El maullido del gato doméstico ha evolucionado con el tiempo. Un estudio realizado por la Universidad Cornell (https://news.cornell.edu/stories/2002/05/meow-isnt-language-enough-manage-humans) indica que el maullido del gato doméstico ha cambiado con el fin de no ser molesto para un ser humano. Según Nicholas Nicastro, autor del estudio: “La comunicación entre gatos y humanos es muy eficaz. Los gatos no tienen un idioma, pero son muy hábiles a la hora de conseguir lo que quieren; en otras palabras, comida, un hogar y un poco de afecto”.

Sin embargo, el gato adulto casi nunca maúlla para comunicarse con otro. Los gatitos sí maúllan pidiendo comida a la madre, pero dejan de hacerlo a los cuatro meses, cuando se les desteta y hay otro gato de la camada presente. Si un gatito está solo con la madre, seguirá maullando hasta los seis meses.

Los gatos disponen de una amplia gama de maullidos; pueden ser autoritarios, quejumbrosos, amigables, fuertes, de bienvenida, exigentes y mucho más. Incluso puede ser silencioso cuando el gato abre la boca, pero no vocaliza. Aunque no todos se comunican con la misma intensidad; hay gatos casi silenciosos y otros tremendamente habladores, como los siameses, por ejemplo, y también hay mucha diferencia entre los gatos callejeros. Además, sus voces son tan particulares como las de los seres humanos.

Las vocalizaciones gatunas se han categorizado de acuerdo con varias características. En 1944, la psicóloga Mildred Moelk publicó el primer estudio fonético de los maullidos, clasificando 16 modalidades vocales en tres tipos principales: Los sonidos emitidos con la boca cerrada (murmullos, ronroneo), los sonidos producidos con la boca abierta que se va cerrando (maullido, aullido) y finalmente los sonidos con la boca abierta, sin cerrar (gruñidos, bufidos).

Utilizó un alfabeto fonético para transcribir y apuntar los diferentes sonidos. Siempre mantuvo que los gatos expresaban simpatía, confianza, descontento, enojo, miedo y dolor con seis maullidos muy distintos. Además, clasificó otros ocho sonidos relacionados con las peleas y el celo.

Pero los cambios evolutivos no se limitan al maullido. Según un estudio reciente publicado en la revista “Behavioural Processes”, los gatos de hoy en día tienen casi 300 expresiones faciales. Cabe la posibilidad de que esta evolución se deba a la cohabitación de muchos siglos con humanos.

Al analizar las imágenes de docenas de gatos filmados en una protectora de Los Ángeles durante varias semanas, los investigadores registraron 26 movimientos musculares diferentes, como pestañear, pasar la lengua por la nariz, fruncir la nariz, retraer los bigotes, lamerse los labios y varias posiciones de las orejas. Consiguieron identificar 276 combinaciones de los movimientos anteriores y las clasificaron como movimientos faciales.

No pudieron dar un significado claro a todas las combinaciones, pero estiman que aproximadamente el 45% era claramente amigable, es decir, con los ojos entornados o cerrados, las orejas y los bigotes hacia delante. Otro 37% era agresivo o defensivo, con bigotes y orejas echados hacia atrás, pupilas contraídas mientras los gatos se lamían los labios. El restante 18% era ambiguo.

Suele acusarse al gato de ser poco comunicativo, indiferente, solitario. Las personas que conviven con ellos sabemos que no es así, pero el estudio lo demuestra, además de probar que el gato doméstico dispone de muchas más expresiones que los felinos salvajes. Lo mismo pasa con los perros: los músculos alrededor de sus ojos han evolucionado, permitiéndoles adoptar expresiones desconocidas en los lobos, de los que descienden.

Además de los maullidos y de las expresiones faciales, el gato tiene muchas otras formas de comunicarse. El rabo – siempre que tengan, claro está – indica con bastante claridad el humor en que se encuentra. Un rabo levantado hacia arriba suele asociarse con un gato contento. Un rabo que se mueve de izquierda a derecha es señal de nerviosismo, de estar harto de que le acaricien, o de estar concentrado a punto de saltar sobre una presa. Hinchan el rabo cuando quieren aparentar un mayor tamaño ante una amenaza, y la cola hacia abajo suele denotar agresividad.

Luego está el ronroneo, que asociamos a un gato feliz, pero no siempre es así. También  ronronean si están intranquilos, si tienen miedo, como cuando se les lleva al veterinario, incluso si les duele algo. Al parecer, es una forma de calmarse al estar estresados.

Muchos gatos dan cabezazos a los humanos o a sus compañeros cuando comparten una casa. Este tipo de comunicación puede tener un componente olfatorio, al igual que al frotarse contra nuestras caras, pero se cree que es sobre todo para atraer la atención o demostrar afecto. Lo mismo ocurre cuando dos gatos se huelen la nariz.

En general, creemos que si un gato se frota contra nuestras piernas, está diciendo que nos quiere… Bueno, también se frota con sillas, sillones y sofás, libros incluso. Sencillamente está marcando su territorio, dejando muy claro que todo esto les pertenece, nosotros incluidos. Muchos gatos lo hacen cuando piden comida, expresan que la persona que les alimenta es suya y, de paso, hacen creer al pobre humano que le dan las gracias.

Los gatos “amasan” un cojín o cualquier superficie blanda (nuestro brazo o pierna también) cuando están contentos. Al mamar, masajean los pechos de la madre para hacer fluir la leche. Es un acto reflejo que les ha quedado de entonces.

Al encontrar un olor realmente interesante, los gatos alzan un poco la cabeza, abren ligeramente la boca, echan los labios hacia atrás y entrecierran los ojos; es el reflejo de Flehmen. Utilizan este gesto para obtener más información gracias al órgano vomeronasal o de Jacobson, que detecta feromonas y otros compuestos.

2 comentarios sobre “Los gatos y la comunicación

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