Parece mentira que en 2024 una práctica tan cruel y una auténtica barbarie como la desungulación (oniquectomía) no esté prohibida en todo el mundo. Pero no, basta con saber que en Estados Unidos, únicamente es ilegal en tres estados: Nueva York desde 2019, Maryland desde 2022 y Rhode Island desde 2024. En California está “parcialmente” prohibida, en Oregón requiere un estudio veterinario, y en Michigan e Illinois se encuentra en fase de estudio.

Es verdad que está prohibida en ocho ciudades de California, como Los Ángeles (y todas las ciudades cercanas), además de San Francisco, pero cualquiera que viva allí puede ir a un veterinario de San Diego, por ejemplo. También nos parece inverosímil que todavía acepten practicar una desungulación. Otras ciudades estadounidenses también la prohíben, dieciséis en total.

Pero sigamos recorriendo el mundo y vayamos a Canadá; nueve de las diez provincias prohíben la desungulación. Quebec fue la penúltima en aprobar una ley en 2022, pero no se ha puesto en práctica hasta el mes pasado, febrero de 2024. Ontario, cuya capital Toronto es la ciudad más poblada del país, es la única provincia donde aún puede practicarse.

Según un artículo de la revista National Library of Medicine del 13 de mayo de 2023, parece que varios países latinoamericanos están estudiando aplicar leyes que ilegalicen la desungulación, Chile y México entre otros. Varios países tienen leyes para el bienestar animal, pero la mayoría no prohíben esta operación específicamente, excepto Brasil, donde se multa.

Siguiendo con nuestro recorrido, esta mutilación está prohibida en Australia y Nueva Zelanda, como también en Israel, Turquía y Japón. En total, es ilegal en cuarenta y dos países, entre los que están España, Portugal, Francia, Alemania, Austria, Italia, Luxemburgo, Rumanía, Grecia… Es decir, casi toda Europa a falta de Hungría, Estonia, Polonia, Croacia y Albania. Hemos sido incapaces de saber qué ocurre en Rusia.

Pero ¿dónde empezó esta horrible práctica? Horrible es poco decir; la desungulación  equivale a la amputación de la primera falange, nada menos. En otras palabras, para salvar el sofá, se corta la primera falange del gato, al que supuestamente amamos de una forma muy tierna. ¿Imaginan lo que significa perder las primeras falanges de los dedos de las manos?

Y ahora, un inciso: hasta el año 1948, los dueños de gatos que vivían en pisos utilizaban arena o virutas de madera para el arenero del gato. Fue entonces cuando Edward Lowe “inventó” la arena para gatos a partir de tierra de batán o tierra de Fuller con una elevada capacidad de absorción. Empezó vendiendo paquetes de 2,5 kilos (cinco libras) llamados “Kitty Litter” a 65 centavos (8,50 dólares actuales, carísimo en la época), pero funcionó. Fundó Edward Lowe Industries y en 1964 la arena “Tidy Cat” se vendía por todo el país.

Edward Lowe

Antes de que se comercializara realmente la arena para gatos, un veterinario de Chicago mandó en 1952 una carta al “Journal of the American Veterinary Association” (Publicación de la Asociación de Veterinarios Americanos) en la que proponía la idea de la desungulación. Era eso, una idea que ni siquiera planteaba las consecuencias, pero hizo mella. A finales de los años sesenta empezó a ser  “normal” en Estados Unidos desungular a gatos cuando se les esterilizaba, tanto machos como hembras. Paquete completo. Desde los setenta a los noventa incluso se llegó a “demostrar” que el gato no padecía dolores crónicos posteriores.

Edward Lowe

Es difícil saber cuándo se practicó por primera vez y cuando empezó a enseñarse en las clínicas veterinarias. La referencia más antigua es un artículo titulado “Un nuevo instrumento para desungular gatos”, aparecido en la revista “Veterinary & Small Animal Clinician” (Medicina veterinaria y operaciones en pequeños animales) de 1968. Se cree que la operación se practicó en felinos de gran tamaño mucho antes que en gatos domésticos, pero tampoco se sabe a ciencia cierta.

Las razones para desungular a un gato siempre son las mismas: no estropeará la tapicería ni arañará. Pero esas personas solo piensan en sí mismas y tienen gatos únicamente por egoísmo, opinión compartida por Louis. J. Camuti –  un veterinario neoyorquino al que pronto dedicaremos una entrada –  cuando empezó la moda de la desungulación. Decía: “Con solo pensarlo, me hierve la sangre”.

La operación afecta al gato física y también emocionalmente. Algunos gatos nunca se recuperan y cambian de carácter, se vuelven más agresivos y empiezan a morder. Un gato con uñas sobrevivirá en el campo, incluso en la calle. Malvivirá, pero podrá alimentarse; un gato sin uñas está condenado de antemano. Hoy en día, todos sabemos que se puede enseñar a un gato a usar un rascador.

Hablando de rascador, una anécdota del Dr. Camuti. En los años sesenta, una clienta suya compró una tabla especial para que su gato se hiciera las uñas, pero este demostró el mayor desdén por dicho aparato. La tabla acabó en un rincón del comedor y allí se quedó durante años. Llegó el momento de jubilarse para la criada de la clienta y cuando ambas se despedían entre lágrimas, dijo: “Nunca me he atrevido a preguntárselo, pero esa tabla en el comedor, ¿qué es? ¿Tiene que ver con su religión?”

Los seres humanos tienden a querer moldear a los animales – e incluso a otros seres humanos – a su conveniencia. Inventan razas de animales domésticos que parecen estéticamente mejor que la obra de la propia naturaleza; los gatos ragdoll, por ejemplo, creados en los sesenta para ser dóciles y adorar a la gente. Los gatos Savannah, cruce entre gato doméstico y serval… Y no hablemos de los pobres perros, a los que se les ha hecho de todo.

¿No es hora de darse cuenta de que no somos los dueños de la naturaleza, sino más bien todo lo contrario?

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