María Elena Walsh nació el 1 de febrero de 1930 en Buenos Aires y falleció el 10 de enero de 2011 en esa misma ciudad, dos fechas llenas de sol y luz en el hemisferio austral. Y nos parece que fue una mujer llena de luz, alegría y vida. En Argentina, la mayoría de niños nacidos a partir de los años sesenta crecieron escuchando sus canciones, con letras como estas:

El reino del revés

Escribió numerosas canciones, poemas y cuentos de gatos, y también sabemos que desde su regreso a Buenos Aires a mediados de los años cincuenta siempre hubo uno en su casa. Sin embargo, solo hemos encontrado una foto suya con un gato, realizada en 1971 por el gran fotógrafo Pepe Fernández, a quien dedicó la canción “Zamba para Pepe”.

María Elena Walsh fotografiada por Pepe Fernández en 1971

Incluso sin fotos, creemos que debemos dedicar una entrada a la poetisa, cantautora, escritora y compositora que escribió maravillosas canciones infantiles y poemas. Incluimos portadas de discos, fotos de gatos bonaerenses y más. En cierto modo su obra puede considerarse revolucionaria al ofrecer a los niños un concepto totalmente diferente al habitual en canciones infantiles. María Elena Walsh, como Edward Lear (https://gatosyrespeto.org/2015/08/16/el-gato-old-foss-y-edward-lear/) (https://gatosyrespeto.org/2020/06/11/la-gata-y-el-buho/), creía en el absurdo.

Por ejemplo, escribió el siguiente Limerick “Una vaca que come con cuchara/y que tiene un reloj en vez de cara,/que vuela y habla inglés,/sin duda alguna es/una vaca rarísima, muy rara”. Como habría dicho Lear, se trata de una vaca “runcible”. Es probable que esta “comprensión” del absurdo se debiera a que su padre, desde muy pequeña, le cantó “limericks” ingleses.

María Elena de adolescente

Creció en una amplia casa con jardín en el Gran Buenos Aires donde también había gatos. Fue a una escuela típica de la clase media, pero en su casa reinaba un ambiente mucho menos estricto de lo habitual en la época. Su primer libro de poemas, “Otoño imperdonable”, que publicó a los 17 años después del fallecimiento de su padre, fue elogiado por escritores de la talla de Juan Ramón Jiménez, Silvina Ocampo, Pablo Neruda y Jorge Luis Borges, entre otros.

Gato de Buenos Aires

Publicó un segundo poemario en 1951, “Baladas de un ángel”, pero la situación política e intelectual, así como la falta de libertad sexual, la empujaron a irse a París con su amiga y compañera la poetisa tucumana Leda Valladares. Durante el trayecto que las llevó a Europa, formaron el dúo “Léda et Marie” para interpretar casi exclusivamente temas tradicionales del noroeste argentino.

Chacarera de los gatos

En la capital francesa subieron a escenarios tan diversos como el del Crazy Horse o el de la Universidad de la Sorbona, y estuvieron entre las precursoras de la defensa del folclore. No tardaron en codearse con cantautores como Georges Brassens (https://gatosyrespeto.org/2015/05/03/el-gato-y-george-brassens/), Jacques Brel o Barbara. Adquirieron cierta fama y grabaron varios discos. En París, hacia 1954, empezó a escribir canciones dedicadas a los niños.

Chacarera de los gatos

De hecho, existe en París un calle llamada “Rue du chat qui pêche” (Calle del gato que pesca) – dicen que la más estrecha de la ciudad  – cuyo nombre se debe a la siguiente leyenda: Parece ser que un gato negro siempre acompañaba a un canónigo o un alquimista (esto último no queda claro) cuando iba a pescar al río Sena; el gato golpeaba el suelo con sus patas y los peces picaban. Tres universitarios creyeron estar ante el diablo en persona y tiraron al pobre gato al río. El canónigo/alquimista desapareció. Pero cuál no fue la sorpresa de los estudiantes cuando reapareció unos meses después con el mismo gato.

Calle del gato que pesca, París

Es probable que María Elena conociera la leyenda, pero la letra de su canción no está basada en ella. Eso sí, no nos cabe duda de que el nombre de la calle la empujó a componerla.

El gato que pesca

Leda y María Elena regresaron a Buenos Aires en 1956. Dos años después, la directora de televisión María Hermina Avellaneda convenció a María Elena para que escribiera libretos de programas infantiles. El éxito fue rotundo y siguió componiendo canciones para espectáculos que el dúo ponía en escena.

El gato que pesca

En 1964 la pareja se separó, cada una deseosa de seguir su propio camino. Doña Disparate y Bambuco fue su última presentación conjunta. María Elena dio un recital en el Teatro Regina en 1968 titulado “Juguemos en el mundo. Recital para ejecutivos”, que no tenía nada que ver con canciones infantiles. La repercusión fue tremenda; eran canciones de protesta, pacifistas y feministas.

Ya en 1965 coincidió nuevamente con la fotógrafa Sara Facio, con la que había estudiado en la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano. Y en 1968 fue Sara la encargada de realizar las fotos del famoso recital. Pero no decidieron compartir su vida hasta el año 1975, cuando habían pasado casi diez años desde su reencuentro.

María Elena fotografiada por Sara

En plena dictadura militar, harta de la censura y de todo lo demás, decidió dejar las representaciones teatrales y se refugió en el periodismo. En los llamados “años de plomo”, la época más negra del terror, tuvo el valor de escribir artículos como “Desventuras en el País-Jardín-de-Infantes” denunciando abiertamente a la censura de entonces.

Gato tango

Después de librar una dura lucha contra el cáncer entre 1981 y 1983, año en que Argentina recuperó la democracia, María Elena Walsh se involucró en varios proyectos políticos y regresó a la televisión con Maria Hermina Avellaneda y Susana Rinaldi en el programa “La Cigarra”.

Jardín Botánico de Buenos Aires

Pero será mejor dejar que Sara Facio, la compañera con la que compartió su vida durante 38 años, nos hable de ella: “En la vida privada lo que más hacía era escuchar música y leer. Después le gustaban también las cosas de la casa, las mascotas, siempre tuvo gatos, y recibir a la tardecita, siempre a uno o dos amigos, no reuniones grandes. Lo que ella llamaba ‘le petit comité’”.

Sara Fancio con un gato

Los textos de María Elena Walsh parecen muy sencillos a primera vista, pero solo trabajándolos mucho podían adquirir esa enorme simplicidad. Nuestro texto favorito tal vez sea un relato titulado “Murrungato del zapato”, la historia de un gato y una planta. Les dejamos aquí el enlace por si les apetece leerlo: https://docs.google.com/document/d/1ifS_wD54Pk9PITVgZk6WdAOuZKuHfUXd7HmGQC4uD1E/edit

Jardín Botánico de Buenos Aires

Queremos dedicar esta entrada a Yolanda. De no ser por ella, ignoraríamos la existencia de la fantástica mujer que fue Maria Elena Walsh. Gracias, Yolanda.

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