Maud Lewis nació el 7 de marzo de 1903 en South Ohio, provincia de Nueva Escocia, Canadá, hija de John y Agnes Dowley. Muy pronto se le declaró una artritis reumatoide que reducía mucho su movilidad, especialmente el uso de las manos, pero que no le impidió pintar desde muy joven, cuando su madre le enseñó a hacer felicitaciones de Navidad con acuarelas para venderlas.

Se enamoró de Emery Allen, un vecino de Digby, una pequeña ciudad más al norte, y en 1928 dio a luz a su hija Catherine Dowley sin estar casada. El padre las abandonó, y Maud siguió viviendo en la casa familiar. Al no disponer de medios suficientes para cuidar de Catherine, la niña fue dada en adopción. Años después, ya casada, Catherine intentó localizar a su madre sin éxito.

Maud de niña

Maud perdió a su padre en 1935 y a su madre en 1937. Se trasladó a casa de su hermano durante un tiempo, pero acabó viviendo con su tía en Digby. A los 34 años, el 16 de enero de 1938, se casó con Everett Lewis, que entonces trabajaba de guarda nocturno del asilo local. Según contó Everett posteriormente, Maud contestó al anuncio que él había dejado en varias tiendas buscando “a una mujer dispuesta a cuidar de un soltero de 45 años”.

Everett, además de trabajar de noche en el asilo, también era vendedor ambulante de pescado. Vivían en una casa diminuta con un dormitorio en el desván en el pueblo de Marshalltown, a unos kilómetros de Digby. Tenían poquísimo dinero y Everett se ocupaba de las tareas domésticas mientras Maud pintaba.

Maud y su marido Everett

Maud acompañaba a su marido a vender pescado y aprovechaba para ofrecer sus felicitaciones de Navidad, que no tardaron en tener éxito entre las clientas de Everett. Las vendía por muy poco dinero, pero era una ayuda para la economía familiar. Everett animó a su mujer a pintar y le compró sus primeros óleos.

Usaba cualquier base a su alcance para pintar, aunque la gran mayoría de los cuadros son de pequeño tamaño, de no más de 20 por 25 centímetros, ya que la artritis le impedía mover el brazo a más distancia. Su técnica era muy sencilla: extendía una capa uniforme de color en la base, fuese cual fuese, y una vez seca aplicaba los colores directamente con los tubos de pintura. Nunca mezclaba colores.

Sus temas favoritos eran flores y animales, gatos, algún perro que otro, ciervos, pájaros, caballos y yuntas de bueyes. También hay paisajes y muchas escenas en la nieve. En un documental del año 1965 dice que pinta sobre todo de memoria cosas que vio en su juventud y que copia muy poco.

Por una foto de 1908 (fecha aproximada) se sabe que Maud vivió con un gato llamado Fluffy cuando era niña. Quizá los gatos blancos que pintaba correspondían al recuerdo que tenía de Fluffy.

Maud y el gato Fluffy (1908)

A primera vista, muchos de sus cuadros parecen idénticos, pero basta con fijarse un poco para ver que cada uno tiene algo diferente. La expresión de los gatos nunca es la misma, están debajo de árboles diferentes, las mariposas no son iguales… Siempre hay un pequeño cambio. Las variaciones sobre gatos son muy numerosas.

Como puede verse en esta foto, Maud también pintó el interior de su casa, decorándola sobre todo con flores. No se limitó solo a las paredes, también pintó las escaleras que llevaban al diminuto cuarto del desván y la puerta de entrada.

Interior de la casa de Maud y Everet

A principios de los años cuarenta decoró veintidós contraventanas exteriores de gran tamaño en una casa del sur de la península de Nueva Escocia perteneciente a una familia estadounidense. Le pagaron setenta centavos por cada una.

Entre los años 1945 y 1950, los turistas empezaron a pararse delante de la casa de Maud y Everett, situada cerca de la nacional 1, la carretera principal de Nueva Escocia occidental. Le compraban cuadros por dos o tres dólares, y tan solo en los últimos cuatro años de su vida los vendía entre siete y diez dólares.

Se dio a conocer nacionalmente gracias a un artículo en el periódico Star Weekly de Toronto publicado en 1964. Un año después, la cadena CBC rodó un pequeño documental acerca de la artista para el programa “Telescope”. Y en los años setenta, durante la presidencia de Richard Nixon, la Casa Blanca le encargó dos pequeños cuadros.

La artritis empeoró mucho hacia el final de su vida y le impidió completar los crecientes encargos que le llegaban. Durante un año apenas se movió de un rincón, excepto cuando debía ir al hospital de Digby. Falleció el 30 de julio de 1970 de una neumonía. Su marido Everett siguió viviendo en la pequeña casa hasta que le mató un ladrón en 1979.

Maud Lewis vivió treinta y dos años con Everett. La vida de ambos no fue fácil, pero ella nunca perdió la sonrisa. En 1976, la directora Diane Beaudry rodó un cortometraje documental de diez minutos de duración titulado “Maud Lewis: A World Without Shadows” (Maud Lewis: Un mundo sin sombras). En el mundo de Maud hubo sombras, no cabe duda, pero sus cuadros son luminosos, y están llenos de vida y alegría. Creemos que reflejan cómo era ella a pesar de todas las dificultades a las que debió enfrentarse.

Maud en la puerta de su casa

Hoy, Maud Lewis no solo es famosa en Canadá. Sus cuadros alcanzan sumas que le habrían parecido exorbitantes. En 2009, alguien pagó 22.200 dólares en una subasta en Toronto por “A Family Outing” (Excursión familiar), y en 2016, una pintura suya descubierta en un mercadillo fue vendida por 45.000 dólares en una subasta on-line.

La provincia de Nueva Escocia compró la casita de Maud y de Everett en 1984 y la trasladó a la Art Gallery of Nova Scotia (Galería de Arte de Nueva Escocia), en Halifax, donde fue restaurada y forma parte de la exposición permanente dedicada a la pintora.

La casa de Maud
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