Melville y Amok

En la película “Círculo rojo” (1970), el actor Bourvil, en el papel del comisario François Mattei, tiene tres gatos a los que da de comer cuando regresa a casa, un siamés y dos muy peludos que podrían ser bosques de Noruega. Fiorello, Griffaulait y Ophrène – así se llamaban los gatos – pertenecían a Jean-Pierre Melville, director del film, poco amante de la luz y gran amante del silencio.

Bourvil en «Círculo rojo»

Tres años antes, el 29 de junio de 1967, durante el rodaje de “El samurái”, el estudio que Melville había instalado en una fábrica abandonada en 1955 se incendió en plena noche. El director y productor dormía en un piso encima del estudio y su esposa Florence se encontraba de viaje. Las pesadas cortinas estaban cerradas, Melville llevaba un antifaz para impedir que le molestara el menor resquicio de luz. Amok, su gato siamés (Oprhène en “Círculo rojo”) le despertó, salvándole la vida.

Amok

Después de salir corriendo, Melville se dio cuenta de que había dejado dentro a Amok y un recuerdo muy preciado, por lo que volvió a entrar a pesar de las llamas para recuperar al gato y la foto firmada por De Gaulle, a quien había conocido durante la II Guerra Mundial. Fueron necesarias nueve brigadas de bomberos para extinguir el incendio y no quedó nada del estudio.

Fiorello y Griffaulait quizá llegaran más tarde, cuando se compró una casa en Tilly, no lejos de París, después de visitar unas cien en tres meses. Pero los tres gatos que aparecen en la magnífica “Círculo rojo” son suyos, de eso no cabe duda.

Melville siempre llevaba gafas oscuras y un sombrero tejano; como hemos dicho antes, no le gustaba la luz, aunque era director de cine. Se cuenta que podía llegar a ser muy desagradable y que se enfadó con numerosos colaboradores. Por ejemplo, en “El guardaespaldas” (1963), Jean-Paul Belmondo le dejó plantado en medio del rodaje debido a su mal comportamiento con una actriz. Le sacó tanto de quicio que le dio un puñetazo, al menos eso cuenta la leyenda.

Nació en París el 20 de octubre de 1917 en el seno de una familia alsaciana, judía y de izquierdas apellidada Grumbach. Decidió convertirse en cineasta en 1933, a los 15 años, después de ver “Cabalgata”, de Frank Lloyd, que decía haber visionado más de cien veces.

Se cambió el apellido después de unirse a las fuerzas de la Francia Libre, capitaneadas por De Gaulle, escogiendo “Melville” en honor al escritor al que tanto admiraba, no por “Moby Dick”, sino por “Pierre o las ambigüedades”. Sus años en la Resistencia le marcaron profundamente y nunca quiso hacer una película sobre la guerra; contaba que los pequeños horrores que había presenciado no podían plasmarse en la pantalla y serían censurados.

Le llamaron “padre de la Nouvelle Vague”, pero rechazó el título. Jean Cocteau le pidió que dirigiera “Los niños terribles” y lo hizo. Su última película fue “Crónica negra” (1972), que tuvo poco éxito en comparación a muchos de sus títulos anteriores. Falleció el 2 de agosto de 1973, a los 55 años, de un aneurisma cerebral mientras comía en un restaurante.

A Jean-Pierre Melville le gustaba el cine, el jazz y los gatos, no sabemos si en este orden. A Carlos Aguilar le gusta el cine, el jazz y los gatos, tampoco sabemos si en este orden, y es el autor de un magnífico libro titulado “Jean-Pierre Melville”, publicado por Catedra en 2016.

Carlos Aguilar y Anita Haas tienen dos gatas rescatadas llamadas Viridiana y Tristana en honor a Buñuel. La tricolor es Tristana y la rubia, Viridiana. Además de compartir intereses con Jean-Pierre Melville, también sienten pasión por el flamenco. En 2019 cofirmaron el libro “Flamenco y cine” y acaba de aparecer “Julio Diamante y el flamenco: La voz negra”. Además, Carlos tiene en su haber “Cine y jazz”.

Viridiana y Tristana

En el libro “Chato, el perri-gato”, Anita Haas describe las tribulaciones de un perro al que todo el mundo toma por un gato… Anita recorrió varias ciudades españolas para la presentación del libro y los beneficios de las ventas fueron destinados a diversas protectoras.

Anita Haas, autora canadiense bilingüe que escribe tanto en español como en inglés, también ilustró el libro, que en una entrevista describe de la siguiente forma: “Tras finalizar “Chato, el perri-gato” capté que quería plasmar una fábula sobre el derecho natural a la personalidad propia, a partir del animalismo”. La escritora no tiene ningún reparo en reconocer que Tristana y Viridana son sus musas.

Anita Hass, Viridiana y Tristana

A la pregunta de si los animales deben tener los mismos derechos que los seres humanos, contestó lo siguiente: “Deben tener derechos propios, porque son seres vivos con una sensibilidad. A mí siempre me han encantado, sobre todo los gatos, y tengo amigas y conocidas que colaboran en asociaciones de acogida. Dedican un montón de tiempo y dinero, madrugan para alimentar animales en descampados, capturan gatos por la noche para llevarlos al veterinario, soportan insultos y burlas. Las admiro, me parecen heroínas. Por eso reservo el dinero de las ventas del libro para estas asociaciones, es mi forma de colaborar”.

Es raro que alguien interesado en el cine no tenga la monumental “Guía del cine”, del conocidísimo historiador y crítico de cine Carlos Aguilar, publicada por primera vez en los años ochenta como “Gran enciclopedia del video cine” y reeditada en siete ocasiones, la última con más de 23.000 títulos. El libro no solo es interesante como una auténtica enciclopedia del cine, sino también por los comentarios mordaces del autor.

Nacido en Madrid en 1958, Carlos Aguilar ha escrito setenta libros de cine, entre obras individuales y colectivas, además de seis novelas, tres de ellas policíacas, el género preferido de Jean-Pierre Melville para el cine.

Carlos Aguilar

Cine, música y literatura aparte, debe añadirse que, por supuesto, Carlos Aguilar es un amante de los gatos, y de niño, durante sus veranos en Astorga, pasaba mucho tiempo en casa de unos tíos donde vivían gatos innumerables, que entraban y salían a voluntad. De hecho, los gatos desempeñan cometidos importantes en algunos de sus relatos, como «El gato sabe» y «Cool Trumpet», aparecidos respectivamente en las antologías «I Certamen en homenaje a Jorge Luis Borges» y «Ángulo muerto». También, desde una perspectiva fantástica ambigua, en su segunda novela western, «Los hijos de la furia y de la noche».

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