
Charles Maurin nació el 1 de abril de 1856 en Le Puy-en-Velay, departamento del Alto Loira, región de Auvernia. En 1875 obtuvo el Premio Crozatier, dotado con suficiente dinero como para permitirle trasladarse a París y estudiar en la Escuela de Bellas Artes. Participó en el Salón de los Artistas Franceses de 1882 con dos retratos, y cinco años después, en el Salón de los Independientes.

Era un excelente dibujante y un incomparable grabador en madera, por lo que contribuyó activamente en el “renacimiento” del grabado a finales del siglo XIX. Le interesaba todo y no se ceñía a un solo estilo; incluso inventaba nuevas técnicas, como pintar con vaporizador, logrando paisajes de gran contenido poético. Es conocido sobre todo por sus pinturas simbolistas y también por los espléndidos retratos a artistas de la época.

Jamás dejó de pintar desnudos femeninos y, al igual que Degas y Mary Cassatt, le gustaba plasmar a la mujer en momentos íntimos. En algunas ocasiones la retrataba con un gato, como en el cuadro “El aseo”.

Alrededor de 1885 fue nombrado profesor en la Academia Julian, donde conoció a Félix Vallotton, el pintor suizo que fue su alumno y gran amigo, y que también dibujó desnudos femeninos con gatos. Su puesto de profesor le permitió vivir sin demasiadas penurias.


También gozó de la amistad de Toulouse-Lautrec, con quien compartió una exposición en la Galería Boussod de Paris en 1893. Unos años antes, en el Salón de los Independientes, Edgar Degas ya se había interesado por la otra de Charles Maurin, pero no logró convencer al coleccionista Henry Laurent hasta principios de los noventa para que empezara a comprar las obras de su joven amigo.


Otro gran amigo y admirador fue el escultor y ebanista François-Rupert Carabin (https://gatosyrespeto.org/2018/08/30/el-gato-en-el-modernismo-y-el-art-deco/), que decoró varios muebles con gatos. El retrato que hizo del escultor en 1892 está entre sus más célebres.

Los noventa fueron buenos años para el artista, que empezaba a disfrutar de un moderado éxito. El gran galerista Ambroise Vollard (https://gatosyrespeto.org/2018/04/26/un-gato-sin-nombre-y-el-marchante-ambroise-vollard/) le organizó una exposición en 1895 y le pidió grabados. Por entonces, el Estado francés ya le había encargado “Maternidad”, considerado uno de los mejores cuadros del artista.

Siempre durante la década de los noventa pintó tres paneles de gran tamaño, “Tragedia”, “Danza” y “Música” para el teatro municipal de su ciudad natal, además de diseñar los decorados y el vestuario de “La princesa lejana”, de Edmond Rostand, protagonizada por Sarah Bernhardt.

Recorrió Holanda, Bélgica e Inglaterra. Participó con varias obras en el Salón de “La libre esthétique” (La estética libre) de Bruselas en 1896 y 1897, y en la Exposición de Arte Internacional de Londres en 1898. Anarquista convencido, realizó ilustraciones para el diario “Les Temps nouveaux” (Los tiempos nuevos), y publicó retratos impresos de los famosos anarquistas franceses Louise Michel, la principal impulsadora de la Comuna de París, y François Koenigstein, conocido como Ravachol, guillotinado en 1892. Asimismo, la revista literaria “La Revue blanche” le encargó varios dibujos.

Sin embargo, después comenzar el nuevo siglo, la producción de Charles Maurin disminuyó mucho debido a sus problemas de salud. Pasó los últimos años en Bretaña y luego en Provenza, concretamente en Grasse, con grandes dificultades económicas. Falleció el 22 de julio de 1914 en esa última ciudad y sus obras cayeron en el olvido unos años después. En 1921 se celebró una retrospectiva en la Galería Berheim-Jeune y en 1922 se publico un trabajo monográfico sobre sus obras realizado por Ulysse Rouchon.

Actualmente, el Museo Crozatier en Le Puy-en-Velay cuenta con una importante colección de obras del artista, pero sigue poco representado en otros museos franceses y aún menos en el extranjero. En 1993, el Museo Quai D’Orsay organizó una exposición de cuadros y grabados firmados por Charles Maurin remarcando las similitudes con los trabajos de su gran amigo François-Rupert Carabin. En 2006, el Museo Crozatier le dedicó una gran exposición monográfica titulada “Charles Maurin, un simbolista del realismo”.


Era un experto en el manejo del pastel, de la tiza y del carboncillo. Degas llegó a comparar su técnica a la de su admirado Ingres. Es posible que hoy en día se le conozca más por su faceta de grabador, al haber desarrollado innovadoras técnicas y procesos, sobre todo para las impresiones en color. Por desgracia, algunos de sus grabados solo se reprodujeron en diez o menos ejemplares y son muy difíciles de encontrar.

Creó algunas de las visiones más extravagantes y “socialistas” de fin de siglo; fue uno de los artistas más representativos de una época en que el arte, literalmente, explosionó y nació un verdadero afán por explorarlo y descubrirlo todo. Se dice a menudo que la mayoría del arte moderno surgió antes del comienzo de la II Guerra Mundial.

Poco más se sabe de la vida de Charles Maurin. Ignoramos si vivió en Montmartre, pero es muy probable ya que era un lugar barato, radical y antiburgués por definición, donde la comunidad artística adoptó formas innovadoras para criticar la sociedad y la condición humana en general. Realizó varios cuadros y dibujos de Montmartre en la década de 1890.

Debió conocer a intérpretes como Aristide Bruant e Yvette Guilbert; escritores como Émile Goudeau, Alphonse Allais y Alfred Jarry, y músicos y compositores como Erik Satie, Vincent Hyspa y Gustave Charpentier, además de numerosos pintores. Quizá frecuentara el famoso cabaret “Le chat noir” (https://gatosyrespeto.org/2017/03/30/le-chat-noir-un-cabaret-parisino/) y quién sabe si tuvo un gato, pero es algo que no hemos sido capaces de descubrir.

