Martes (1987)

Ya dedicamos una entrada a la pintora surrealista el 5 de marzo de 2018 (https://gatosyrespeto.org/2018/03/15/los-gatos-en-la-obra-surrealista-de-leonora-carrington/), de ahí que esta lleve el número 2. Después de visitar la magnífica exposición organizada por la Fundación Mapfre en torno a la obra de la artista, que permanecerá abierta hasta el 7 de mayo en su centro del Paseo de Recoletos, en Madrid, decidimos que se merecía otra.

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La exposición consta de unas 190 obras, pinturas, dibujos, esculturas, fotografías, y documentos, que abarcan todo el recorrido de Leonora Carrington, y entre ellas descubrimos 14 cuadros con gato o gatos, muchos más de los que habíamos incluido en la primera entrada. Y aunque no los contamos, también abundan los caballos.

El dormitorio de los niños (1947)
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Estructurada en diez secciones no exactamente cronológicas, la exposición se presenta en “ejes” escogidos por los tres comisarios, Tere Arcq, Stefan van Raay y Carlos Martín. La primera de estas secciones, titulada “Debutante”, recoge las primeras obras y la fuga con Max Ernst. Hay una puerta y una ventana trampantojo maravillosas que pintó en la casa que ambos compartían en Saint-Martin d’Ardèche, comprada con la ayuda de la madre de Leonora.

Crookhey Hall (1986)
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La segunda, “Memorias de abajo: Santander”, abarca el periodo español. Después de sufrir una violación grupal por soldados nacionales en Madrid, su padre ordenó su ingreso en un hospital psiquiátrico de Santander donde le administraron una potentísima droga que la transportó a otro mundo. Años después, en 1964, ya en México, pintó “Transferencias”, un recuerdo de esta etapa de pesadilla, donde un gato nos observa desde una pequeña columna.

Transferencia (1963)
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La siguiente sección es “Hacia lo desconocido: Nueva York”. En el cuadro “La artista viaja de incógnito”, realizado en 1949, vemos a un gato blanco que la acompaña en su viaje y a otro posible felino formando parte del disfraz.

La artista viaja de incógnito (1949)
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Cronológicamente, el primer cuadro con gato data de 1945. Es el fantástico “La casa de enfrente”, en el que un gato blanco con alguna mancha oscura está a los pies de una hada (quizá) y de un curioso personaje que nos recuerda mucho a los del Bosco. Pero este lienzo está en una sección posterior titulada “Saberes arcanos: alquimia, magia y mito”.

La casa de enfrente (1945)
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Hemos dejado atrás varios cuadros increíbles, entre los que destacaremos “Los elementos (Los emigrantes). Un pequeño gato negro situado casi en el centro del lienzo parece abrir el camino a una ofrenda.

Los elementos (Los emigrantes) (1946)
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A la entrada de la siguiente sala encontramos el sorprendente “¿Lo dices en serio?”, fechado en 1953. Tres extraños gatos están conversando acompañados por unos seres casi indescriptibles. ¿Gatos y pobladores venidos de otros mundos?

¿Lo dices en serio? (1953)

Hemos encontrado una foto hecha en el piso donde vivió en el año y medio que estuvo en el Village de Nueva York, en el 50 de la calle Morton. Se ve en primer término a un gato mirando con curiosidad al fotógrafo. Por la indumentaria de la pintora y por la escoba colocada contra la mesa, la foto está preparada, pero la aparición del gato no debía estar planeada.

Volviendo un poco atrás en el tiempo y corrigiendo nuestra primera entrada, añadiremos que su padre no la ayudó a salir del “sanatorio” de Santander, sino todo lo contrario. Consiguió escaparse, llegar a Lisboa (quizá con la ayuda económica de su madre) y refugiarse en la Embajada de México, donde estaba el escritor Renato Leduc. Este, un auténtico caballero, se ofreció a casarse con ella para liberarla de la tutela de su padre.

El huerto en el islote (1946)
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Se divorciaron al año de llegar a Ciudad de México, en 1943. Un año después, en casa del ebanista sevillano José Horna y de su esposa húngara Kati – que fotografió el horror de la Guerra Civil española –, conoció a otro fotógrafo húngaro, Emérico Weisz, más conocido como Chiki, con quien se casó y tuvo dos hijos, Gabriel y Pablo.

Alimentando a la mesa (1959)

Por cierto, hay una maravillosa cuna realizada por José Horna y decorada por Leonora Carrington en la exposición de la Fundación Mapfre.

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Los años cincuenta y sesenta fueron una época extremadamente fructífera para la artista. En los ochenta, con más de 60 años,  empezó a fundir esculturas en bronce, entre las que hay varios gatos que ya aparecieron en la anterior entrada. Algunas de estas pueden admirarse en las calles de Ciudad de México y en Jalisco.

Advertencia a mi madre (1973)
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En 2005 fue galardonada con el Premio Nacional de las Bellas Artes otorgado por el gobierno mejicano. Siempre sintió una profunda aversión por los medios de comunicación, y que sepamos, nunca concedió una entrevista “formal” a ningún periodista.

¡No! (1968)

No se consideraba una artista surrealista, a pesar de que siempre se la encasilló dentro de este estilo. Ella mismo dijo: “Me gustaban las ideas de los surrealistas, pero André Breton y todos los hombres del grupo eran unos machistas. Debíamos ser unas musas alocadas y sensuales dispuestas a entretenerles y atenderles”.

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Leonora Carrington pintaba en la cocina de su casa y dijo en muchas ocasiones que la influencia de la comida sobre la pintura era saludable. Una obra llena de magia, de sueños, de simbolismo nacía en el lugar más prosaico, la cocina, morada de cacerolas, especias y cucharas. Una mezcla maravillosa. Quizá por eso escribió en los años cincuenta una corta obra de teatro, “La invención del mole”, fusión entre magia y cocina.

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No es fácil “leer” los cuadros de Leonora Carrington, pero quizá baste con mirarlos y dejarse llevar. Su gran amigo Sir Edward James – que construyó un jardín surrealista a orillas del río Santa María, en Xilitla, arriba de la Sierra Huasteca – decía: “Leonora ha cruzado más fronteras y atravesado más cadenas montañosas que cualquiera de nosotros, y ha surcado los abismos más profundos…”.

Canción de Gomorra (1963)
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Falleció a los 94 años, el 25 de mayo de 2011, en Ciudad de Méjico. Fiel a su profunda antipatía por los periodistas, ningún miembro de la prensa estuvo presente cuando se la enterró en el Panteón Inglés de Miguel Hidalgo, Distrito Federal. Nunca volvió a su Inglaterra natal.

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