Albert Montt es un conocido viñetista chileno apasionado de los gatos, “sufre de gatofilia aguda: lleva décadas enfermamente fascinado por este animal. De hecho, fue lo primero que dibujó cuando era niño. Por eso ha decidido (ahora que dibuja un poco mejor) dedicarles este libro, especialmente pensado para aquellos que sufren su misma dolencia. Aunque también puede servirle si quien la sufre es alguien cercano”.

El párrafo entrecomillado corresponde a la contraportada de su libro “Solo necesito un gato (pero no es recíproco)”, publicado por Editorial Planeta Chilena, S.A. en 2019, por Editorial Planeta, S.A. (España) en 2021, y en octubre de 2020 en Francia con el genial título de “J’adore mon chat (mais il s’en fout complètement)”, es decir “Adoro a mi gato (pero le da del todo igual)”.

Alberto Montt nació en Quito (Ecuador) en 1972, hijo de padre ecuatoriano y madre chilena. Estudió Diseño Gráfico y Artes Plásticas antes de trasladarse a Santiago de Chile en 1998. En 2007 creó el blog “En dosis Diarias”, donde cada día publica un dibujo con éxito indudable, ya que puede llegar a las cien mil visitas. Hasta la fecha se han publicado ocho colecciones de dibujos extraídos de su blog en Chile, Argentina, México y España.

Alberto Montt en la presentación del libro en París

Publica regularmente en periódicos y revistas de Latinoamérica y Europa. En 2014 autoeditó su primera novela gráfica, “Achiote”, compuesta por trece anécdotas autobiográficas. En 2014, la emisora de radio Deutsche Welle le otorgó el Premio “The BOBs” (acrónimo de “The Best of The Blogs”) al Mejor Blog en Español. Colabora habitualmente con artistas como Liniers y Kevin Johansen.

En varias entrevistas para el lanzamiento de “Solo necesito un gato”, Alberto Montt cuenta cómo llegó a escribir un libro sobre los gatos. Parece ser que estaba en el Festival del Cómic en Angulema (Francia) con su editor chileno, y este le dijo que preparaban un libro titulado “Solo necesito un perro”. Le preguntó si quería alguno, a lo que Montt contestó que si fuera sobre gatos, desde luego, pero que los perros no le iban.

El editor le ofreció escribir uno y Montt aceptó, a pesar de disponer solo de un mes. Impuso una condición, debía titularse “Solo necesito un gato” para poder competir con el libro del perro. Cuando ya había acabado el libro, se le ocurrió que quizá él necesitaba un gato, pero que el gato no le necesitaba a él, de ahí la coletilla “Pero no es recíproco”.

Su amor por los gatos fue una cosa familiar, pero por parte de sus tías (“Mi viejo era de perros”, según sus propias palabras), porque todas las hermanas de su madre tenían gatos. Alberto Montt dice que “cualquiera que creció con gatos comienza a entenderlos, se familiariza con cómo funciona su cabeza, y es imposible no admirarlos”. Y añade: “Son unos bichos perfectos, son hermosos, huelen bien”.

Uno de los capítulos del libro se titula “Cómo saber que padezco de gatofilia”, del que incluimos unas cuantas frases sin la viñeta que acompaña a cada una de ellas. “No puedes usar ropa negra”, “Es más probable que recuerdes su cumpleaños antes que el de tus familiares” y “Tu gato decide si esa nueva pareja se queda o se va”.

Luego, en el capítulo “Datos curiosos”, hay cosas geniales. Por ejemplo: “Los gatos y los motores diesel ‘ronronean’ en la misma frecuencia, 26 veces por segundo”. “En contra de la creencia popular, los gatos son intolerantes a la lactosa” (rigurosamente cierto). O también: “En la primera versión de ‘La Cenicienta’, el hada madrina era un gato” (nos ha sido imposible corroborarlo).

Está claro que Alberto Montt se lo pasó bien con el primer libro y decidió hacer un segundo titulado “La conquista de los gatos”, publicado en Chile en 2021 y en España en 2022. También incluimos unas frases de la contraportada: “La hipótesis del autor es descabellada, sin embargo, sorprende por su plausibilidad. La intricada idea de que los gatos vienen del espacio exterior y llegaron a la Tierra con el único fin de conquistarla parece tan fantástica como real”.

Debemos reconocer que no sabemos cuál es nuestro preferido. Los dos son muy buenos, pero es posible que el segundo supere al primero en observaciones gatunas.  Una de ellas, que nos gusta mucho, es el estudio realizado con “el objetivo de descubrir cómo funciona exactamente la percepción visual de los gatos y cómo reaccionan ante las ilusiones ópticas”.

La conquista de los gatos

Montt se refiere a la atracción que ejercen las cajas de todos los tamaños sobre los gatos, y no solo las cajas, sino también un trozo de papel, de cartón, cualquier cosa mientras sea rectangular o cuadrada. Según los resultados del estudio “se descubrió que tienen un sistema cognitivo complejo que les permite percibir ilusiones ópticas, por lo que si ven un objeto o algo que pueda representar un cuadrado, cabe la posibilidad de que lo consideren una caja”. Tampoco hemos podido verificar esta afirmación.

En una entrevista publicada en Aristegui Noticias (México) el 27 de marzo de 2022, cuando le preguntaron si tenía gato, contestó con cierta vehemencia: “Por supuesto que no. Viajo mucho y me da pena dejarlo encerrado en un departamento. Prefiero ahorrarle el sufrimiento”. Bueno, es una opinión…

Define la relación entre seres humanos y gatos como sigue:Es el caldo de cultivo de la relación entre el ser humano y el universo. El gato es un bicho que al principio parecía enigmático y fue catalogado como dios, como sucede con lo que no entendemos. Después nos dimos cuenta de que era un bicho domesticable, pero cuando descubrimos que era más complicado de lo normal volvimos a idolatrarlo. Vamos de la idolatría a la admiración por las mismas razones, pero en esas andamos”.

“La conducta felina que más me atrae es la independencia. Que no te esté esperando siempre en la puerta me gusta mucho. Que nos enseñen un poco a relacionarnos con los humanos. Esa cosa de no ser todo el tiempo demandante, o estar todo el tiempo entregando. Eso me gusta mucho de los gatos”, dice el dibujante.

“La conquista de los gatos” es un relato lleno de humor que comienza con el Génesis: “Y Dios creó al gato a su imagen y semejanza y le regaló el universo”. Y termina con una conquista perfecta: “Yo creo que sin lugar a dudas hay un Síndrome de Estocolmo presente en cada relación con un gato. O sea, te acercas a un gato, te rasguña, te muerde, después te lame y tú dices: ‘Ay, qué belleza’. Es absolutamente emocional. No tiene nada de lógico el asunto”.

La conquista de los gatos
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