
Orangey saltó a la fama en 1951 cuando fue el primer gato en protagonizar una película, concretamente «Rhubard», dirigida por Arthur Lubin, con Ray Milland, Jan Sterling y Gene Lockhart. El largometraje cuenta la historia de Rhubarb, un gato callejero atigrado de color naranja con mucho carácter al que adopta un millonario dueño de un club de béisbol profesional. Al fallecer, deja todo su dinero y el club al felino.
Gracias al éxito que obtuvo en su primera aparición en la gran pantalla, trabajó en numerosas películas, como la famosa «Desayuno con diamantes» (1961), de Blake Edwards, con Audrey Hepburn y George Peppard, donde interpretó al gato que recoge Holly Golightly. Comparten techo durante un tiempo, pero Holly nunca le da un nombre: «A pesar de ser algo incómodo, no tengo derecho a nombrarle hasta que pertenezca a alguien».
La actriz dijo una vez que lo peor que jamás había tenido que hacer en una película era echar a Gato del taxi bajo la lluvia: «Fue lo más desagradable que jamás hice como actriz en una película». No podemos afirmarlo, pero creemos que le gustaban los gatos.
Orangey tuvo el papel de Neutrón en «Regreso a la Tierra» (1955), de Joseph M. Newman, una película de ciencia-ficción, como puede deducirse por el título. A continuación le vimos en «El increíble hombre menguante» (1957), de Jack Arnold, en la que interpretaba a Butch, el gato de la familia que amenaza al muy menguado protagonista.


Entre 1952 y 1956 interpretó a la gata Minerva en la serie «Our Miss Brooks», protagonizada por Eve Arden en el papel de una maestra soltera con una gata. A principios de los sesenta apareció en uno de los episodios de «El Show de Dick Van Dyke», concretamente en «¿Dónde has estado, Fassbinder», como Mr. Henderson. También fue uno de los animales de Elly en la famosa serie «Los nuevos ricos» (1962) y participó en algunos episodios de «Mi marciano favorito» (1963).


Trabajó en otras tres películas, «Gigot» (1962), con el genial Jackie Gleason; «La comedia de los terrores» (1964), de Jacques Tourneur, con Vincent Price y Peter Lorre, en el papel de Cleopatra, y finalmente «El pueblo de los gigantes» (1965), una película malísima donde interpretó a un gato gigante.


En total, catorce años de estrellato. No está nada mal. Orangey pertenecía al conocido domador de animales Frank Inn y fue su primera gran estrella. La segunda fue Higgins, un perro callejero rescatado de la perrera que tuvo un papel protagonista en la serie «Expreso a Petticoat» (1963), y en los largometrajes «Mooch Goes to Hollywood» (1971) y «Benji» (1974). Adoraba a los animales y no soportaba que las perreras sacrificaran animales sanos, por lo que los adoptaba. Si tenían aptitudes interpretativas, se los quedaba; si no, se los regalaba a amigos. Parece ser que en una época llegó a tener hasta mil animales y a gastar unos 400 dólares diarios en alimentarlos.


Pero volvamos a Orangey, ganador de dos premios Patsy, el equivalente del Oscar para animales, por «Rhubarb» y «Desayuno con diamantes», las dos grandes películas de su carrera. Sin embargo, se rumorea que Orangey siempre tuvo dobles, aunque Frank Inn jamás quiso reconocerlo. Los gatos no se dejan amaestrar con tanta facilidad como los perros; tampoco imaginamos a un gato dispuesto a repetir la misma toma doce veces… Las malas lenguas dicen que para «Rhubard», Frank Inn llegó a usar hasta 36 gatos anaranjados diferentes y doce para «Desayuno con diamantes». Orangey existió, de eso no cabe duda, pero es muy posible que no fuera uno solo. Catorce años bajo los focos son muchos años para un gato; catorce años aguantando el ajetreo que supone un rodaje, las carreras, el ruido y los gritos hasta el famoso «¡Silencio, se rueda!»

Orangey tenía, además, la reputación de ser un gato difícil. Según dicen, se comportaba modélicamente durante el rodaje, pero en cuanto oía «¡Corten», podía arañar o morder a su coprotagonista, algo de lo que dudamos. Ningún estudio permitiría que un gato arañase o mordiese a una estrella del calibre de Audrey Hepburn, por ejemplo. Tristemente, cabe la posibilidad de que todos los Orangey estuvieran desungulados, una operación que por fin se ha prohibido en España.
Un ejecutivo de Paramount Studios describió a Orangey como «el gato más malvado del mundo». Cuentan que aguantaba pacientemente mientras se rodaba, pero que entre toma y toma aprovechaba cualquier despiste para escaparse con la consecuente pérdida de tiempo mientras se le buscaba. Incluso dicen que Frank Inn apostaba perros en las salidas para impedirle que desapareciera. También dudamos que esto ocurriera a menudo; una o dos veces quizá… Pero Orangey era una estrella, y ya se sabe, todas las estrellas se rodean de una leyenda.

Dedicamos esta entrada a todos los gatos que han trabajando y siguen trabajando en el cine para entretenernos. Las leyes de protección animal han mejorado; ahora, al final de todas las películas con animales aparece un cartel garantizando que ninguno ha sido maltratado ni ha sufrido durante el rodaje. Pero basta con pensar en las horas que pasan metidos en un transportín – nos referimos a gatos -, al calor de los focos y a todo lo que supone un rodaje para echarse a temblar.