La escultora Niki de Saint Phalle nació el 29 de octubre de 1930 en Neuilly-sur-Seine, una población pegada a París incluso entonces. Su madre era Jeanne-Jacqueline Harper, una elegante y bella estadounidense enamorada de Francia, y su padre, el conde André Marie Fal de Saint Phalle, un rico banquero admirador de Estados Unidos. Creció entre Francia y Nueva York antes de casarse a los 17 años con el poeta Harry Mathews en esta última ciudad.
Nada en su infancia parecía inclinarla hacia la creatividad artística. Sus primeros trabajos fueron como modelo para las revistas Vogue, Life y Elle. Apareció en la portada de Life a los 18 años, y de Vogue (edición francesa) tres años después. Tuvo a Laura, su primera hija, en 1951. Sin embargo, en 1953, con solo 22 años, sufrió una grave depresión, quizá consecuencia de haber sido violada por su padre a los 11 años. La ingresaron en un hospital psiquiátrico y fue sometida a un tratamiento de electrochoques que alteró su memoria.

Ella misma dijo: “Empecé a pintar donde los locos. Allí descubrí el universo oscuro de la locura y su curación; aprendí a traducir mis sentimientos, los miedos, la violencia, la esperanza y la alegría en los cuadros”.

Su hijo Philip Abdi nació en Deià, Mallorca, en 1955. Viajó a Madrid y tuvo una auténtica revelación cuando descubrió a Gaudí en Barcelona, concretamente en el Parque Güell. Nunca había pensado en usar materiales poco habituales y objetos como elementos estructurales en una composición.

Regresó a París con su familia a mediados de los cincuenta y en 1956 expuso una serie de cuadros ingenuos por primera vez en Suiza. Dejó a su marido en la década de los sesenta, después de conocer al escultor suizo Jean Tinguely, con el que se casó en 1971.

Se dio a conocer entre los artistas de vanguardia con la serie “Tirs” (Disparos), unos sacos de polietileno recubiertos de yeso llenos de bolsas de pintura representando figuras humanas contra los que se disparaba para crear la imagen final. Después llegaron las famosas “nanas” (“mujeres” en argot francés), hechas de papel maché, alambre, tela y lana que se vieron en la galería Alexander Iolas de París en 1965.

Un año después, Pontus Hultén, el director del Moderna Museet de Estocolmo le dio total libertad para crear una obra que realizó en colaboración con Jean Tinguely y el finlandés Per Olof Ultvedt. Se trataba de una gigantesca “nana” tumbada de espaldas, con las rodillas alzadas, las piernas abiertas y con una minúscula cabeza, enormes pechos y una tripa redonda como si estuviera embarazada. El público entraba por la vagina y en el interior descubría varias salas temáticas. La escultura medía 23 metros de largo y pesaba seis toneladas. Fue un éxito fulgurante y “Hon/Ella” estuvo expuesta tres meses antes de ser destruida. Hoy solo queda el cartel de “Hon en-Katedral”.

En 1979 se compró unos terrenos en Garavicchio, Toscana, para crear el “Giardino dei Tarocchi” (Jardín del Tarot) con esculturas inspiradas en el simbolismo del Tarot. No se inauguró hasta 1998, después de veinte años de trabajo y una considerable inversión en la que participó la familia Agnelli, principales accionistas de Fiat.

Su compañero del alma, Jean Tinguely, falleció el 30 de agosto de 1991. A partir de ese momento, la artista regaló 55 esculturas y un centenar de obras gráficas del artista para conseguir que en 1996 se abriera el Museo Tinguely en Basilea, inaugurado por Ponthus Hultèn. También le dedicó la serie “Tableaux éclatés” (Cuadros estallidos), donde se lee la palabra “Jean” en hojalata, realizada en colaboración con Larry Rivers empleando elementos eléctricos y electromecánicos que evocan la obra de Tinguely.

Es posible que la primera escultura gatuna de Niki de Saint Phalle sea la del cementerio de Montmartre hecha en recuerdo de Ricardo Menón, el hombre que fue su asistente durante diez años. Este le había presentado a la ceramista Venera Finocchiaro en 1983, lo que inició una colaboración para realizar los revestimientos de porcelana y mayólica de las estatuas que pueblan el Jardín del Tarot.

Ricardo era mucho más que un asistente, les unía un vínculo especial. Era su amigo, confidente, hermano. Niki sufrió una grave crisis de artritis que le impedía andar y Ricardo se ocupó de ella, llevándola en brazos a todas partes. Después de traer a un amigo argentino, Marcelo Zitelli, para que asistiera a la escultora, Ricardo regresó a Francia sin decirle que había contraído el sida. Niki de Saint Phalle no se enteró hasta dos años después, cuando le hospitalizaron.

La artista siempre le comparaba a un gato; le parecía un hombre orgulloso, misterioso y sensual. Fue a verle en cuanto supo que estaba en el hospital y le prometió que realizaría una escultura de gato en su honor y que la colocaría en su tumba. A Ricardo le gustó la idea y Niki se encargó de encontrar un lugar adecuado, concretamente el cementerio de Montmartre. Delante de la escultura, grabado en una piedra, se lee: “A nuestro gran amigo Ricardo, que falleció demasiado joven, amado y apuesto”. Niki reprodujo la estatua para colocarla en el Jardín del Tarot y tenerle siempre presente.

Parece que la muerte de Ricardo afectó mucho a Niki de Saint Phalle y a Jean Tinguely. La escultora cayó en una depresión mientras trabajaba en la escultura del gato Ricardo, y Tinguely empezó a preparar su propia muerte. Dejó de tomar la medicación y murió dos años después.

Niki de Saint Phalle tenía tendencia a realizar esculturas de gran tamaño y hay gatos suyos diseminados por el mundo, como el “gato tiesto” en la isla de Naoshima, Japón. También hay gatos banco, gatos para jugar al escondite. Son animales sonrientes, felices, incluso el gato Ricardo está lleno de alegría.

Niki de Saint Phalle murió de enfisema el 21 de mayo de 2002 en San Diego, a los 69 años. Acabaremos con una cita suya: “El comunismo y el capitalismo son un fracaso. Creo que el tiempo es propicio para configurar una nueva sociedad matriarcal: ¿usted cree que la gente continuaría muriéndose de hambre si las mujeres se involucrasen en la política?”
