“Dama Trot y su gata cómica” es la traducción literal del nombre de una “Nursery Rhyme” o canción infantil británica, pero en español quizá quedaría mejor “Doña Trot y su divertida gata”. En Inglaterra, los libros dedicados a los niños empezaron a publicarse en el siglo XVIII. Eran del tamaño de un naipe y los grabados no estaban nada cuidados.

Pero en 1805, un imaginativo impresor llamado John Harris publicó “The Comic Adventures of Old Mother Hubbard and her Dog” (Las cómicas aventuras de la vieja Hubbard y su perro), un libro de 10 x 13 cm con dieciocho grabados realizados por Sarah Catherine Martin y posteriormente coloreados a mano. Ilustraban los catorce versos “sin sentido” en torno a la vida y aventuras del perro. 

El libro fue todo un éxito y John Harris publicó muchos más. Sin embargo, en 1803, dos años antes, parece ser que se había publicado la historia de Dama Trot y de su gato con grabados mucho menos elaborados que los de Harris. La historia es casi idéntica, con la diferencia de que la protagonista es una gata. A continuación traducimos el primer verso de cada uno de los libros:

La vieja Hubbard                                                      La buena dama Trot
fue a la alacena                                                        fue a la alacena
para dar al pobre perro un hueso,                           en busca de pescado para la gata,
pero cuando ahí llegó,                                             pero cuando ahí llegó,
el armario estaba vacío                                            el armario estaba vacío,
y el pobre perro nada tuvo.                                     la gata por ahí ya había pasado.

En 1820, John Harris publicó su versión de Dama Trot, que también tuvo mucho éxito. Dama Trot era una señora mayor, redondita y de aspecto amable. Pero la competencia, Dean and Munday, había publicado en 1813 “Dame Wiggins of Lee and her Wonderful Cats” (Dama Wiggins de Lee y sus maravillosos gatos) con el subtítulo: “Un relato humorístico escrito por una señora de noventa años”. Está claro que los editores querían participar en la bonanza de “los relatos cómicos”.

En este último, los gatos son muy buenos alumnos, aprenden muy rápido y hacen cosas muy divertidas, como coser una alfombra, patinar sobre hielo, subir a lomos de una oveja, etc. Pero nunca llegó a ser tan popular como Dama Trot. En 1850, con John Harris ya fallecido, Dean and Munday decidieron apoderarse del nombre. En esa época no había derechos de autor.

El problema es que no tenían los grabados de Harris, por lo que cambiaron el nombre de Dama Wiggins a Dama Trot, que acabó con siete gatos en vez de una gata blanca, y adaptaron el texto. Por ejemplo, los gatos de Dama Trot no cosen una alfombra, bordan un chal de seda, y en vez de ser una ancianita redondita, es delgada con una nariz aguileña.

Resumiendo, las dos damas se confunden. Pero lo curioso es cómo cambia la historia en pocos años. En la primera versión, los versos son incoherentes. Por ejemplo, va a la carnicería y cuando vuelve, la gata está muerta. Sale de nuevo a por un ataúd, y cuando regresa, la gata se sienta y maúlla. Y sigue así hasta el final.

Otra versión, muy sencilla, solo consta de dos versos: “Dama Trot y su gata / vivían muy tranquilas / cuando no les molestaban / los conflictos de los vecinos. / Cuando dama Trot cenaba / la gatita esperaba cerca / porque estaba segura / de que algún bocado caería”.

Una versión posterior cuenta que Dama Trot fue a la feria y se compró una gatita, la más bonita, limpia, lista y dulce jamás vista, con las patitas negras y el cuerpo blanco como la nieve, los ojos de color verde brillante, la carita bonita y llena de inocente gracia. Subió a guardar su abrigo y cuando bajó, la gatita estaba preparando el té. Temió que rompiese su mejor taza, pero no pasó nada.

Al día siguiente, la gatita había limpiado la casa y preparado el desayuno. Dama Trot tenía un viejo perro llamado Spot, al que la gatita enseñó a bailar porque había tomado lecciones en Francia. Y si la alacena estaba vacía, porque Dama Trot no tenía mucho dinero, la gatita volvía a casa con una trucha pescada en el río.

Pero la gatita deseaba vestirse a la moda y lo consiguió. Un día que dama Trot había salido, convenció a Spot para que la dejara montar en su lomo. Al regresar dama Trot, Spot se irguió para saludarla, la gatita se cayó y el vestido se manchó, y dama Trot le dijo: “Habrías hecho mejor en quedarte con tu vestimenta natural. La ropa elegante suele esconder las gracias que nos dona la naturaleza”.

Gatos aprendiendo

Y cuando dama Trot ya tiene siete gatos, la historia cambia totalmente. Ahora se trata de viñetas describiendo situaciones y conclusiones absurdas. Hemos escogido tres ejemplos: “Cuando dama Trot terminó de vestir a sus gatos, llamó a los vecinos para que vinieran a cenar: Sociabilidad”.

“Fue a la cocina en busca de un cuchillo, al volver tocaban el tambor y la flauta: Armonía”.

“Fue a la tienda a por unos encurtidos y cuando regresó, jugaban a los bolos: Diversión”.

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