A mediados de los años setenta del siglo pasado, la pintora Joan Brown fue una de las mujeres que demandaron al Club de Remos de South End y al Club Dolphin, ambos en San Francisco, que prohibían la entrada a toda persona del sexo femenino. Y ganaron. Más tarde, ya en los ochenta, también apeló y ganó al temible IRS (Hacienda Pública estadounidense) el litigio para desgravar los gastos de su gato Donald.
Nacida el 13 de febrero de 1938 en San Francisco, Joan Brown vivió y trabajó en esta ciudad casi toda su vida. Decidió estudiar en la Escuela de Bellas Artes de California casi por casualidad y allí conoció a artistas como William T. Wiley y Manuel Neri, con el que se casó y tuvo a su hijo Noel.
Entre los profesores, su mayor influencia fue Elmer Bischoff, que la inspiró para pintar lo que veía; algunos de sus mejores cuadros son retratos de amigos, de sí misma, de su familia – en este último apartado incluimos a sus tres gatos y numerosos perros – y de otros animales. En 1959 realizó una serie de dibujos con ratas debido a un sueño en el que veía una espléndida rata cerca del fregadero. Cuando fue a acariciar la larga y peluda cola (más parecida a la de un gato que a la de una rata), descubrió que debajo había garras afiladas.
El cuadro “La novia” está fechado en 1969. La novia gata lleva a una rata enorme con correa y muchos peces de diferentes colores flotan en el cielo. Joan Brown confiaba implícitamente en su subconsciente y se identificaba con los gatos, quizá porque su signo en el zodíaco chino era el tigre. “Creo que los gatos son mi alter ego”, dijo en 1985. “Uso el gato a menudo en mi trabajo. El gato es un ser andrógino, no es ni masculino, ni femenino, sino ambos a la vez”.
Entre todos los animales que pintó, los gatos y perros ocuparon un lugar especial. Por sus retratos sabemos que tuvo al menos tres gatos, empezando con la gata Leelah, a la que vemos en el autorretrato de Joan con un enorme pez en brazos fechado en 1970. Leelah vuelve a estar en otro autorretrato, esta vez con su hijo Noel y un perro con pinta de San Bernardo, también del mismo año.
Luego llegaron Donald y Toby. Según las fechas de los cuadros debieron vivir juntos durante varios años, y también con un sinfín de perros.
Joan Brown se casó cuatro veces, primero con Bill Brown, un compañero de estudios, en 1956. El matrimonio fue anulado a los seis años y volvió a casarse con el escultor Manuel Neri, con el que recorrió Europa. Se divorciaron en 1966. Dos años después conoció a Gordon Cook. Aunque ambos eran muy diferentes, se inspiraban mutuamente. En 1980 se caso por cuarta vez con Mike Hebel.
A partir de esta época, en la década de los ochenta, incluyó regularmente a sus gatos en los cuadros. La obra demuestra una mayor introspección, centrándose más en la metáfora, quizá debido a la reciente muerte de sus progenitores, como puede verse en el lienzo que dedica a su padre, un sargento del ejército estadounidense.
Además de pintar, le encantaba bailar y nadar. Como buena nativa de San Francisco, no dudaba en zambullirse en las heladas aguas de la Bahía. En 1972 empezó a entrenar con el famoso nadador Charlie Sava, que acabó siendo su amigo hasta el día de su muerte.
En 1975 compitió por primera vez en la carrera desde la isla de Alcatraz hasta la costa de San Francisco. Un buque de carga pasó cerca de los nadadores, creando una ola que desorientó a varios de ellos. Joan fue rescatada una hora después, con alucinaciones e hipotermia. Pero eso no le impidió volver a probar suerte al año siguiente y conseguirlo.
Expuso por primera vez en solitario en la galería Spasta de San Francisco en 1958, a los 20 años, y en 1960 en la galería Staempli de Nueva York. La crítica no tardó en incluirla entre los pintores figurativos de la Bahía de segunda generación y su obra formó parte de la serie de exposiciones “Young America” en el Museo Whitney de Arte Americano en 1960 y en el Carnegie en 1964, además de la famosa “Funk” del Museo de Arte de Berkeley en 1974.
Dio clases de dibujo y pintura entre 1961 y 1966 en la Escuela de Bellas Artes de California, así como en la Academy of Art College de San Francisco entre 1971 y 1973, y ese último año también en el Mills College de Oakland. Fue nombrada profesora asistente numeraria de la Universidad de California en Berkeley.
En 1977 obtuvo una beca Guggenheim que le permitió visitar Egipto por primera vez. Durante los años siguientes viajó a China, India y Latinoamérica, entrando en contacto con otras culturas y creencias. Siempre le interesaron las filosofías basadas en un concepto masculino-femenino, como el yin y yang chino. El 6 de agosto de 1985, en una conferencia en San Diego, dijo que “todas las culturas antiguas usaron la dualidad, el principio masculino-femenino, para llegar a un total, y este principio es innato al ser humano”.
En 1980, Joan Brown conoció al líder espiritual indio Sai Sathya Baba y comenzó a seguir sus enseñanzas, coincidiendo con una serie de críticas a su obra, debido a bruscos cambios de estilo, que no le sentaron nada bien. Se centró en monumentos instalados en lugares públicos, sobre todo obeliscos, porque según sus propias palabras: “No me gusta el elitismo que veo en el mundo del arte últimamente. Estoy a favor de devolver el arte al pueblo”.
Su hijo Noel Neri, escultor conceptual radicado en Filadelfia, dice, hablando de su madre: “Joan no fue una artista genial, pero sí una muy buena pintora. Se ofreció a sí misma a través de sus obras. Hay mucho de ella en sus cuadros, era una persona generosa y abierta”.
Noel acompañó a su madre a Puttaparti, India, en 1990, para ayudarla a instalar el obelisco que había diseñado para la entrada del ashram de su guía espiritual. La obra se retrasó y Noel regresó a Estados Unidos. El 26 de octubre, una pequeña torre del piso superior del obelisco se cayó mientras trabajaba en el mosaico en compañía de Bonnie Lynn Mainric (43 años), de San Francisco, y de Michael Oliver (25 años), de Santa Cruz. Los tres fallecieron.
Tenía 52 años, seguía casada con Mike Hebel y creía en la reencarnación.