Mark Twain, de verdadero nombre Samuel Langhorne Clemens (30 de noviembre de 1835 – 21 de abril de 1910), fue un hombre peculiar en muchos aspectos y un gran amante de los gatos. Su necesidad de tenerlos al lado era tal que, cuando la familia viajaba, llegaban a pedir gatos «prestados». En una carta fechada en 1884, el escritor decía: «No hay nada tan valioso en un hogar como un bebé; el hogar de una joven pareja no está completo sin un bebé – un bebé y un gato. Algunas personas desprecian a los gatos y no los consideran esenciales, pero el clan Clemens no comparte esta opinión».
El Sr. Clemens, según Katy Leary, su criada cuando residían en el 21 de la Quinta Avenida de Nueva York, tenía un gato llamado Bambino. En realidad era el gato de su hija Clara, a la que había hecho compañía mientras estuvo ingresada en una clínica. Cuando por fin Bambino se escapó de su cuarto, no le quedó más remedio que pedirle a su padre que se hiciera cargo de él. El escritor le enseñó a Bambino a apagar una vela que siempre tenía al lado de la cama para encender los puros porque una de las peculiaridades de Mark Twain era pasar gran parte del día en la cama. Parece ser que Bambino esperaba a que inclinara la cabeza dos veces para saltar a la mesilla y apagar la vela con la pata.


Una noche, Bambino oyó a otros gatos maullar en la parte trasera de la casa y se escapó por la ventana abierta. Todo el mundo le buscó, pero no hubo forma de encontrarle. Al día siguiente, Mark Twain publicó este anuncio en numerosos periódicos: «Un gato perdido – Recompensa de cinco dólares por su entrega a Mark Twain, Quinta Avenida, 21. Grande, de intenso color negro; pelo espeso y aterciopelado; pequeña marca blanca en el pecho, no se distingue bien con luz normal». Con tal de conocer al autor, una sinfín de personas llamaron a la puerta con un gato negro, pero ninguno era Bambino.
Dos o tres noches después se oyó a un gato maullar en el jardín del vecino y ahí estaba Bambino. Mark Twain se alegró mucho e inmediatamente volvió a publicar una reseña anunciando que su gato había vuelto, pero la gente siguió acudiendo con gatos durante muchos días.
Hablando de Bambino en una carta a su hija Clara, le decía: «Se ha descubierto que si tu gato rehúsa comer carne y beber leche, y se empeña en hacernos creer que vive gracias a una intervención milagrosa, se debe a que caza ratones en sus ratos libres».
El Washington Post publicó el 26 de marzo de 1905 un pequeño artículo acerca de la cama de Mark Twain. Parece ser que era una cama enorme en la que había depositados toda una serie de objetos, libros, papel y plumas, ropa, cualquier cosa que pudiera hacerle falta. El periodista añadía que en medio de todo reinaba un gato negro de gran tamaño «con muy mal genio. Gruñe, araña y muerde; cuando se harta de destrozar un manuscrito, araña a Mark Twain, que lo aguanta con maravillosa paciencia».


En un artículo del 24 de diciembre de 1898 publicado en The Rambler, se decía que «ordenaba a los gatos que ‘subieran’ a la silla y todos lo hacían. Entonces les decía: ‘A dormir’. Y se quedaban dormidos hasta que gritaba: ‘¡Despertad!’, y todos abrían los ojos».
Mark Twain nació muy poco después de que el cometa Halley apareciera en el cielo, y en 1909 predijo que se iría cuando volviera: «Llegué con el cometa Halley en 1835. Vuelve el año que viene. Sería la mayor decepción de mi vida si no me fuera con él». Efectivamente, falleció de un infarto el día después del regreso del cometa.
Antes de ser escritor, pilotó un barco de vapor por las traicioneras aguas del Misisipi; fue soldado Confederado dos semanas y al poco viajó a Nevada con su hermano Orion; en Virginia buscó plata, pero acabó trabajando para el periódico Territorial Enterprise; recorrió Europa y Oriente Próximo durante dos años. En 1870 se casó con Olivia Langdon, de familia rica y liberal, gracias a la que conoció a abolicionistas, ateos, activistas a favor de los derechos de la mujer y de la igualdad social, como Harriet Beecher Stowe y el socialista utópico William Dean Howells.
La ciencia le fascinaba y fue muy amigo de Nikola Tesla (https://gatosyrespeto.org/2014/09/17/nikola-tesla-y-su-gato-macak/), con el que pasó mucho tiempo en su laboratorio. Patentó tres inventos y uno tuvo un gran éxito: un álbum compuesto por páginas con un adhesivo seco que solo debía humedecerse para pegar papeles y del que vendió 25.000 ejemplares. Se arruinó en varias ocasiones, pero siempre consiguió salir adelante.

Pero su gran amor fueron los gatos, a los que decía apreciar más que a los seres humanos: «Si pudiéramos cruzarnos con los gatos, la raza humana mejoraría, pero el gato se deterioraría». Se sabe que tuvo diecinueve gatos en toda su vida con nombres nada corrientes, entre los que destacaremos Apollinaris (Apolinar), Beelzebub (Belcebú), Blatherskite (Parlanchín), Buffalo Bill, Satan (Satanás), Sin (Pecado), Sour Mash (Malta agria), Tammamy, Zoroaster (Zoroastro), Soapy Sal (Sal la empalagosa) y Pestilence (Pestilencia). No comprendía que alguien no amase a los gatos y decía: «Cuando un hombre quiere a los gatos, soy su amigo y compañero sin necesidad de presentaciones».
Fue un acérrimo defensor de los derechos de las mujeres; su discurso «Votos para las mujeres», en el que pedía que pudieran votar, se hizo muy famoso. Se le considera el mayor humorista que jamás ha nacido en Estados Unidos, y William Faulkner le llamó el padre de la literatura estadounidense.
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