Y ahora la traducción de la entrevista que Yony Leyser realizó a Roger Holden para la revista Vice, tal como anunciamos la semana pasada.
¿Por qué acabó al cuidado de algunos de los gatos de Burroughs?
Me pasaba por su casa como cada dos meses con otros amigos, cenábamos, hablábamos de cosas – Ovnis y otros intereses que teníamos en común. William se dio cuenta de que realmente quería a los gatos y me preguntó: «¿Te interesaría tener un gato si un día te regalo uno?» Le contesté que sí. Al cabo del tiempo me llamó y me dijo que había aparecido en su porche un gato atropellado. Lo había llevado al veterinario y ya estaba curado. Entonces me lo ofreció y yo acepté. Se llamaba «Porche» por haberlo encontrado en el porche. Durante los años siguientes y hasta la muerte del gato en 1995, William pagó las facturas del veterinario para los cuidados de «Porche Burroughs». A Porche le diagnosticaron leucemia felina. Fue muy triste. Intentamos curarle con métodos tradicionales, pero acabó sucumbiendo a la enfermedad. Entonces me prometí a mí mismo que si William volvía a darme otro gato y si este enfermaba, buscaría un tratamiento alternativo.

Háblenos de Marigay, el «Gato Blanco» de Burroughs.
En enero de 1997, William me llamó y me contó que buscaba un hogar para un gato blanco genial. Me preguntó si podía ayudarle; parece ser que el gato no se llevaba bien con los otros. Un par de días después pasé a recogerlo, y entonces William fue a su biblioteca y sacó un libro titulado «Mysteries of Magic and Religion», de M. Oldfied Howey (traducido en España como «Gato en la mitología, la religión y la magia»). Abrió el libro en un capítulo sobre los gatos en la magia antigua y me dijo: «Este es Margaras, el Gato Blanco, el gato sagrado». Añadió que yo debía leer lo que decía acerca de este gato en cuanto a la magia. Entonces entendí que el «Gato Blanco» que había encontrado era muy especial para William. El gato empezó llamándose Marigay, pero le puse el sobrenombre de Butch Burroughs (Butch por «macho»). Dejaba que Butch se paseara por Lawrence, y en el exterior era muy activo y bastante pendenciero, pero en casa era muy amable.


William falleció en agosto de 1997 y dio la casualidad de que Butch desapareció durante tres días. Finalmente lo encontramos en un refugio, pero seguí dejándole pasear a su antojo. Sin embargo, en la primavera de 1999, un pastor alemán le persiguió hasta que se escondió debajo del porche de casa. Pensé que no le había pasado nada hasta la mañana siguiente, cuando vi que tenía una herida muy fea. Le llevé al veterinario favorito de William para que le curara. Fue entonces cuando descubrimos que tenía leucemia felina y que le quedaban muy pocas semanas de vida. Pero esta vez, tal como había prometido, decidí buscar un tratamiento alternativo. Primero empecé a meditar y a contemplar mi fe en el universo y mi amistad con William. Tenía la esperanza de que, de algún modo, quizá por intuición, encontraría una respuesta. Busqué en Internet y encontré tratamientos muy complicados. Y por fin descubrí una entrada escrita por alguien que había tratado a su gato con una mezcla de hierbas llamada essiac con efectos curativos notables.

Que yo sepa, el té de essiac es un tratamiento propio de los nativos americanos. El gato, después de atropellado, llegó a casa de Burroughs, que se encontraba muy cerca de Haskell, la primera universidad de las Naciones Indias y una de las pocas universidades nativas americanas.
Así es. Me documenté y descubrí que el té de essiac se basa en una fórmula nativa americana desarrollada específicamente por un hombre medicina de la nación Ojibwa. Me pareció que una marca con el nombre de FlorEssence era la mejor posibilidad para empezar a tratar a Butch Burroughs. La mezcla contenía ocho hierbas y me puse en contacto con la empresa para pedirles ayuda. Me recomendaron administrarle una o dos cucharaditas diarias con un cuentagotas o mezcladas en comida blanda.

Si veía que mejoraba, podría reducir la dosis. Tres semanas después le llevé a que le hicieran unos análisis y el veterinario confirmó que el recuento de células blancas había mejorado de forma significativa. Hasta tal punto que añadió que empezaban a referirse a Butch Burroughs como «el gato milagro».

¿Cuál fue su reacción?
Estaba entusiasmado con la noticia, pero sabía que debía esperar dos o tres meses para estar seguro de si realmente era un éxito. Efectivamente, al cabo de este tiempo, Butch casi estaba curado. Desde 1999 a 2005 tuvo una vida plena. Pienso que su recuperación se debe únicamente a los efectos beneficiosos del té de essiac. Cuando le diagnosticaron la leucemia, me dijeron que no duraría más de tres meses, pero vivió cinco años más.

¿Dónde está enterrado el Gato Blanco?
Con sus otros gatos, en el cementerio gatuno del jardín de su casa.
Acabaremos esta entrada doble con la traducción de cuatro fragmentos de lo que llamaríamos «El gato en el interior». En la primera página en cursiva encontramos este texto: «4 de mayo de 1985. Preparo la maleta para un corto viaje a Nueva York para hablar del libro de gatos con Brion. En la habitación delantera donde están los gatitos, Calico Jane da de mamar al negro. Alzo mi maleta Tourister. Pesa más de lo normal. Miro en el interior y ahí están los otros cuatro gatitos. «Cuida de mis niños. Llévatelos adonde vayas».

En la página 4: «Estos últimos años me he convertido en un entregado amante de los gatos». En la 5: «Hace quince años soñé que había atrapado a un gato blanco con una caña de pescar. Por alguna razón, estaba a punto de rechazarlo y volver a tirarlo, pero se frotó contra mí, maullando patéticamente».

En la página 10: «El gato no ofrece sus servicios. El gato se ofrece a sí mismo. Claro que quiere un refugio y que le cuiden. No se compra el amor por nada. Como cualquier ser puro, el gato es práctico. Para comprender una antigua pregunta, basta con transferirla a la actualidad. Mi encuentro con Ruski y mi conversión en hombre amante de los gatos restablece la relación entre los primeros gatos domésticos y sus protectores humanos».
Y acaba el libro diciendo: «Somos el gato en el interior. Somos los gatos que no saben andar solos, y para nosotros solo hay un lugar».
Leyendo estos pasajes no cabe duda de que los gatos significaban algo muy profundo para el contradictorio William Burroughs, un gran aficionado a las armas, miembro de la organización esotérica «Los iluminados de Thanateros» a partir de 1993, exmiembro de la iglesia de la Cienciología, icono de la contracultura, gran amigo de Allen Ginsberg, escritor y pintor. Nació el 5 de febrero de 1914, pero no entendió a los gatos hasta el año 1982, cuando ya tenía 68 años. Solo compartió su vida con ellos durante 15 años, hasta su muerte el 2 de agosto de 1997.