“Flow” (“Fluir” en español y “Straume” en letón, país de origen de la película) es la historia de un gato negro sin nombre que vive solo en un mundo idílico, un bosque maravilloso donde cazar, con un riachuelo donde beber y una casa abandonada – al parecer recientemente – donde dormir y resguardarse. Para llegar hasta la casa, tiene que pasar por delante de numerosas estatuas de gatos, algunas de ellas realmente enormes.

Un día, mientras intenta escapar de cuatro perros a los que ha robado un pez mientras se peleaban, todo cambia. Casi le aplasta una estampida de ciervos huyendo de una tremenda inundación que lo cubre todo, incluso la casa y la estatua más alta. Por suerte, Gato consigue subirse a una barca ya ocupada por dos extraños tripulantes, un lémur y un capibara.

Pronto aparecerán un labrador, uno de los cuatro perros, y un magnífico pájaro secretario para unirse a ellos. Los cinco deberán superar sus diferencias si quieren sobrevivir en un mundo tomado por las aguas. Cada uno tiene una personalidad muy propia. Gato es independiente y tiene carácter; Perro, bueno, es perro; a Lémur le atraen los objetos que brillan y los colecciona; Capibara descansa mucho y apenas molesta, y Secretario, por fin, es mandón y algo engreído.

En su largo periplo se encontrarán con otros animales, recogerán a algunos, aprenderán a convivir y a ayudarse. Cruzarán magníficas y extrañas ciudades inundadas, mezcla de arquitectura veneciana, india y maya. Nunca se explica qué ocurrió para que desaparecieran los seres humanos ni qué causó la enorme inundación. Los cinco animales no hablan, solo emiten los sonidos que les son propios.

Normalmente, en una película de animación se tiende a humanizar a los animales, hacer que se parezcan a nosotros. Ya no se mueven con naturalidad animal, hacen “monadas” y se les adjudica voces humanas ridículas para que sea más fácil contar la historia. En este caso, no ocurre nada parecido. El joven director (y deberíamos añadir productor, guionista, director de fotografía, montador y compositor de parte de la música) Gints Zilbalodis nos explica cómo nació el proyecto:

“Todo empezó con el gato, con la historia de un gato que supera su miedo al agua. Me pareció que era algo comprensible para todos, ¿quién no sabe que a los gatos no les gusta el agua? Pero sería emocionante ver cómo vence sus temores, y también bonito ver al gato nadando… Me identifico con el gato, creo que soy un poco como él, quiero hacer las cosas a mi manera”.

“Además de gatos, también crecí con perros, y el labrador se inspira en dos de mis perros de antes. Quería que el personaje fuera lo opuesto al gato y aprendiese a ser más independiente. También me hacía falta un pájaro que fuera lo bastante grande como para llevar al gato, y no hay muchos que puedan hacer eso. Fue entonces cuando descubrí el secretario, un pájaro majestuoso e impresionante. El gato no confía en nadie, pero admira al pájaro. Para equilibrar, escogí a un lémur y a un capibara”.

Hablando del diseño y de la animación dice: “Tuvimos que ser sumamente precisos retratando al gato y al perro porque todos sabemos cómo se mueven de verdad. Animar a animales es muy complicado, tienen cuatro patas para empezar, pero lo más difícil es animar a un gato respetando su naturaleza. Basta con observar a un gato un tiempo para darse cuenta de que casi es líquido, se estira, se aplasta”.

“Los sonidos juegan un papel importante a la hora de comunicar emociones”, explica Gints Zilbalodis. “Pero también los movimientos. Los gatos se expresan con el rabo y, sobre todo, con las orejas. Descubrí que los gatos no mueven tanto los ojos para mirar, mueven la cabeza, y eso es algo que no se ve en la animación. Por suerte, hay una biblioteca sin fin de vídeos de gatos en internet”.

“Tratándose de los otros animales, creo que nos tomamos algo más de libertad y subrayamos un poco su personalidad. Eso sí, estudiamos documentales de secretarios,  lémures y capibaras para descubrir cómo se mueven. En la película, el capibara es el único que se lleva bien con todo el mundo. Es totalmente zen. Pero también es así en la naturaleza, incluso con depredadores, acepta a todo el mundo”.

Los sonidos de los animales en la película corresponden a animales verdaderos, no se usó ninguna voz humana. El director reconoce que nunca se había fijado en que cada gato tiene un maullido diferente, por lo que la voz de Gato es de un solo felino. Para grabar al lémur y al capibara, no hubo más remedio que recurrir a los zoológicos. Corre el rumor de que los sonidos emitidos por el capibara corresponden en realidad a los de una cría de camello porque el pobre capibara no tiene una voz muy bonita.

Aquí, los verdaderos intérpretes son los miembros del equipo de sonido y los animadores, que viven emocionalmente lo que les pasa a los protagonistas para reproducirlo. Por ejemplo, hay una escena en la que Gato casi se ahoga, y la animadora le dijo a Gints Zilbalodis que lo había pasado realmente mal animándola.

La animación es un trabajo lento donde se requiere mucha paciencia, incluso utilizando los programas actuales, y hay cosas más complicadas que otras, como el agua. Siempre hemos leído que el agua es lo más difícil de animar y aproximadamente el 90% de la película transcurre en el agua… Por cierto, desde la escritura del guion al estreno de “Flow” transcurrieron cinco años.

En “Flow”, la acción transcurre desde el punto de vista de Gato, él es el protagonista absoluto, la película está construida para él y todo gira a su alrededor, algo que no se había visto todavía en una película de gatos. Tampoco está dirigida específicamente a un público infantil; niños a partir de los seis años disfrutarán mucho viéndola, pero los adultos también. “Flow” no aporta respuestas a las preguntas que plantea, permite que cada espectador decida por sí solo.

Aqua
Aqua

En 2012, a los 16 años, Gints Zilbalodis realizó un corto de animación titulado “Aqua” acerca de un gato negro y el agua. Reconoce que fue el comienzo de “Flow”. En 2019 se estrenó “Away”, su primer largometraje, que le llevó tres años y medio acabarlo y que hizo totalmente solo. Aquí también hay una escena con gatos negros, pero no tiene nada que ver con felinos.

Away

Si tienen ocasión de ver “Flow, un mundo que salvar”, no se la pierdan. Merece la pena verla en cine, en una gran pantalla para no perderse un solo detalle, una sola pista (hay muchas). Es una maravillosa película de animación, cuidadísima, triste y divertida a la vez. Por cierto, se estrena el viernes 24 de enero en España, o sea, mañana.

4 comentarios sobre “El gato de Flow

  1. Tengo mucha ansiedad por ver esta película, adoro los gatos negros. Sé que no seré imparcial para evaluarla, pero se trata de disfrutarla, no? Saludos.

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