
El grupo de los nabis se formó en 1888 cuando Paul Gauguin conoció a Paul Sérusier, que entonces solo contaba con 18 años, y le habló del simbolismo. Sérusier, entusiasmado, comunicó la buena nueva a sus compañeros de la Academia Julian, entre los que estaban Edouard Vuillard, René Piot, Ker-Xavier Roussel, Maurice Denis, Pierre Bonnard, Félix Vallotton y Paul-Elie Ranson. La nueva teoría les motivó a todos para fundar una sociedad secreta a la que llamaron nabis, por la palabra hebrea “nabiim”, cuyo significado es “profetas”.

Varios de estos artistas, Vuillard, Denis, Vallotton y sobre todo Pierre Bonnard (https://gatosyrespeto.org/2015/06/27/gatos-al-oleo-de-pierre-bonnard/), a quien dedicaremos una nueva entrada que incluirá más cuadros suyos, pintaron gatos. Pero hemos escogido a Paul-Elie Ranson porque algunos de sus cuadros son realmente curiosos.

Los nabis se interesaron por el simbolismo, el misticismo, el esoterismo y el arte japonés. Rechazaban el materialismo de la nueva era industrial y admiraban a escritores como Baudelaire, Mallarmé y Edgar Allan Poe. Estaban totalmente en contra de la corriente naturalista liderada por los pintores Courbet y Manet, o el novelista Emile Zola. Además, Paul Ranson estudió teosofía, religiones orientales y ocultismo.

Paul-Elie Ranson nació en Limoges el 29 de marzo de 1861, hijo de Louis Casimir Ranson, alcalde de la ciudad y diputado republicano radical. Su madre murió al darle a luz. Su abuelo materno le inició en el dibujo y se matriculó en la Escuela de Bellas Artes Aplicadas de Limoges en 1877. Se casó con su prima hermana, France Rousseau, en 1884. Dos años después, ya en París, empezó a estudiar en la Academia Julian, donde conoció a los otros fundadores del movimiento nabi.

El grupo se reunía en un café llamado “L’Os à Moëlle” (El hueso de tuétano), situado en el pasaje Brady, en el barrio de Montparnasse, pero no tardaron en alquilar el piso de arriba de la casa familiar de los Ranson, en el nº 25 del Bulevar de Montparnasse. El lugar fue rebautizado “Le Temple” (El templo) y la Sra. Ranson “La luz del Templo”. Aquí la vemos, pintada por Maurice Denis, ejerciendo de anfitriona, con un gato frotándose contra su vestido, prueba inequívoca de que los Ranson tenían un gato.

En El Templo también se exhibía el cuadro original que Paul Sérusier había pintado siguiendo los consejos de Gauguin, al que llamaban “El talismán”, y el retrato de Paul Ranson vestido con una túnica, sujetando un báculo con la mano izquierda y leyendo un texto. Es decir, con todos los simbolismos nabis.

Cada miembro de los nabis tenía un estilo muy personal, a pesar de ser un grupo, pero puede que el más particular fuera el de Paul Ranson. Varios críticos describen su estilo como simbolismo decorativo muy cercano al Art Nouveau, aunque él se sentía todavía más alejado de la sociedad moderna que sus compañeros y se refugiaba en el mundo de los cuentos y leyendas, hadas y brujas. Pintó sobre todo a la mujer. Mujeres etéreas en entornos naturales mágicos, en palacios orientales, mujeres sensuales intimistas y brujas con gatos, sapos y otros símbolos.

El cuadro “La bruja y el gato negro” representa a una anciana con nariz ganchuda, apoyada en una mesa con los ojos cerrados. Parece dormitar. En primer término se ve a un gato negro con la pata izquierda levantada, y a la derecha se asoma un personaje inquietante. ¿El diablo? Forma parte de una serie desarrollada entre 1891 y 1898.

Hay otros cinco cuadros con brujas. En dos de ellos se ve a la bruja en su círculo protector. Es posible que para el pintor, las brujas asociadas a los gatos negros representaran el contacto con el más allá, el puente entre un mundo realista, concreto, materialista y otro espiritual, con muchas más posibilidades y al que aspiraba.

Pero el gato no solo acompaña a las brujas en sus cuadros. “El despertar” es una escena doméstica, íntima, en la que una mujer se despierta y a los pies de la cama hay una gata y un gatito, ambos blancos. La pared del cabecero está decorada con un cuadro japonés. Sus compañeros nabis le llamaban “le plus japonard que japonard”.

Como dijimos antes, los nabis eran grandes admiradores del arte japonés, especialmente Pierre Bonnard, cuyo mote era “Japonard” (“Japonardo”) porque rimaba con su apellido. Pero parece ser que Paul Ranson era aún más “japonard” que Bonnard.

Los nabis tenían mucho sentido del humor. Paul Ranson era un apasionado de las marionetas y escribió una obra llamada “L’Abbé Prout, guignol pour les vieux enfants” (El abad Prout, guignol para niños viejos). Maurice Denis y Georges Lacombe se encargaron de crear los muñecos. La obra es una sátira irreverente de costumbres sexuales licenciosas. Está compuesta por siete sainetes sin solución de continuidad, con el Abad Prout (Abad Pedo) como personaje principal, donde se burla abiertamente de la burguesía, la aristocracia, el ejército y el clero de la época.

Paul Ranson no se limitó a la pintura, también le atrajeron las artes decorativas; diseñó tapices, decorados de teatro, programas y objetos varios. En 1898, France se quedó embarazada y al artista le costó aceptar la maternidad al verse privado de su modelo y de su mejor colaboradora.

Al poco de nacer su hijo Michel, empezó a tener problemas de salud y se trasladó a casa de su amigo Georges Lacombe para decorarla. No regresó definitivamente a su hogar hasta 1905, y tres años después se le concedió la Orden de las Palmas Académicas. Su salud empeoró y las dificultades financieras aumentaron. Para ayudarle, el grupo de los nabis fundó una academia en la calle Henry-Monnier que él dirigiría.

Después de su fallecimiento en 1909 a los 48 años, su esposa continuó encargándose de la academia. Fue el primero de los nabis en desaparecer, lo que quizá explica el olvido en el que cayó hasta bien entrados los años noventa. Existen unas 800 obras catalogadas de Paul Ranson.
