No todas las tradiciones navideñas son iguales en Europa; Santa Claus no llega a todos los países, ni tampoco los Reyes Magos. Islandia se convirtió al cristianismo en el siglo XI por decisión del Alþingi, el parlamento más antiguo del mundo, fundado en 930, influido probablemente por el rey de Noruega, Olaf Tryggvason. Sin embargo, la religión norgermánica persistió durante siglos después de la cristianización oficial del país.
Y con ella, numerosos mitos, tradiciones y creencias que poco a poco se transformaron y de los que algunos aún sobreviven, aunque es casi imposible conocer su origen. Una de las leyendas es la del Jólakötturinn, un enorme, feroz y terrible gato negro – no podía ser de otro modo – que aterroriza a los niños en Nochebuena.
Jólakötturinn (Urðarkötturinn en finlandés) es el gato de la troll Grýla, esposa del troll Leppalúði, padres de los Trece Muchachos de Navidad. El cometido de Jólakötturinn es comerse a cualquier persona que no estrene una prenda de ropa nueva en Nochebuena. En todas las explicaciones que hemos encontrado, la conclusión es la misma: la leyenda animaba a los islandeses a trabajar duro para comprarse algo nuevo. Algunos incluso dicen que los granjeros usaban la tradición como amenaza para que sus empleados trabajaran más.
Grýla y el gato de Navidad (Phinneas Jones)
Nada de eso parece tener mucho sentido. En primer lugar, la ropa no empezó realmente a comprarse en tiendas en la sociedad rural hasta después de la Primera Guerra Mundial. Antes se hilaban y tejían las telas y lanas para confeccionar las prendas en casa, trabajo que recaía en las mujeres.
Ahora bien, no se encuentran antecedentes escritos de la leyenda hasta el siglo XIX. En 1932, aproximadamente un siglo después, el autor islandés Jóhannes úr Kötlum, que también fue miembro del Parlamento, le dedicó un largo poema. Kötlum era muy admirado por la belleza de sus versos en islandés. Reproducimos aquí los primeros a pesar de estar seguros de masacrarlos:
Islandia
Ya conocen al gato de Navidad, – es un gato muy grande. – No sabemos de dónde viene – ni adónde va. – Abre los ojos de par en par, – los dos brillan. – No es cosa de cobardes – mirar en esos ojos – El pelo como escarpias, – el gran lomo arqueado, – las garras en la pata peluda, – nada de esto es agradable de ver. – Por eso las mujeres se apresuran – a hilar, tejer y coser – bonitos trajes de colores – o aunque sea, un miserable calcetín. – El gato no vendrá, – no se llevará a los niños, – siempre que los adultos – les hayan regalado una prenda nueva.
La costumbre sigue vigente hoy en día, y muchos islandeses regalan o estrenan alguna prenda de ropa el 24 de diciembre porque Jólakötturinn recorre la fría Islandia en Nochebuena. En esa época del año hay pocas horas de luz en el país septentrional, unas cinco como mucho.
Gato islandés
Grýla, una troll alta con muy mal carácter, y su segundo marido Leppalúði, un ser mucho más tranquilo, tuvieron trece hijos. Empezando catorce días antes de Navidad, aparece uno cada día en las casas. Antaño eran seres malévolos, que no aportaban nada bueno, todo lo contrario. Actualmente son conocidos por sus travesuras y por dejar un pequeño regalo cada noche en los zapatos de los niños a partir del 12 de diciembre.
Jolasveinar (Los Trece Muchachos y Jólakötturinn)
Unos beben la leche de las ovejas, otros roban comida, otro asusta a todos dando portazos y uno es adicto al yogur. Antes robaban las velas a los niños. Con el tiempo, las leyendas se diluyen y pierden su sentido, como ocurre con los cuentos infantiles cuando el ogro ya no se come al niño. Sea como fuere, entre los Trece Muchachos y Jólakötturinn, la época navideña en Islandia no era nada tranquila.
En noviembre de 2018, la ciudad de Reikiavik gastó 4.400 millones de coronas islandesas (unos 30.000 euros) en la instalación de un gran Jólakötturinn hecho de LED en la plaza Lækjartorg. El gato, que puede verse cada año desde finales de noviembre, mide seis metros de largo y cinco de alto. Lo diseñó la empresa austríaca MK Illumination, es propiedad de la compañía Garðlistar y el Ayuntamiento lo alquila anualmente.
Reikiavik
Gato islandés
La concejala socialista Sanna Magdelena Mörtudóttir criticó al Consistorio aprovechando el mito de Jólakötturinn. Según ella, ya que la pobreza impide que los niños tengan ropa nueva, y al ser el Ayuntamiento de Reikiavik la empresa del país con más empleados cobrando el salario mínimo, quizá habría podido aprovecharse el momento para aumentar el salario de los padres y permitirles adquirir ropa nueva para sus hijos.
Reikiavik
Ignoramos cómo acabó el debate, pero hemos descubierto otro gato de Navidad en la ciudad de Akureyri, totalmente al norte del país, en el fiordo Eyjafjörður. Parece estar hecho de metal, no de LED y, contrario a la tradición, tiene los ojos verdes. Los del verdadero Jólakötturinn son abrasadores y rojizos.
Akureyri
Reikiavik
Los islandeses tienen un dicho “að fara í jólaköttinn”, que significa literalmente “ir dentro del gato de Navidad”, o sea, si uno no se porta bien, acabará dentro del gato. Es un poco más drástico que encontrarse carbón en los zapatos en vez de un regalo.
Akureyri
Reikiavik
Eso no significa que los islandeses no quieran a los gatos, al contrario. Se calcula que hay más de 20.000 gatos en Islandia para 366.425 habitantes, y aunque el número de perros es más o menos el mismo, los gatos han adquirido más visibilidad en Reikiavik. Menja von Schmalensee, biólogo y ecologista del Centro de Historia Natural del Oeste de Islandia, cree que los gatos llegaron con los primeros pobladores noruegos, entre los años 870 y 930.