En marzo de 2015 se inauguró en Nueva York una espléndida exposición, organizada por la Sociedad Japonesa de esa ciudad, dedicada íntegramente a los gatos bajo el nombre de “Life of Cats: Selections from the Hiraki Ukiyo-e Collection” (La vida de los gatos: Una selección de la colección Hiraki de grabados Ukiyo-e).
La colección Hiraki nació hace más de 40 años gracias al fundador de la empresa de máquinas de coser Riccar, Shinji Hiraki, con el fin de salvaguardar un arte que permeó a todas las clases sociales japonesas durante el periodo Edo y al final de la Restauración Meiji (1868-1912), marcando el final de siglos de aislamiento.
Los grabados Ukiyo-e (Mundo flotante) fueron muy populares e incluso podría decirse que producidos masivamente. En principio, el artista hacía el dibujo, otra persona lo grababa en madera, el impresor añadía los colores consiguiendo efectos sorprendentes y un cuarto se encargaba de comercializarlos. Los primeros grabados datan de la segunda mitad del siglo XVII, y alcanzaron su auge a finales del XVIII y principios del XIX.
Sin embargo, con la muerte de los dos grandes maestros Katsushika Hokusai (1760-1849) y Utagawa Hiroshige (1797-1858), la llegada de la Restauración Meiji y la consiguiente modernización tecnológica del país, el interés por los grabados Ukiyo-e empezó a declinar. Por suerte, el siglo XX fue testigo de una renovada demanda debida al creciente interés en Occidente por las escenas japonesas tradicionales y los grabados dibujados, esculpidos e impresos por el mismo artista.
Una divertida estructura en forma de gato servía de entrada a un mundo mágico lleno de grabados cuidadosamente escogidos por los responsables de la Galería de la Sociedad Japonesa con el fin de reflejar la naturaleza multifacética y enigmática de los gatos. Desde el cachorro juguetón al terrible bakeneko de los mitos japoneses (https://gatosyrespeto.org/2016/02/04/los-gatos-cambiantes-o-bakeneko-de-japon/) pasando por las caricaturas o los gatos antropomorfos, se expusieron más de noventa grabados, además de juguetes y otros objetos.
La exposición se dividió en dos ciclos, dado que los grabados Ukiyo-e no pueden exponerse durante mucho tiempo a la luz natural, sobre todo los realizados antes de que Japón empezara a importar tintes químicos en la segunda mitad del siglo XIX. Los tintes vegetales son muy sensibles a la luz y pierden el color rápidamente.
Como era de esperar, la estrella de la exposición fue Utagawa Kuniyoshi (1797-1861) (https://gatosyrespeto.org/2017/08/10/los-muchos-gatos-de-utagawa-kuniyoshi/), posiblemente el artista más prolijo de Japón dibujando gatos. Firmaba sus obras con diferentes nombres que incluían los caracteres de la palabra “gato”; dibujaba personajes famosos como gatos; utilizaba la figura del gato para eludir la censura reinante durante el shogunato Tokugawa, y los gatos se paseaban libremente por su estudio.
A finales del siglo XIX y principios del XX, los artistas occidentales de cualquier escuela, impresionista, fauvista, simbolista, nabi, incluso el famoso Wiener Werkstätte (Taller de Viena), el arquitecto Frank Lloyd Wright o el diseñador Louis Confort Tiffany, entre otros muchos, se dejaron influir por los Ukiyo-e. Pintores como Vincent van Gogh, Edouard Manet, Edgar Degas, Abbott McNeill Whistler se enamoraron de los grabados y Picasso se inclinó por el subgénero erótico.
En Francia, los marchantes de arte Siegfried Bing y Hayashi Tadamasa importaron grabados, y el historiador del arte Ernest Fenollosa se ocupó de la colección del Museo de Bellas Artes de Boston, al que siguieron el Museo Británico, el Victoria y Alberto, el Metropolitano de Nueva York y el Smithonian de Washington. Los coleccionistas no se quedaron atrás. Los Ukiyo-e estaban de moda.
La exposición se dividió en cinco temas: Gatos y personas, Gatos como personas, Gatos frente a personas, Gatos transformados y Gatos y juegos. Algunos de los grabados incluidos en esta entrada ya fueron publicados en entradas anteriores, pero merece la pena volver a verlos.
En esta escena vemos a la Tercera Princesa dando una carta a su gato para que se la entregue a Genji, en una adaptación del siglo XV del original “Genji Monogatari”, del siglo XI, donde se encuentra la primera mención a un gato en la literatura japonesa.
El siguiente, también de Utagawa Kunisada, pertenece a una serie de grabados sobre restaurantes famosos que servía de guía ante la proliferación de locales caros en el periodo Bunka-Bunsei (1804-1829).
Este grabado de Utagawa Kuniyoshi pertenece a una serie titulada “Dieciséis encantadoras criaturas” y muestra la figura principal de una mujer despertándose de la siesta con su gato y un cuadro colgado en la pared del sacerdote Bukan también despertándose con su famoso tigre.
Un grabado de Tsukioka Yoshitoshi titulado “Tedio: La apariencia de una virgen de la época Kansei”, de la serie “Treinta y dos aspectos de las costumbres y maneras”. Casi todos los Ukiyo-e formaban parte de series que se guardaban en álbumes. Aquí, cada grabado refleja una emoción diferente encarnada en una mujer. Aunque tal vez refleje la emoción del gato, harto de que le manoseen.
La representación de gatos como personas fue muy popular durante las reformas Tenpo (1842-1845), años en que se censuraban ciertas imágenes. Utagawa Kuniyoshi muestra a dos actores en una escena de la obra “La manga apestosa”, en torno a los clanes Gengi y Heike, que protagonizaron tremendos enfrentamientos en el periodo Heian. Un jefe de los Genji le pregunta a su amante dónde se encuentra uno de los Heike. Ella, despreocupada, toca un instrumento.
El grabado llamado “Acto 7”, de Utagawa Yoshiiku, muestra a siete famosos actores del teatro kabuki en una obra muy popular en la época conocida en Occidente como “47 rōnin”. Es el perfecto ejemplo de cómo los artistas conseguían saltarse la censura. Los actores van maquillados como gatos, pero se les ha dejado bastantes rasgos suyos para que los seguidores del kabuki puedan reconocerlos.
Acabamos con dos grabados de Takahashi Shōtei (nacido Hiroaki), uno de los últimos representantes del grabado clásico a través del estilo sin-hanga (nuevos grabados), a mediados de la primera mitad del siglo XX, que revitalizó el tradicional arte Ukiyo-e.
A modo de curiosidad, si muchos de los artistas comparten el nombre de “Utagawa” es porque pertenecen a la escuela Utagawa, que surgió durante el Shogunato Tokugawa, cuando Japón se cerró al exterior. A pesar del sistema feudal, proliferó el comercio y apareció una clase burguesa que hizo posible la expansión de las artes, sobre todo de grabados Ukiyo-e, cerámica, lacas y textiles.