El bobtail japonés es un gato doméstico conocido desde hace al menos mil años en Japón y Corea, y probablemente más en China. Se le menciona por primera vez en un manuscrito del tutor de la emperatriz de Japón en el año mil, y aparece habitualmente en grabados, pinturas, objetos. ¿Quién no ha visto un maneki-neko, o gato de la buena suerte, con su pata derecha levantada? Es un bobtail japonés.

La característica más llamativa de esta raza natural es su curioso rabo, que no tiene nada que ver con una mutación o una hibridación. El rabo corto y rígido se debe a un gen recesivo que sigue apareciendo sin que los bobtails se apareen entre sí. Al contrario del gen dominante en los gatos Manx, este gen no se asocia con problemas de los huesos. El bobtail tiene menos vértebras en el rabo, e incluso algunas se fusionan, pero lo más curioso es que ninguno posee una cola igual. Para que se le considere un auténtico bobtail, el rabo estirado no debe sobrepasar los diez centímetros.
El bobtail clásico, el favorito en Japón y el más representado, es un gato mayormente blanco con manchas negras y pelirrojas, o sea tricolor, pero los hay de muchos colores, con manchas más o menos grandes dispuestas de diversas maneras. También pueden tener los ojos de diferente color.
Al parecer, los bobtails fueron gatos de palacio o de personas pudientes y no solían verse por las calles. Algunos documentos indican que el emperador Ichijo (986-1011) fue el primero en llevar ejemplares a Japón desde China. Pero habría podido llegar incluso antes, durante el periodo Asuka, en el siglo VI, con otros apreciados artículos de la cultura china.
Sin embargo, en 1602, las autoridades publicaron un decreto ordenando que todos los gatos debían servir para deshacerse de los ratones y ratas que infestaban los criaderos de gusanos de seda, almacenes, etcétera. Esto significó que los gatos ya no pudieron pasar la vida en casas y salir con correa; es más, se prohibió la venta y compra de gatos. A partir de ese día, los bobtails se reunieron en las calles y campos con sus congéneres de largas colas para descubrir un mundo nuevo en el que probablemente pasaron hambre, aunque salvaran la industria de la seda.
Unos años después, concretamente en 1697, se edificó el famoso tempo Gotokuji en Tokio, cuyas paredes están decoradas con frescos de bobtails. Los gatos del templo fueron los precursores de los maneki-neko, que hoy van camino de invadir el mundo y rodean el templo por centenares. Incluimos algunos grabados del famoso Utagawa Kuniyoshi (https://gatosyrespeto.org/2017/08/10/los-muchos-gatos-de-utagawa-kuniyoshi/).

En 1701, el naturalista y explorador alemán Engelbert Kaempfer describió la flora, la fauna y los paisajes de Japón en su libro “Engelbert Kaempfer: Heutiges Japan” (El Japón de hoy): “Solo he visto una raza de gato doméstico. Tiene amplias manchas amarillas y negras sobre pelo blanco; su rabo es muy corto y parece que se lo han torcido y roto. No le interesa cazar ratas ni ratones, solo quiere que las mujeres le lleven en brazos y le acaricien”.


La cola vestigial suele medir cinco centímetros, pero si se endereza, alcanza el doble. A primera vista, no se nota que está “enrollada” al quedar disimulada por el pelo y adquirir la forma de un pompón. Suele ser un gato de tamaño medio, alargado, delgado, aunque musculoso, y de hombros anchos, tanto como los cuartos traseros. Es alto y las patas traseras son algo más largas que las delanteras, lo que tampoco se nota cuando está en actitud de reposo porque las dobla ligeramente. Tiene un rostro triangular con orejas de buen tamaño, ojos grandes y ovalados. Al ser una raza natural cuya genética no ha sido manipulada por el hombre, es un gato resistente sin problemas de salud.
Los gatos son animales muy queridos en Japón, como lo demuestran los neko-cafés o el popular maneki-neko, y ocupan un lugar importante en el folclore, aunque no siempre se han visto con buenos ojos. Como en otros lugares del mundo, despertaban la desconfianza, pero el bobtail era considerado un gato de la suerte, de buen augurio, mientras que su hermano rabilargo era el nekomata (https://gatosyrespeto.org/2016/02/04/los-gatos-cambiantes-o-bakeneko-de-japon/), una especie de espíritu maligno.
Una leyenda cuenta que en la era Edo, en el siglo XVII, la gran época de los señores feudales, había en Tokio un templo en muy mal estado donde vivía un pobre monje que, a pesar de tener poco para llevarse a la boca, lo compartía todo con su gata Tama. Un buen día, Naotaka Ti, un señor feudal de gran importancia, se vio sorprendido por una terrible tormenta en los alrededores del templo. Vio que una gata blanca rabicorta, con manchas negras y marrones, levantaba la pata como indicándole que se acercara. Asombrado, se atrevió a dejar el árbol bajo el que se había cobijado para ver de cerca a tan singular felino. En ese mismo momento, un rayo cayó sobre el árbol partiendo la enorme rama bajo la que se resguardaba. El señor reparó el templo, y el monje y Tama jamás volvieron a pasar hambre. Así nació el maneki-neko.


También existe una leyenda acerca del origen del rabo corto de los bobtails. Cuenta que un gato dormía tan cerca de un brasero que se le incendió la cola. Aterrado, cruzó la ciudad corriendo, prendiendo fuego a todo lo que encontraba en su camino. Al ser las casas de madera, las llamas se propagaron con rapidez y la ciudad se quemó. El emperador decretó que debía cortarse el rabo a todos los gatos del país como medida preventiva.
El bobtail es, sin lugar a dudas, el gato que más tiempo lleva en Japón y el más apreciado.