Juan José Arreola

La autora mexicana Amparo Dávila es conocida por su amor a los gatos. Hablando de su amiga, el escritor y editor Juan José Arreola llegó a decir: “No, Amparo no escribe, son los gatos los que escriben los cuentos”.

Amparo Dávila con su gata Memphis (Ricardo Salazar, 1958)

Cuentos que ponen los pelos de punta, relatos surrealistas y también muy realistas, sobre el amor, la locura, la muerte, los fantasmas, pero ni uno solo sobre gatos. En el volumen “Cuentos reunidos”, que recopila todo lo que publicó en vida e incluso cinco cuentos inéditos, solo los menciona en “Matilde Espejo”.

En este cuento relata que el gato Filidor (maravilloso nombre gatuno) y la gata Titina  tuvieron gatitos y que los ojos de uno de ellos eran “del mismo color que los de doña Matilde”. Se lo regalaron, doña Matilde quedó encantada y le llamó “Minou”… No diremos más para no revelar lo que pasa, es mejor leerlo. Treinta y seis cuentos, 296 páginas y solo aparecen Filidor, Titina y Minou.

Cerámica de Tonalá

Pero Amparo Dávila siempre vivió rodeada de gatos y perros. Nació el 21 de febrero de 1928 en Pinos, una ciudad minera del estado de Zacatecas, en una casa grande donde todo se movía porque allí siempre soplaba el viento, un viento helado en invierno que se colaba por todas partes. Tuvo tres hermanos, pero el mayor murió al nacer; el siguiente, de meningitis a los cuatro años, y el pequeño, a muy temprana edad.

Constelaciones (Remedios Varo)

Reconoce que sus primeros años estuvieron marcados por la soledad y el miedo, un tema recurrente en numerosos relatos suyos. Un lunes de noviembre de 2016 concedió una entrevista en su casa a Eduardo Cerdán y apareció “precedida por su andadera y una gata tricolor que andaba a su lado”.

Oaxaca (madera)
Amparo Dávila

De esta larga entrevista hemos extraído algunos párrafos en los que habla de los gatos: “Las casas de Pinos son de habitaciones muy grandes, sumamente grandes, y Pinos es un pueblo muy frío, con mucho viento. Cuando yo nací, lloraba mucho y no sabían de qué. Un día que dejé de llorar, fueron a verme y estaba yo plácidamente dormida rodeada de gatitos que había llevado una gata de mi mamá. Los llevó y los acomodó junto a mí, cerca de mí. Eso hizo que dejara de llorar”.

El gato sin botas (Leonora Carrington)

“Mi abuela dijo que era muy peligroso, que los gatos tenían pelo y que eso les hacía mucho mal a los niños, que me podía perjudicar, que me los quitaran. Me los quitaban y yo lloraba. Cada vez que la gata podía, iba y los acomodaba conmigo. Desde entonces conozco a los gatos y convivo con ellos. Tengo nueve gatos y seis perros. Me gustan mucho los animales. Fíjese que de niña, como había muerto mi hermano Luis Ángel de cuatro años, me quedé muy sola, y en la noche eran mis perros los que me acompañaban. Yo tenía cinco años y mucho miedo”.

A los siete años fue a estudiar a un internado de San Luis Potosí. Empezó publicando poemas antes que relatos, entre ellos “Salmos bajo la luna”, en 1950, seguido por “Meditaciones a la orilla del sueño” y “Perfil de soledades”, ambos en 1954. Posteriormente se mudó a Ciudad de México y de 1956 a 1958 trabajó como secretaria de Alfonso Reyes.

Cerámica (México)

Su primer volumen de cuentos, “Tiempo destrozado”, se publicó en 1959; el siguiente, “Música concreta”, que contiene el antes mencionado “Mathilde Espejo”, en 1964. En 1977 ganó el Premio Xavier Villaurrutia por “Árboles petrificados”.

Gatos mexicanos sin pelo o aztecas
Leonora Carrington

A partir de 1966 formó parte del Centro Mexicano de Autores, que le otorgó varias becas para que pudiera seguir escribiendo. Contrajo matrimonio con el pintor Pedro Coronel Arroyo (del que incluimos aquí un cuadro que no parece tener nada que ver con un gato), nacido en Zacatecas el 25 de marzo de 1921 y fallecido en Ciudad de México el 23 de mayo de 1985. Tuvieron dos hijas.

Pedro Coronel

“Muerte en el bosque” (1985) es una reedición del primer volumen y de parte del segundo, y “Cuentos reunidos”, como indica el nombre, reúne todo lo publicado hasta entonces más un volumen inédito, “Con los ojos abiertos”, fechado en 2008. En 2011 se publicó “Poesía reunida” con la colección inédita “El cuerpo y la noche” (1967-2007), y en 2019, “Poesía de ayer y de hoy”.

Rufino Tamayo
Charles Henry Lane

En 2008 fue reconocida por el Palacio de Bellas Artes de Ciudad de México, y en septiembre de 2013 fue la primera mujer galardonada con el Premio “Literatura en el Bravo” durante el Noveno Encuentro de Escritores celebrado en Ciudad Juárez. La Universidad de Guanajuato le otorgó el Premio Jorge Ibargüengoitia de Literatura en 2020. ​

Darío Escalante, que adora los cuentos de Amparo Dávila, publicó en octubre de 2021 un gran artículo en torno a la escritora en la interesante revista mexicana Enpoli.   Cuenta cómo la descubrió caminando sin rumbo por los pasillos de la biblioteca. Se detuvo de pronto delante de una estantería y escogió “Árboles petrificados”. Reproducimos a continuación lo que escribió:

Nahui Olin

“Al hojear el libro me encontré en la cuarta de forros con la fotografía de una mujer joven vestida completamente de negro… y un gato. La sonrisa de ella era misteriosa, pero el gato me hizo mucha gracia. El misterio creció cuando revisando el índice descubrí un contenido no menos enigmático. Sólo dios o el diablo saben qué mecanismos operan en nuestro inconsciente para decidir qué cosas nos llaman la atención y cuáles no; pero aquella tarde, sin poderme resistir a los gatos y a la misteriosa sonrisa que parecía decirme: a que no me lees, salí de la biblioteca con los “Cuentos reunidos”de Amparo Dávila bajo el brazo… y un rotundo: a que sí”.

Y sigue diciendo un poco más lejos: “Me fui pensando durante el camino ¿por qué un gato? No sé cuántos escritores salen en la cuarta de forros, o en la solapa, retratados con algún animal. La gran mayoría aparece solo, fumando un cigarrillo o frente a una máquina de escribir. Los gatos son criaturas fascinantes”.

Alice Rahon

Generalmente, sus relatos están protagonizados por mujeres, pero no siempre. En algunos habla del tedio de vivir en pareja, o de la necesidad de tener una pareja y de no encontrarla, mientras que otros están poblados por presencias inexplicables que se apoderan de la vida de los personajes. En algunos, los personajes son capaces de sobreponerse a estas presencias, pero son los menos. El terror siempre está ahí, justo detrás de la puerta. Pero todos tienen un rasgo en común: nacen de la vida cotidiana.

Amparo Dávila falleció en Ciudad de México el 18 de abril de 2020.

Amparo Dávila
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