Entre 1759 y 1763, mientras estaba encerrado en un manicomio, Christopher Smart (1722-71) escribió un inmenso poema titulado “Jubilate Agno” (Alabo al Cordero) en el que da gracias a Dios y también alaba a las cosas terrenales creadas por el Señor, entre ellas a su gato Jeoffry, que le acompañó en el encierro. El poema no se publicó hasta 1938, después de que se encontraran unos fragmentos en una biblioteca privada.
Está compuesto por 1.739 versos, aunque se estima que debía superar los 4.000, y se divide en cuatro fragmentos, A, B, C y D. Las 74 dedicadas a Jeoffry están entre las B695 y B768, y empiezan así: “Pues he de contemplar a mi gato Jeoffry,/ pues es el sirviente del Dios vivo y le sirve diaria y debidamente./ Pues al despuntar el primer rayo de la gloria del Señor al oriente,/ le adora a su modo, retorciendo su cuerpo siete veces con rápida elegancia”.
No seguiremos con nuestro pobre intento de traducción de las magníficas líneas dedicadas a Jeoffry. Poco se sabe de la enfermedad mental de Christopher Smart, parecida sobre todo a una obsesión religiosa. Uno de sus poquísimos defensores fue el Dr. Samuel Johnson, otro gran defensor de los gatos, que nunca le abandonó. (https://gatosyrespeto.org/2014/10/21/hodge-el-gato-de-samuel-johnson/).
Christopher Smart se casó y tuvo dos hijas, pero mientras estuvo internado, su esposa dejó Londres por Irlanda, llevándose a las niñas. Durante su vida conjunta, por mucho que publicara, nunca había bastante dinero para mantener el hogar familiar. Leyendo sus biografías, tenemos la sensación de que su vida fue difícil y muy solitaria.
Parece ser que hay pruebas de que Jeoffry vivió con él en su segundo internamiento, pero nadie sabe si le había acompañado desde casa, si ya residía en el manicomio y decidió hacer compañía a Christopher Smart… Nadie se preocupó en escribir la biografía del gato Jeoffry, excepto Oliver Soden.
El autor de la biografía es escritor y locutor, y se dio a conocer con una biografía del compositor Michael Tippett (también tenía un gato), publicada en 2019. Escogido Libro del Año por el Observer, el Times Literary Supplement y la revista Spectator, también ganó el Premio Somerset Maugham y el Premio Royal Philarmonic a la Mejor Narrativa. El 16 de marzo de 2023 se ha publicado su último libro, “Masquerade: The Lives of Noël Coward”, la primera biografía del actor en 30 años.
Hablando de la vida del gato Jeoffry, dice: “La línea divisoria entre los hechos y la ficción es muy poco firme y puede que uno se disfrace de la otra. De haber sobrevivido los hechos, habría recurrido a ellos, pero me he esforzado en no inventar nada, siempre que hubiera información fidedigna”.
Como podemos ver en las dos fotos del autor, tiene un gato llamado – cómo no – Jeoffry. Cuando publicó la biografía ya llevaban siete años juntos, una prueba de que llevaba tiempo pensando en escribirla. En su poema, Christopher Smart describe a su gato como “tenaz, serio y bromista a la vez”.
El primer capítulo del libro de Oliver Soden se titula “The Cattery” (El prostíbulo), y transcurre entre 1750 y 1753. “La tierra tembló cuando Jeoffry nació. Los peces saltaron del río, las chimeneas se cayeron de los tejados, y las campanas no paraban de sonar en los campanarios”. Era el segundo terremoto que sacudía Londres ese año.
Su vida empezó en un armario de una de las mejores casas de Covent Garden y, por suerte, fue adoptado por Nancy, que le metía debajo de la cama cada vez que un caballero la visitaba. Por alguna extraña razón, Jeoffry sabía que no debía salir.
Pasó el tiempo, Jeoffry creció, se envalentonó y empezó a explorar el barrio, yendo cada vez más lejos. Años después, ya en el segundo capítulo, “The Raid” (La redada), el peso de la ley cayó con toda su fuerza sobre el hogar de Nancy y de Jeoffry, y ella acabó en la cárcel. Un chico llamado Hugh Collins le recogió y vivieron juntos un año. Para entonces ya tenía nueve años.
Cuando Hugh decidió hacerse a la mar, llevó a Jeoffry al manicomio donde vivía una tía suya muy bigotuda que, un día, le había dicho que un gato o un perro les vendrían bien a los lunáticos. Así es como Jeoffry acabó en el cuarto de Christopher Smart. Después de estar tres horas debajo de la cama de Smart, el gato salió y observó a un hombre “corpulento, algo hinchado, calvo del todo, sentado en absoluto silencio, que olía a sudor y a tabaco”.
“El gato descubrió que mirar en los pequeños ojos negros era como caer en el agua negra de un pozo sin fondo, mohosa de tristeza y cansancio, mientras en la superficie parpadeaban destellos de una inteligencia incontrolable”.
“Jeoffry, muy lentamente, después de evaluarle durante un minuto largo, empujó la nariz con fuerza contra la mano tendida, del tamaño exacto de su cabeza. Durante unos segundos, la mano del hombre y la cabeza del gato se empujaron mutuamente. A partir de ese momento, fueron amigos”.
Pero, como dice el propio Soden, puede que no ocurriese así. “La historia de Jeoffry es de lo más turbia, y puede que aquí participe la imaginación. Algo más cierta, aunque no del todo, es la de Cristopher Smart”.
Ya lo dijo T.S. Eliot, “nombrar a un gato es un asunto de cuidado, no es ninguna broma”. Christopher Smart llamó Jeoffry a su gato. Era un gran admirador de Jeoffrey Chaucer, quizá olvidó añadir la “e”…
Christopher Smart salió del manicomio al cabo de un año. Al no poder hacer frente a las deudas, fue juzgado el 11 de enero de 1771. No se permitía llevar a un gato a la cárcel, pero Jeoffry no acabó en la calle. Cuando su gran amigo el poeta iba camino de la prisión, él casi había llegado a Devon.
Christopher Smart había avisado a la Sra. Georgiana Ramm, y esta se había desplazado desde Devon para llevarse a Jeoffry. Corrían las últimas semanas de 1770, el gato tenía 20 años y el viaje duró cuatro días. La Sra. Ramm era una viuda con pocos recursos económicos, pero Jeoffry no pasó hambre con ella y se hicieron amigos.
A pesar de su avanzada edad, al llegar la primavera, exploró el jardín y descubrió un agujero por el que podía salir al cementerio del pueblo. Pero una mañana, la Sra. Ramm se inclinó para acariciarle y se dio cuenta de que de la noche a la mañana, su gato se había hecho viejo. Ya no salía tanto, y en otoño de 1772 se apropió de un reposapiés del que apenas se movía. En enero de 1773, a la muy respetable edad de 23 años, Jeoffry se apagó en el regazo de la Sra. Ramm, dos años después de su querido Christopher Smart.
Cuando se redescubrió el poema “Jubilate Agno” en 1938, la editorial Criterion lo publicó. En 1943, el compositor y director de orquesta Benjamin Britten incluyó una parte en su cantata “Rejoice in the Lamb” por sugerencia del poeta W.H. Auden (otro amante de los gatos), dedicando un aria a Jeoffry, a pesar de la preocupación del reverendo Walter Hussey, que había encargado la obra y era reacio a “cualquier tipo de ñoñería”.
La biografía de Jeoffry es una pequeña joya, llena de vida, divertida y conmovedora, espléndidamente escrita. No está traducida al español; crucemos los dedos para que una editorial lo haga. Dedicamos esta entrada a nuestra amiga Yolanda, que ama los libros y a los gatos.