Kiddo fue el primer gato en intentar cruzar el Atlántico a bordo de una aeronave, aunque la travesía no llegó a completarse. Kiddo y su hermano vivían en el hangar donde se construyó el dirigible y pertenecía a uno de los miembros de la tripulación del América, capitaneado por Walter Wellman (1858-1934), un explorador, aeronauta y periodista estadounidense. El 15 de octubre de 1910, Wellman y cinco tripulantes salieron de Atlantic City con la intención de cruzar el Atlántico.

En principio, Kiddo no estaba incluido en la travesía, pero Murray Simon le coló en el bote salvavidas colocado debajo del dirigible donde Jack Irwin, el operario de radio, tenía su puesto. Cuando el barco que remolcaba al América soltó las amarras del aerostato, parece ser que Kiddo se asustó y empezó a maullar y correr de un lado a otro, sacando de quicio a Melvin Vaniman, el ingeniero jefe, lo que dio pie al primer mensaje radiofónico de la historia enviado desde una nave aérea, dirigido al secretario de Wellman: “Roy, ¡ven a buscar al maldito gato!”
El piloto Murray Simon estaba convencido de que Kiddo les traería suerte, pero los demás no estaban de acuerdo. Metieron al pobre gato en una bolsa atada a una cuerda e intentaron bajarla hasta el barco remolcador, algo imposible debido al mal tiempo. Kiddo se quedó y no tardó en acostumbrarse al dirigible. La tripulación cambió de parecer, tal como se refleja en el cuaderno de bitácora. “…más útil que un barómetro. Nadie debe cruzar el océano en un dirigible sin tener un gato al lado”, escribió Murray Simon. “Siempre nos avisa de si el tiempo va a cambiar”.

Por mala suerte, además de problemas con los motores, una tormenta apartó al aerostato de la ruta prevista, y no pudieron completar la travesía. La tripulación y Kiddo subieron a bordo del bote salvavidas y soltaron el dirigible. Fueron rescatados poco tiempo después por el barco británico RMS Trent, que hacía el recorrido entre las Bermudas y Nueva York, y con el que se habían comunicado mediante una linterna morse. Una vez el bote a bordo del Trent, encontraron a Kiddo dormido en la cámara de popa, pero volvió a ponerse muy nervioso al descubrir su nuevo entorno. Sin embargo, se calmó rápidamente cuando se le ofreció un copioso desayuno. Simon Murray aprovechó para recordarles a todos que habían hecho bien en llevarse a Kiddo, ya que los gatos tienen “nueve” (en los países de habla inglesa) vidas.

Parece ser que los oficiales del Trent estaban encantados con la idea de tener un gato a bordo porque la antipatía que sentía el capitán Down por los felinos era conocida por todos.
Los miembros de la tripulación del América fueron recibidos como héroes a su llegada a Nueva York. Kiddo, que pasó a llamarse Trent en honor al barco que les había rescatado, fue expuesto durante unos días en Gimbel’s, uno de los grandes almacenes de la época, rodeado de cojines y dentro de una amplia jaula dorada. (Esperemos que a alguien se le ocurriera ponerle un arenero).

Posteriormente, Kiddo, alias Trent, se retiró de la profesión de aviador para vivir una apacible vida de gato casero con Edith, la hija de Walter Wellman.
Pero……al parecer, Kiddo no fue el primer gato en volar. En 1785, George Biggin y el aeronauta pionero Vincenzo Lunardi quisieron hacer una demostración de un vuelo en globo delante de 200.000 personas, entre las que estaba el príncipe de Gales. Al no aparecer Biggins, Lunardi se fue solo en compañía de un perro, un gato y una paloma.
Otro gato llamado Whoopsy (al que rebautizaron Jazz) superó las hazañas de Kiddo en 1919 cuando se convirtió en el primer gato en cruzar el océano desde Inglaterra a Estados Unidos. Subió a bordo del dirigible británico R-34 en brazos de un polizón llamado William Ballantyne, que se puso enfermo pocas horas después de empezar el viaje. Acabó pagándose el pasaje trabajando de cocinero, y Whoopsy fue adoptado por la tripulación. Se convirtió en la mascota del dirigible, con el que realizó varias travesías hasta que se estrelló en 1921. Whoopsy fue el único miembro de la tripulación que resultó herido con una pata magullada. No se sabe qué fue de él posteriormente.