Se sabe que muchos gatos blancos son sordos, incluso hemos oído comentar que todos los gatos blancos son sordos.

Podemos empezar diciendo que solo el 5% de toda la población gatuna es realmente blanca, y que la sordera congénita en gatos no blancos es escasísima. Entre el 1 y el 2% de todos los gatos tienen los ojos azules o de dos colores, y de ellos, si tienen los dos ojos azules, entre el 60 y el 80% son sordos; con los ojos de dos colores, entre el 30 y el 40%. Los gatos blancos con ambos ojos verdes representan entre el 3 y el 4% de la población total, y de estos, entre el 10 y el 20% nacen sordos.

Un gato blanco con ambos ojos azules tiene entre tres y cinco veces más probabilidades de ser sordo, y un gato con un solo ojo azul, el doble de probabilidades. Además, los gatos blancos de pelo largo son tres veces más propensos a sufrir una sordera congénita. Añadiremos que en gatos con ojos de dos colores y con sordera unilateral (de un solo oído), esta suele estar asociada con el ojo azul.

Un gato doméstico sordo no tiene grandes problemas, pero no es así para los que viven en la calle al enfrentarse a mayores dificultades para sobrevivir. Aparte de ser sordo, un gato con ambos ojos azules suele padecer fotofobia, por lo que no soporta la luz brillante y su visión en la oscuridad es reducida.

La sordera en gatos blancos puede ser unilateral o bilateral y es consecuencia de una degeneración del aparato auditivo del oído interno. Esta condición se debe al alelo W de un gen pleiotrópico, es decir, responsable de más de un efecto, concretamente del pelo blanco y de los ojos azules. Los gatitos no nacen sordos, pero al cabo de una semana, el oído interno deja de desarrollarse y sufre alteraciones progresivas. La anomalía no aparece en todos los gatos blancos de ojos azules; en muchos casos, el oído sigue desarrollándose normalmente, o solo se ve afectado uno de los dos oídos.

Los gatos sordos están muy pendientes de las vibraciones transmitidas por el suelo o el aire y se fijan en las reacciones de sus congéneres, que le avisarán de un ruido inhabitual. La comunicación entre gatos se basa más en el olfato (olores y feromonas), así como en señales visuales, por ejemplo las marcas de las uñas que han dejado otros y las actitudes corporales, que por lo que oyen. Un gato completamente sordo no tiene problemas a la hora de relacionarse con otros gatos, sean compañeros, adversarios o retoños, pero no ocurre lo mismo con los seres humanos al tratarse de una comunicación mucho más verbal.

Volviendo a las estadísticas, se sabe que el 40% de gatitos blancos nacidos del apareamiento de dos gatos blancos serán sordos, mientras que la cifra se reducirá al 10% si uno de los progenitores es de otro color. Asimismo, un gatito con ambos padres de ojos azules tiene cinco veces más probabilidades de ser sordo. Aun así, si ambos padres son blancos y con los ojos verdes, el 10% de su progenie será sorda.

Lo curioso es que el alelo W no está relacionado con que el pelo sea largo o corto, pero los gatos blancos de pelo largo tienen más tendencia a ser sordos. La presencia de este gen implica de modo sistemático que el pelo sea blanco, aunque la sordera solo se manifiesta en el 20 o 25% de los gatos. No se sabe a ciencia cierta qué factores modifican la expresión del alelo. Cabe la posibilidad de que un factor medioambiental desencadene el proceso en mayor o menor grado ya que la proporción de gatos blancos difiere según la zona geográfica. También parece que existen factores genéticos capaces de atenuar los efectos del gen W y proteger contra la sordera.

Otra cosa sorprendente es que los gatos de Van, en su mayoría blancos y buenos nadadores, no suelen ser sordos al estar su fenotipo asociado a un gen semidominante llamado «patrón de van».

 

También están los gatos albinos, que a menudo se confunden con blancos y que tampoco son sordos.

El albinismo, causado por una mutación del gen de la tirosinasa, ocurre en muy pocas ocasiones entre la población felina. Para que un gatito sea realmente albino, ambos padres deben tener el marcador genético albino. El pelo parece blanco, pero los ojos y la piel son diferentes de un gato realmente blanco. Sin embargo, el albinismo parcial es más común de lo que creemos. Así, las típicas marcas de los gatos siameses, burmeses y tonkineses se deben a una herencia genética en parte albina.

La diferencia más importante y más fácil de notar está en los ojos, cuya gama de colores es muy limitada en los albinos por la falta de pigmentación. Los ojos de un gato albino son azules claros, rosados o de un azul rosado, aunque el rosa no puede considerarse un auténtico color. Se debe a los vasos sanguíneos del ojo reflejados por la luz. Lo mismo pasa con la piel; tanto la nariz como el interior de las orejas son de un color mucho más claro de lo habitual.

En muchas ocasiones puede observarse una mancha en la parte superior de la cabeza de los gatitos blancos recién nacidos que desaparecerá a los pocos días. En realidad, este es el verdadero color del gato, que ha sido enmascarado por el gen W al producirse una despigmentación total en el pelaje. En otras palabras, a menos de que un gato blanco sea albino, su color originario no es el blanco.

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