Yukio Mishima, con más de cien obras en su haber entre novelas, ensayos, relatos, obras de teatro y guiones, es posiblemente el autor japonés más leído en Occidente. Sus escritos tratan de la muerte, la desolación espiritual, el sinsentido de la vida moderna, la sexualidad, los cambios en la cultura y las costumbres, así como de la distancia que separa el cuerpo de la mente.

Nació el 14 de enero de 1925 y en realidad se llamaba Kimitake Hiraoka, pero firmó todas sus obras con el nombre de Yukio Mishima. Su padre era un alto funcionario. Mitsuko, su hermana pequeña, a la que adoraba, falleció a los 17 de fiebre tifoidea. En la foto la vemos sentada al lado de Mishima con un gato blanco bastante gordo en brazos.

A Yukio Mishima siempre le gustaron los gatos, y por la foto puede deducirse que había alguno en la casa familiar aunque, al parecer, su padre los odiaba e intentó envenenar a uno añadiendo hierro a su comida. Existen muchísimas fotos del autor, pero muy pocas en las que está con un gato. En todas las que hemos podido encontrar, se nota que el gato retratado vive con él, es parte del hogar. Nuestra favorita es la de un gato atigrado que parece llevar collar y mira al escritor. Este, sentado en una mesa baja cubierta de libros, está fumando, y detrás hay una pared cubierta con cientos de libros. Para suplir la falta de fotos, hemos ilustrado esta entrada con algunas imágenes de gatos realizadas por artistas japoneses.
De niño, Yukio Mishima vivió con su abuela paterna, que se había casado con un funcionario, pero procedía de una familia de aristócratas y se esforzaba en mantener ciertas pretensiones típicas de la clase alta japonesa. Según varios biógrafos, los años pasados con su abuela pudieron tener que ver con su fascinación por la muerte. No le permitía jugar con otros chicos de su edad ni tampoco tomar el sol.

A los 12 años regresó a la casa familiar. Su padre era un firme creyente en educar a sus hijos con una disciplina férrea y los castigaba con severidad por cualquier cosa. Entraba regularmente en el cuarto de su primogénito y desgarraba cualquier manuscrito que encontraba. Yukio Mishima estudió en la escuela Gakushuin (de la nobleza) en Tokio. Aprendió alemán, inglés y francés, y se graduó con honores, recibiendo un reloj de parte del Emperador.

No solo era un lector voraz de literatura japonesa, sino también de autores occidentales. Algunos de sus profesores pensaron que era mejor que adoptara el nombre de Yukio Mishima para firmar su primer relato, publicado en 1938, y evitar así las bromas de los compañeros. Cuando Japón entró en la II Guerra Mundial, en 1940, ya habían aparecido varios relatos suyos en diversas revistas.

Fue llamado a filas un año después de finalizar los estudios en el instituto. Por suerte, el día del examen médico tenía fiebre y tosía. El médico le diagnosticó, por error, una tuberculosis. Se licenció en Derecho en la Universidad de Tokio en 1947 y, obligado por su padre, aceptó un puesto en el Ministerio de Finanzas. Trabajaba durante el día y escribía de noche, pero al cabo de nueve meses, exhausto, se cayó desde un andén a los raíles. Su padre acepto por fin que abandonara el Ministerio, pero le impuso una condición, que se convirtiera en el mejor novelista del país.


Publicó su primera novela, “Tōzoku” (Ladrones), en 1948, a la que siguió “Confesiones de una máscara”, un relato semiautobiográfico de un joven homosexual obligado a esconderse tras una máscara para encajar en la sociedad. La novela fue un éxito inmediato y Yukio Mishima se convirtió en una celebridad a los 24 años.

En 1955 empezó a entrenarse con pesas tres veces a la semana, lo que siguió haciendo durante los 15 años restantes de su vida. Deploró públicamente la poca importancia que daban los intelectuales al físico en comparación al intelecto. El 1 de junio de 1958 se casó con Yoko Sugiyama, una universitaria de 19 años con la que tuvo dos hijos.

La orientación sexual de Mishima siempre molestó a su esposa, que nunca habló de ese tema abiertamente, ni siquiera después de la muerte del escritor. Según John Nathan, su biógrafo y traductor, la homosexualidad en Japón no estaba tan mal vista como en muchos países occidentales y la bisexualidad se aceptaba. Era mucho más inaceptable ser un soltero empedernido.

En 1968 fundó la “Tatenokai” o “Sociedad de los escudos”, una milicia compuesta sobre todo por jóvenes universitarios dedicados al estudio de las artes marciales y al ejercicio físico que debían proteger al Emperador. Pero quizá no se tratara del Emperador reinante, sino de una idea abstracta de lo que significó antaño. Hirohito renunció a ser considerado divino después de la II Guerra Mundial, y Mishima le reprochó que millones de japoneses habían muerto en la guerra por el “dios viviente” que representaba. Al renunciar el Emperador a su aspecto divino, habían muerto en vano.


Yukio Mishima se entregó en cuerpo y alma al “bushido”, el código de honor del samurái, y declaró que Hirohito debía haber abdicado y aceptar su responsabilidad por perder la guerra. Sus peculiares ideas hicieron que le odiara tanto la izquierda como la derecha, hasta el punto de que contrató a un guardaespaldas para su familia. Pero nada de esto afectó a la venta de sus libros, sobre todo los primeros.

El 25 de noviembre de 1970, Yukio Mishima y cuatro miembros de la Tatenokai entraron en el cuartel general de las Fuerzas Armadas de Japón y tomaron de rehén a un general del ejército. A continuación salió al balcón y arengó a los soldados pidiéndoles que se les uniera para un golpe de Estado con el fin de devolver al Emperador la gloria de preguerra.

Llevaba un año preparándolo todo meticulosamente y había convocado a la prensa con antelación. Es probable que anticipara que los soldados se burlarían de él, dejándole una única salida según su código de honor: cometer seppuku o suicidio ritual. En su testamento, Yukio Mishima dejó una importante suma de dinero para la defensa de los cuatro amigos que le acompañaron.

Es curioso como un hombre tan obsesionado con la muerte pudiera tener una sonrisa luminosa y llena de vida como en la fotografía que encabeza esta entrada donde se le ve reclinado en un brazo y sujetando con el otro a un gato blanco con manchas.
