“Cierre los ojos, imagine a un gato. Imagine una presencia negra y suave, una cualidad silenciosa, astuta, somnolienta. Y en esta presencia que finge dormir, ponga ahora dos ojos, ojos claros, puros, límpidos. Ojos de ángel, si prefiere. Los ángeles son tan traviesos como los gatos, y como ellos, se pasan mucho tiempo durmiendo”.

Nueva York, 1983

“¿Ya lo tiene? Un gato negro aterciopelado con ojos de ángel. Bien. Sigamos. Ahora, dé uno o dos pasos hacia atrás. Tres o cuatro metros sería perfecto. No mire al gato. No se fije en los bigotes del ángel. Los dos – el gato y el ángel – no deben sospechar nada. Y ahora, con gesto rápido, abra la ventana y deje que entre…”

Edouard Boubat (1988)

“Una vez abierta, todo llega. Y en ese todo hay jóvenes brasileñas, muñecos de nieve sin domicilio fijo, niños parisinos y chinos, gallinas del Nepal y de la Corrèze, sombreros, panes de pueblo, chaparrones, luces”.

Gato – Partituras (1982)

“Ahora, los dos se van, el gato y el ángel. Llevan una pequeña maleta negra de cartón. En la maleta, una etiqueta: ‘Edouard Boubat, siempre invisible’. En la maleta, una cámara. Ya está. Abra los ojos. Todos se han ido. Solo quedan las imágenes”.

Autorretrato

El texto anterior es la traducción de parte de la presentación escrita por el autor francés Christian Bobin para la exposición de fotos de Edouard Boubat en la galería del teatro LARC en abril de 1986. Es la única ocasión en que se asocia al fotógrafo con un gato mediante la palabra.

Violette (años sesenta)

Es posible que la fotografía con gatos más conocida de Boubat sea “Gatos en un tejado de París”; sin embargo, es mucho menos famosa la otra de un gato mirando a los que están siendo fotografiados en un tejado de París. Ambas son de 1947.

Gatos en un tejado de París (1947)
1947

Edouard Boubat fotografió el mundo entero, primero España e Italia en los años cincuenta, y a partir de los años setenta recorrió Irán, Siria, India, Japón, Rumanía, Perú y Brasil, pero se le recuerda sobre todo por las fotos de mujeres o de París. Las imágenes que trajo de estos países, en muchos casos, no tienen par. Su cámara plasmaba lugares, pueblos, personas y animales.

Desnudo con gato

Nació en 1923 en el muy parisino barrio de Montmartre. Al igual que otro famoso fotógrafo, Robert Doisneau (https://gatosyrespeto.org/2017/03/09/gatos-de-paris-y-robert-doisneau/), empezó trabajando en una imprenta, mientras estudiaba fotograbado en la escuela Estienne de 1938 a 1942, hasta que fue obligado a ir a Alemania – como otros cien mil franceses – y pasó dos años en un campo de trabajo. No se inició en la fotografía hasta su regresó a París, después de la guerra, mientras trabajaba en una fábrica. Una de sus primeras fotos, “La niña con hojas caídas”, ganó el premio Kodak en 1947.

Nueva York, 1989

Su primera exposición fue en la Galería Hune de París, con Brassaï, Doisneau, Faccetti e Izis (todos amantes de los gatos). Allí conoció a Jimy Gilou, el director artístico de la revista “Réalités”, para la que trabajó hasta 1970, año en que decidió pasar a ser fotógrafo independiente. Como hemos dicho antes, viajó muchísimo durante su vida, pero nunca quiso fotografiar conflictos o guerras, por lo que el poeta Jacques Prévert dijo una vez: “Aun en las tierras más lejanas, Boubat busca y encuentra oasis. Es el corresponsal de la paz”.

Escalera

También es conocido por sus retratos de personalidades de cualquier ámbito como Claude Levi-Strauss, Ingmar Bergman, Rudolf Nureyev, Robert Doisneau, Jean Genet, Marguerite Yourcenar, Harold Pinter, Eugène Ionesco, Juliette Binoche, Simon Hantai e Isabelle Huppert, a la que vemos con un gato.

Isabelle Huppert (1985)

Puede que nos equivoquemos, pero nos da la impresión de que el gato fotografiado con la actriz es el mismo que el fotógrafo tiene en su regazo en la foto de Marc Gantier, o en sus hombros en 1988, y también es el de la partitura e incluso el gato pensativo en la mesita, sentado al lado de la cámara. El gato sin nombre del fotógrafo.

Fotografía de Marc Gantier (1988)
Paquebote

Y está el autorretrato con un/a gato/a de largo pelo blanco, y con otro, también blanco, en Nueva York en 1989. Creo que no cabe duda de que a Edouard Boubat le gustaban los gatos, aunque no los retratara tan a menudo como Doisneau u otros fotógrafos.

En 1980, para el catálogo de la exposición de Boubat en el Museo de Arte Moderno, Marguerite Duras escribió: “Si nuestros ojos mirasen como mira la fotografía de Boubat, ¿podrían aguantarlo? (…) Cuando Edouard Boubat capta la singularidad ineludible de un rostro, parece que siempre ocurre en el momento más inesperado, ese momento en que el rostro deja su identidad para perderse en lo que existe a su alrededor, cerca o lejos. En otra parte o al lado.

El gato de Wendy Worth

Edouard Boubat creía que la verdad de la fotografía no se parecía en nada al cine, a la escritura o a la pintura. Pero que eso debían descubrirlo los demás, no los fotógrafos.

Gato – Pinball

Las fotografías de Boubat captaban la vida en el momento, y para él, la fotografía equivalía a una serie de encuentros que siempre le dejaban maravillado y alegre. Posiblemente rehuyó siempre retratar el horror porque, como él mismo dijo, refiriéndose a los dos años que pasó en un campo de trabajo en Alemania: “Vimos los crímenes nazis, vi el horror”.

Invitación a retrospectiva

Falleció de leucemia a los 75 años el 30 de junio de 1999 en París, la ciudad que le vio nacer y que tantas veces fotografió.

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