Gato saltando

Joan Miró i Ferrá está considerado uno de los mayores exponentes del surrealismo. Su legado es enorme e incluye pinturas, litografías, cerámicas, murales y esculturas. Entre sus numerosas obras, hemos encontrado once con gatos; en realidad, muy pocas si tomamos en cuenta su gran producción. Posiblemente, el primer gato que pintó fue el que acompaña a Adelaida Castellnou, la “masovera” de la masía que tenía su familia en Mont-roig del Camp. El gato, como buen gato, está sentado delante de la estufa y mira al pintor. Tiempo después de haberlo terminado, Miró dijo: “Cuando pinte “La masovera” pensé que el gato era demasiado grande, desequilibraba el cuadro. Por eso hay dos círculos y las dos líneas en primer término. Pueden parecer simbólicos, esotéricos, pero no son un capricho. Los pinté para aportar equilibrio al cuadro”.

La masovera (1922)
La masovera (detalle)

Nacido el 20 de abril de 1893, el pintor era hijo de Miquel Miró, dueño de un taller de orfebrería y relojería en una callejuela cercana a la plaza Real de Barcelona, y de la mallorquina Dolors Ferrá. Estudió dibujo en el Círculo Artístico de Sant Lluc y expuso por primera vez en las Galerías Dalmau en 1918 sin el menor éxito. Se trasladó a París dos años después, pero siguió regresando a Cataluña y Mallorca cada verano.

Joan Miró en 1916

Se unió a los surrealistas en 1924 y un año más tarde pintó uno de sus cuadros más famosos, «El Carnaval de Arlequín», donde aparecen dos gatos jugando con un ovillo de lana en la parte inferior derecha. Poco tienen que ver estos dos gatos juguetones con el gato serio que acompaña a la masovera. La obra fue realizada durante momentos muy difíciles para el artista, que incluso llegó a decir: “Intenté plasmar las alucinaciones que me producía el hambre que pasaba. No es que pintara lo que veía en sueños, como decían entonces Breton y los suyos, sino que el hambre me provocaba una manera de tránsito parecido al que experimentaban los orientales”. En 1938 escribió acerca de este cuadro: «En la madeja de hilo deshecha por los gatos vestidos de arlequines ahumados retorciéndose y apuñalando mis entrañas…»

El Carnaval de Arlequín
El Carnaval de Arlequín (detalle)

Las diferencias entre el grupo de los surrealistas se hicieron más patente entre 1928 y 1930. Joan Miró optó por dejar la política de lado y luchar a través de la pintura. En los años siguientes se dedicó al collage recortando formas imprecisas y, sin pegarlas completamente al soporte, enlazándolas mediante grafismos. Estas formas le abrirían la puerta a la escultura.

El gatito en el claro de luna

En 1930 expuso esculturas-objetos en la galería Pierre y tuvo su primera exposición individual en Nueva York. El bailarín y coreógrafo Léonide Massine le pidió que se encargara de los decorados y vestuario del famoso ballet “Jeux d’enfants” y Miró se desplazó a Montecarlo a principios de 1932. El hambre ya no le produciría las alucinaciones que le hicieron vestir a dos gatos de arlequines. La obra fue un éxito rotundo y se estrenó en París, Nueva York, Londres y Barcelona.

Mujer con gato

Se casó con Pilar Juncosa en Mallorca el 12 de octubre de 1929 y en julio del año siguiente nació su hija María Dolors. Pierre Matisse, el hijo pequeño del pintor Henri Matisse, abrió una galería de arte en Nueva York que no tardó en influir en el movimiento de arte moderno en Estados Unidos. El galerista siempre admiró la obra de Miró y le introdujo en el mundo de los coleccionistas norteamericanos.

Gato feliz

Se mudó a Barcelona en 1932 aunque viajaba con mucha frecuencia a París. Formó parte de la Asociación Amics del Art Nou, que se esforzaba en promocionar la vanguardia artística catalana. En esta época exponía regularmente en Barcelona, París, Londres, Berlín y Nueva York.

Barbare en la nieve

El estallido de la guerra civil española en 1936 le hizo volver a una pintura más representativa. Realizó el cartel “¡Ayudad a España!” para un sello postal destinado a ayudar al gobierno republicano y pintó una obra de grandes dimensiones para el pabellón de la República Española en la Exposición Internacional de París de 1937.  “El segador” alza la hoz como símbolo del pueblo en lucha. Desgraciadamente, la obra desapareció al final de la exposición y solo quedan algunas fotografías.

Joan Miró trabajando en «El segador» (1937)

En 1939, Joan Miró se mudó a Varengeville, en Normandía, y un año después, al entrar las tropas alemanas en París, consiguió volver a España. Durante su estancia en Normandía y a su regreso a Mont-Roig, pintó la famosa serie “Constelaciones”. A finales de los años cuarenta se desplazó con frecuencia a París para producir más de mil ediciones litográficas con su amigo Fernand Mourlot.

El gato (1969)

A partir de los años sesenta, Miró entró en una nueva etapa, en la que se refleja la soltura en la forma de trazar los grafismos con una gran simplicidad, propia de la espontaneidad infantil; en sus telas, los gruesos trazos son realizados con color negro, se ven goteos de pintura y salpicaduras, aludiendo repetidamente a la tierra, el cielo, los pájaros y la mujer con colores primarios.

Gato
Gato

En 1978, el editor Maeght publicó una caja con poemas de André Frénaud y con tres aguafuertes de Joan Miró bajo el título “La emancipación definitiva de la cola del gato”. Los tres grabados de Miró no son de gatos, pero el 15 de agosto de 1980, el pinto escribió una carta al poeta en la que dice: “La cola del gato se inclina cada vez más hacia las constelaciones”.

 

 

 

 

 

 

 

 

La emancipación definitiva de la cola del gato

En 1979 fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Barcelona. Años antes, en 1954, había sido galardonado con el Premio al Grabado de la Biennale de Venecia, y en 1958 con el Premio Internacional Guggenheim. En 1981, el Ayuntamiento de Palma creó la “Fundación Pilar y Joan Miró a Mallorca” en los cuatro estudios donados por el artista. En octubre de 1918, el Grand Palais de París inauguró la mayor retrospectiva dedicada al artista hasta la fecha con 150 obras.

Foto de Francesc Catalá-Roca (1978)

Miró tenía problemas cardíacos y falleció en su casa de Palma de Mallorca el 25 de diciembre de 1983 a los noventa años. Reposa en el cementerio de Montjuïc en Barcelona.

Maravillas, el gato
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