De las cuatro especies de lince, el euroasiático o boreal (Lynx lynx) es el de mayor tamaño. Los otros tres son el lince rojo (Lynx rufus), el lince ibérico (Lynx pardinus) (https://gatosyrespeto.org/2015/06/02/un-felino-en-grave-peligro-el-lince-iberico/) y el lince canadiense (Lynx canadensis). No se considera una especie en peligro debido sobre todo a la relativa abundancia de la subespecie siberiana, pero no ocurre lo mismo en muchos territorios donde se le caza por su piel y para proteger al ganado, aunque esté rigurosamente prohibido.
Es el tercer depredador en cuanto a tamaño en Europa, después del oso pardo y el lobo gris. Se alimenta únicamente de carne, de la que consume entre uno y dos kilos diarios, y sus presas favoritas son los ungulados, sobre todo los ciervos. Su hábitat son los bosques a altitudes elevadas con matorrales espesos. Suele cazar en el suelo, pero es un gran trepador y un buen nadador capaz de pescar si hace falta.
El lince boreal se encuentra desde el centro al norte de Europa, en Asia hasta el norte de Paquistán, y en Irán habita en las inmediaciones del monte Damavand, así como en India. Fue considerado extinguido en Eslovenia y Croacia desde principios del siglo XX, pero un proyecto de repoblación iniciado en 1973 lo ha reintroducido con éxito en los Alpes eslovenos y en varias partes de Croacia.

También en los años setenta se consiguió reintroducir el lince en Suiza y desde los noventa se ha estabilizado una pequeña población en las montañas Harz de Alemania. Vive en el bosque Bialowieza de Polonia, y se cree que hay más de 2.000 ejemplares en el país en el que es el animal nacional, Rumanía.

En Rusia, la Sociedad Geográfica dedica una importante suma anual a la protección del lince siberiano al haber menguado su población en años recientes debido a la destrucción de su hábitat y a la caza. Aumentan los ejemplares en Noruega y Suecia, a pesar de la enemistad de los ganaderos, así como en Estonia y Finlandia. Fue exterminado en el Reino Unido a finales del siglo XVII; actualmente se estudian programas de reintroducción que servirían para controlar la población de ciervos, tanto en Inglaterra como en Escocia, donde incluso desapareció mucho antes.

Hay linces boreales en zonas occidentales y septentrionales de China, y sobre todo en la meseta tibetana. Se sabe que proliferaban en Japón durante el periodo Jōmon (14.000 a.C-300 a.C.), pero no existen evidencias arqueológicas posteriores.

Desde siempre ha sido considerado un animal huidizo, invisible, misterioso, fantasmal, que dio pie a diversas leyendas. Teofrasto, filósofo botánico griego del siglo V antes de Cristo, habla del Lapis lyncurius en su tratado sobre las piedras. Hasta aproximadamente el año 1500 se creía que el lince cavaba un agujero para orinar y volvía a taparlo. Al cabo de poco tiempo, su orina se convertía en una piedra parecida al ámbar. Teofrasto cree que la mejor piedra es la de un lince macho en libertad.
En el Libro 15, 391-417 de las “Metamorfosis”, de Ovidio, leemos: “India vencida entregó linces a Baco, el de las apiñadas vides, y dicen que todo lo que emite la vejiga del animal se torna piedra y se solidifica al entrar en contacto con el aire”. Ovidio también cuenta que la diosa Deméter (identificada a menudo con Cibeles) ordenó a Triptolemo que recorriera el mundo para enseñar a plantar a los mortales. Este llegó a la corte del Rey Linquo de Escitia, pero el soberano rehusó trasladar las enseñanzas de Triptolemo a su pueblo y, lleno de envidia, intentó matarle. Deméter le convirtió en lince como castigo.
Plinio el Viejo dice que tiene la forma del lobo y las manchas del leopardo, y que se le vio por primera vez en Roma en los juegos de Pompeyo Magno (55 a.C.). Añade que Etiopía produce un gran número de linces y vuelve a hablar de la orina que se solidifica.

Ya en el siglo VII, Isidoro de Sevilla dice en sus “Etimologías” que el nombre del lince procede del griego lukos, aunque sus manchas son las de un gatopardo, y que produce una piedra preciosa llamada “agua lince”. En los bestiarios medievales se le describe a veces con cuerpo de pantera y cabeza de perro, y siempre produciendo la famosa Lapis lyncurius.
En muchos países se cree que la vista del lince es sobrenatural, hasta el punto de que ve a través de objetos sólidos, y a menudo posee la facultad de adivinar las verdades ocultas, incluso el don de la clarividencia. Y en muchos idiomas existe la expresión “tener ojos de lince”.


En 1603, Federico Cesi fundó la “Academia dei Lincei” (Academia Linceana o Academia Nacional de los Linces), una de las sociedades científicas más antiguas del mundo, que contaba con Galileo Galilei entre sus miembros. Debe su nombre a la ilustración de un lince en el libro Magia Naturalis, de Giambattista della Porta, publicado por primera vez en Nápoles en 1558, que dice así en el prólogo: “…con ojos de lince, examinando lo que se manifiesta, y después de observarlo, hacer celoso uso de ello”. Su emblema era un lince enfrentándose al can Cerbero, guardián del inframundo, evocando la idea de que el lince ve las mentiras y descubre la verdad.

Esto nos lleva a la constelación del lince, situada en el hemisferio celeste boreal, descubierta a finales del siglo XVII por el astrónomo polaco Johannes Hevelius. No se le dio este nombre por su parecido al animal, sino por su poco brillo y el hecho de necesitar unos ojos de lince para verla a simple vista. La gigante naranja Alpha Lyncis es la estrella más brillante de la constelación.


Poco a poco, la población del lince boreal mejora en Europa occidental gracias a programas de protección y de reintroducción. Todavía existen enormes áreas en Europa donde antaño vivía el lince y donde podría hacerlo de nuevo. El lince ayuda a controlar la población de ciervos, con la particularidad de que nunca se come todo el animal al que ha matado, del que se alimentan desde gusanos a águilas y osos. No acostumbra a matar mamíferos pequeños como conejos y liebres.

Es un animal crepuscular, activo sobre todo entre la puesta de sol y el amanecer, por lo que muchas personas que viven cerca del lince euroasiático ignoran su presencia. Ojalá se consiga reintroducir en otras zonas este fascinante animal rodeado de un aura de misterio. ¡Felices fiestas!
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