El gato dorado africano (Caracal aurata) es uno de los félidos más desconocidos del mundo. Aproximadamente del doble del tamaño de un gato doméstico, no puede considerarse pequeño. Es un animal robusto, fuerte y de patas anchas, cuyo pelaje presenta dos colores muy distintos, marrón dorado con reflejos rojizos y gris oscuro con reflejos plateados.
Desde 2017 se reconocen dos subespecies del gato dorado africano, el Caracal aurata aurata (marrón dorado), que se encuentra sobre todo al este del río Congo, y el Caracal aurata celidogaster (gris plateado), al oeste del río Cross.
Los análisis filogenéticos han demostrado que el gato dorado africano es un pariente cercano del caracal (Caracal caracal). Las dos especies y el serval (Leptailurus serval) forman el linaje caracal, uno de los ocho de los félidos, a través de una evolución que empezó hace unos 8,5 millones de años.
Volviendo a la descripción de este felino tan poco conocido, se han observado cuatro tipos de dibujo en su pelaje: puede tener moteado todo el cuerpo, lomo, flancos, cabeza, cola y parte exterior de las patas; solo el lomo y el cuello; solo los flancos, y ninguna mancha excepto en el vientre y en las piernas.
La cabeza es más bien pequeña en comparación al cuerpo, con un hocico ancho y ojos con el iris que va desde el verde al marrón dorado. Unas manchas blancas rodean los ojos de forma discontinua y, en general, la barbilla es blanca. Tiene las orejas pequeñas y redondeadas, de color negro en la parte trasera con pelos blancos en el interior. La cola no suele superar la mitad del largo del cuerpo, acaba en una punta negra y puede tener anillos oscuros.
Mide entre 61 y 101 centímetros de largo desde la cabeza a la punta del rabo, que mide entre 16 y 46 centímetros. Su altura desde el suelo al hombro oscila entre 38 y 55 centímetros. El peso varía de 5,5 a 16 kilos, siendo el macho algo mayor que la hembra.
Parece ser que las manchas se dan más en los ejemplares asentados en el oeste de su amplio territorio, que se extiende desde el sur de Senegal hasta Angola pasando por Costa de Marfil, Camerún, República Centroafricana y República Democrática del Congo. Son los únicos felinos africanos que dependen completamente de la selva tropical, pero curiosamente ocupan dos zonas del oeste de África separadas por Benín y Nigeria, donde se desconocen por completo, dejando una gran área sin ocupar.
Se adaptan a cualquier pluviselva tropical, desde el nivel del mar hasta los 3.600 metros de altitud, y también habitan en selvas de hoja caduca, montañosa, de bambú, incluso páramos, sabanas arboladas y bosques fluviales que desembocan en zonas más secas y abiertas. Su densidad incrementa en selvas vírgenes, pero pueden aclimatarse en territorios donde se han cortado árboles siempre que haya un sotobosque espeso y suficientes roedores.
A pesar de ser capaces de trepar, prefieren el suelo, donde han tenido lugar casi todos los avistamientos. Cazan acechando y lanzándose sobre la presa, la misma táctica que utiliza el Felis silvestris catus (gato doméstico), y se alimenta sobre todo de roedores, aunque también caza pequeños mamíferos, aves y primates. En las zonas donde el leopardo (Panthera pardus) ha sido eliminado, su dieta incluye presas algo más grandes, como pequeños antílopes, incluso potamoqueros de río. No tienen reparo en llevarse gallinas si están cerca de lugares habitados.
Hasta hace unos diez años se creía que no empezaban a moverse hasta la caída del sol, pero varios estudios con cámaras trampa han demostrado que el gato dorado africano está activo a cualquier hora del día. Incluso en algunas zonas, el periodo de mayor actividad es el más caluroso del día, cuando el leopardo duerme.
Como la mayoría de felinos que habita en sotobosques muy densos, prefiere moverse por caminos y pistas. Las cámaras trampa instaladas en caminos en desuso de Gabón tienen un porcentaje de éxito mucho más elevado. En zonas sin caminos hechos por los humanos, suelen usar los pasos abiertos por elefantes.
Se sabe muy poco acerca de sus costumbres reproductivas, y los pocos conocimientos de los que se dispone se basan en ejemplares cautivos. La hembra da a luz a uno o dos cachorros al cabo de unos 75 días que pesan entre 180 y 235 gramos. Abren los ojos a la semana y pueden comer solos a partir de las seis u ocho semanas. Se ha observado que crecen con más rapidez que otras especies felinas; un gatito podía escalar un murete de 40 centímetros a los 16 días, demostrando muy pronto un elevado nivel de agilidad y fuerza. Alcanzan la madurez sexual entre los 11 y 18 meses.
Actualmente, el gato dorado está incluido en el Apéndice II de CITES, que incluye especies amenazadas con poblaciones que se han visto muy reducidas, aunque no están en peligro de extinción. Su hábitat esencial es cada vez más reducido debido a la tala de las pluviselvas, que son sustituidas por plantaciones de aceite de palma, actividades mineras y construcción de carreteras. Otro peligro para su supervivencia es la caza, sobre todo en la cuenca del Congo.
Se calcula que ha perdido el 44% de su territorio. Al ser animales que dependen de la selva para su supervivencia, la población disminuye drásticamente en zonas con actividad humana. Además, las nuevas carreteras permiten a los cazadores adentrarse más en la selva.
Se ha prohibido su caza en Angola, Benín, Burkina Faso, Congo, Costa de Marfil, República Democrática del Congo, Ghana, Liberia, Ruanda y Sierra Leona, pero no siempre se cumplen las regulaciones.
Hace un tiempo publicamos entradas acerca del caracal y del serval, parientes cercanos del gato dorado africano: https://gatosyrespeto.org/2020/02/27/el-gato-caracal/ y https://gatosyrespeto.org/2021/05/06/el-gato-serval/.

















