitaba decorar sus paredes y no disponía de fondos para hacerse con cuadros de pintores muy cotizados, por lo que algunos artistas se hicieron famosos dentro del género. La pintora de gatos por excelencia y tal vez la más conocida es Henriette Ronner-Knip, aunque al principio se inclinó por los perros.

La artista, de origen holandés, vendió su primer cuadro a los 15 años y tuvo una exposición a los 16. Parece ser que no fue hasta 1870, con 49 años cumplidos, cuando empezó a pintar gatos “en parte debido a la falta de gracia del perro belga”. Pobre perro belga. Suponemos que se refería al pastor malinois.

Cornelis Raaphorst fue otro artista holandés que se dedicó en cuerpo y alma a los gatos. Nació en 1875 y siempre pintó gatos, pero nunca alcanzó la fama de su compatriota. Hoy en día tampoco puede competir con ella en cuanto a precios. Los cuadros de Henriette Ronner-Knip cuestan entre 15.000 y 60.000 €, mientras que un Raaphorst no llega a 8.000 €.

En Estados Unidos estaba John Henry Dolph, nacido en 1836 en el estado de Nueva York. Empezó trabajando como aprendiz de pintor de carruajes a los 14 años. En 1850 ya pintaba retratos y en 1864 se dio a conocer por sus escenas de granja. Hasta 1891, a su regreso de Europa, no pintó su primer gato.


Julius Adam fue otro conocido pintor de gatos. Nació en 1852 en el seno de una familia de artistas y empezó retocando fotografías en el estudio fotográfico de su padre. No se dedicó a la pintura felina hasta 1903, pero no tardó en hacerse famoso.

Louis Eugène Lambert, nacido en París en 1825, fue un famosísimo pintor animalista alumno de Eugène Delacroix (que también pintó algún gato que otro https://gatosyrespeto.org/2019/07/18/gatos-romanticismo-y-eugene-delacroix/). Podemos ver perros en sus obras, pero era conocido como “Lambert de los gatos” y logró un gran éxito comercial.

Hablemos ahora de Alfred Arthur Brunel de Neuville, nacido en París en 1852. Después de recibir una formación muy básica por parte de su padre y de estudiar con Léon Brunel, alcanzó la celebridad entre los 20 y 30 años como artista animalista dedicado casi exclusivamente a los gatos. Mucho más tarde pintó naturalezas muertas.


Expuso regularmente a partir de 1879 en la Sociedad de Artistas Franceses, de la que fue nombrado miembro en 1907. Siempre se esforzó en mejorar un estilo que tiende al realismo, por más que en algunos cuadros deje entrever cierta influencia impresionista.


Fue muy popular durante su vida y nunca tuvo problemas para vender sus cuadros. Actualmente está mucho más cotizado entre los coleccionistas de América del Norte y del Sur que en Europa. Por ejemplo, sus obras no suelen valer más de 5.000 € en Europa, mientras que cuestan el doble en Estados Unidos, y uno de sus lienzos de mayor tamaño se vendió por 20.000 € en Buenos Aires.


Murió en París en 1941 y está enterrado en el cementerio de Montmartre. A pesar de sus esfuerzos para que las escenas felinas parecieran realistas, creemos que no convivió con gatos. Les falta naturalidad. Pero puede ser porque se doblegaba a los gustos de su clientela. Expuso en vida en numerosas ocasiones y sus obras pueden verse actualmente en los museos de Béziers, Brest, Château-Thierry y Louviers.


Alfred Arthur Brunel de Neuville tuvo una hija de su primer matrimonio con Valentine Demongin, llamada Yvonne Laure Alice, nacida el 22 de julio de 1879, cuando él tenía 27 años, que siguió los pasos de su padre y se convirtió en una hábil pintora del género animalista, especializándose en delicadas pinturas de gatos.


No tardó en firmar sus cuadros con un seudónimo, quizá para subrayar su independencia y dejar de ser la hija de un pintor conocido, convirtiéndose en Yo Laur. En 1912 conoció a André Bellot, aviador y periodista. Después de casarse un año después, se trasladaron a Argelia, donde Yo Laur abandonó los gatos por los paisajes y los retratos de mujeres.

Regresaron a París después de la I Guerra Mundial y se instalaron en el bulevar Clichy. André trabajaba en el diario Le Matin y Yo seguía pintando. Expuso en varios Salones y ganó la Medalla de Oro del Salón de Bruselas.

En 1934 fue aceptada como miembro de una logia masónica de Derecho Humano, una “obediencia” mixta e internacional en el paisaje masón de la época. Permaneció en la logia hasta la prohibición de la masonería por parte del régimen de Vichy en agosto de 1940.

La invasión de París por los alemanes la sorprendió en la capital mientras su marido estaba en Casablanca realizando labores de contraespionaje. No volvió a Francia y murió en 1945 sin haber vuelto a ver a Yo Laur. El 24 de junio de 1944, la Gestapo la detuvo por ser parte de la Resistencia. Durante el registro, descubrieron dos antiguas carabinas, un regalo del famoso aviador Charles Nungesser, lo que agravó su caso.

Después de pasar por la prisión de Fresnes y el campo de Romainville, fue deportada al campo de Ravensbrück, reservado a mujeres, el 15 de agosto de 1944. Llevaba el triángulo rojo de las presas políticas con el número 57772. Ya tenía 65 años y graves problemas pulmonares. Desde el momento de su detención hasta su muerte el 11 de noviembre de 1944 en el “Revier”, el supuesto hospital del campo, no dejó de dibujar.

Otras presas escondieron y enterraron los dibujos, que Béatrix de Toulouse-Lautrec, compañera y amiga de Yo Laur, llevó a Francia. Son el testimonio de lo que soportaron las mujeres encerradas en Ravensbrück.


Un seguidor de nuestra página, Zyx, nos pidió una entrada sobre Alfred Arthur Brunel de Neuville, lo que nos permitió descubrir que Yo Laur era su hija y saber un poco más de ambos.
