La ceramista Lisa Larson, de soltera Alhage, nació en el año 1931 en Härlunda, un pequeño municipio no lejos de Gotemburgo, en Suecia. Su padre dirigía una aserrería y era un apasionado del arte. A menudo regresaba de sus viajes de negocios con cuadros para el hogar familiar. En palabras de la artista: “El arte abundaba en casa y crecí convencida de que sería una artista”.
Desde muy joven le atraía crear; diseñaba ropa, pintaba las paredes de su casa y esculpía figuras en trozos de madera recuperados de la aserrería de su padre. Ya era una adolescente cuando, durante el luminoso verano sueco, un invitado de su padre cambió su futuro. “Un profesor de la Escuela de Artes y Diseño de Gotemburgo vio un dibujo mío y me convenció para que solicitara una plaza. Se me ocurrió presentar tres figuras claramente inspiradas en el escultor Axel Döderhultarn y aceptaron mi candidatura”.
Antes de ingresar en la Escuela de Artes, Lisa Alhage soñaba con ser diseñadora de moda, profesión que acabó ejerciendo su hermana Titti Wrange. Pero cuando empezó las clases de cerámica, encontró su auténtica vocación. Recuerda: “Descubrir que la arcilla era el material que siempre había buscado fue una sensación maravillosa”. Solía quedarse en el taller después de las clases para seguir practicando en el torno y crear piezas.
Al cabo de un año en Gotemburgo conoció al amor de su vida en un baile navideño. Se llamaba Gunnar Larson, un estudiante de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad propenso a vestirse de negro. Lisa recuerda que bailó con todas las chicas antes de sacarla a ella. La acompañó a casa y el flechazo fue mutuo. A los seis meses se mudó a la habitación que alquilaba Gunnar: “Éramos pobres, pero fueron años maravillosos”.
Para su licenciatura, Lisa Larson participó en un concurso de arte con una vasija de color canela con decoraciones esculpidas. Uno de los miembros del jurado era Stig Lindberg, el director artístico de la famosa fábrica de porcelana Gustavsberg, que le ofreció un contrato de un año, pero Lisa llevaba tiempo soñando con tener un estudio propio.
Llegaron a un acuerdo con Lindberg: tanto Gunnar como ella podrían trabajar libremente en proyectos personales. Y funcionó, estuvieron 26 años en la fábrica Gustavsberg. Corrían los años cincuenta del siglo pasado cuando el diseño sueco alcanzó toda su gloria. Era habitual que los fabricantes de muebles, de telas y de objetos para el hogar contratasen a artistas para sus diseños. Suecia exportaba creaciones al mundo entero.
La fábrica Gustavsberg estaba ubicada a las afueras de Estocolmo y era uno de los principales fabricantes de cerámica de Escandinavia. Lisa y Gunnar fueron alojados en una habitación con cocina americana y ducha en un edificio donde ya residían otros jóvenes artistas. Durante un año se les daba libertad absoluta para trabajar en un estudio llamado The Playhouse al que Stig Lindberg iba regularmente a supervisar los trabajos.
Aquí es donde Lisa Larson empezó a crear gatos de cerámica. “Siempre he tenido gatos, eran parte de mi vida mientras crecía en el campo. Tengo muy claro que los gatos nos tranquilizan, sobre todo cuando deciden instalarse en tu regazo”.
El primer gato de cerámica que realizó tenía el rabo muy tieso y estaba hecho de gres marrón claro con rayas negras y una cara blanca. Era un gato modernista al que siguieron otros dos del mismo estilo, muy de la época. Más tarde formarían parte de la serie “Pequeño zoo”, su primer éxito en Gustavsberg.
La ceramista no se ha limitado a crear figuras de gatos. Una de sus series más famosas es “Las chicas ABC”, creadas en 1958 como sujetalibros, y producidas por Gustavsberg hasta 1973. También tiene en su haber un sinfín de animales de todo tipo, pero por lo que hemos podido ver los gatos son los más numerosos.
Los años setenta marcaron el declive de la fábrica Gustavsberg, y Lisa Larson dejó la empresa en 1980, dedicándose a trabajar para otras empresas suecas y alemanas de cerámica y porcelana. En 1992 fundó el Ceramic Studio dentro de la compañía Gustavsberg con Franco Nicolosi y Siv Solin.
Los objetos diseñados por Lisa Larson siguen reproduciéndose a mano. Se realizan moldes a partir del modelo original donde se coloca la arcilla con un elevado contenido de cuarzo y chamota. Una vez secada la figura se decora a mano y se esmalta antes de cocerla a 1.240 grados. En algunos casos se redecora la figura ya cocida y se vuelve a cocer a 800 grados.
La ceramista descubrió el arte japonés en los años cincuenta en una exposición. Visitó Japón en varias ocasiones durante los sesenta y setenta además de exponer una vez en Tokyo. En el año 2000, alguien le regaló a la dueña de una tienda de diseño de Osaka uno de los leones de Lisa Larson. La propietaria se puso inmediatamente en contacto con el Ceramic Studio y le hizo un pedido. No se había equivocado, las figuras se vendieron enseguida.
Actualmente, más de la mitad de la producción del estudio se exporta a Japón. Entre 2014 y 2015, una retrospectiva de la obra de Lisa Larson recorrió ocho ciudades japoneses y fue vista por más de 200.000 personas. Lisa reconoce que “me divierte ser famosa en mi vejez”.
Gunnar falleció el 2 de junio de 2020 a los 94 años, llevaban 68 años juntos. Lisa vive en Nacka, en un piso lleno de fotos, cuadros, esculturas, bocetos, caballetes, pinceles, proyectos sin terminar y… suponemos que algún gato, pero no podemos asegurarlo. Sigue trabajando.
Ha creado cientos de diseños, algunos de ellos auténticos clásicos buscados por anticuarios y coleccionistas. Sus figuras son amables, cálidas, entrañables y aparentemente sencillas. En 2019 dijo: “Me quedan tantas cosas por hacer que no tengo tiempo de envejecer”. Los gatos también ayudan a mantenerse joven.