
Ferdinand Desnos, nacido el 29 de julio de 1901 en Pontlevoy, un pueblo no lejos de Tours y muy cerca del río Loira, hijo y nieto de panaderos, manifestó desde muy joven una afición por el dibujo y, animado por su madre, a los diez años ya elaboraba sus propios colores. Pintados a los 19 años, sus primeros óleos describen escenas y paisajes del campo del centro de Francia.

Se casó en 1923 con Andrée Vinet y se trasladó à Montrichard, a diez kilómetros de su pueblo natal. El matrimonio tuvo cuatro hijas. Cuatro años después, a pesar de la delicada salud del pintor, la familia se trasladó a París, al barrio de Ménilmontant. Allí, en sus pocas horas libres, descubrió las galerías de arte, el Louvre y otros museos en los que pasaba muchas horas. Trabajó algún tiempo en una tienda de juguetes antes de conseguir un puesto como electricista en el periódico “Le Petit Parisien”.

En las oficinas del periódico conoció al crítico holandés Fritz-René Vanderpyl, que frecuentaba a un grupo de artistas formado por pintores, poetas y más artistas que se reunían en el café “La Closerie des Lilas”, al final del bulevar Saint-Michel. Ferdinand Desnos se codeó con Apollinaire, Max Jacob, Edith Stein, Picasso o Paul Fort, e hizo retratos de muchos de ellos. Incluimos aquí el del poeta Paul Fort, al que pintó con un gato en el famoso café. Probablemente, el gato negro vivía en el establecimiento.

Fritz-René Vanderpyl vio en Ferdinand Desnos a un auténtico naif, un arte que empezó a imponerse cuando Wilhelm Uhde descubrió a Henri Rousseau (El aduanero) en 1909 y a Séraphine Louis en 1911. Aprovechamos para incluir los únicos dos cuadros de gatos, no de tigres, pintados por Rousseau. Vanderpyl consiguió que Desnos expusiera en el Salón de los Independientes en 1931 y que vendiera algunos cuadros.


Al estallar la II Guerra Mundial, Desnos enfermó de tuberculosis y se recluyó en Bois, donde siguió trabajando sin su familia. Sin embargo, y siempre gracias a su amigo Vanderpyl, expuso en solitario por primera vez en la galería La Boétie en 1942.

La guerra terminó, pero dos fallecimientos le afectaron profundamente; el de su hermano mayor, François, al que estaba muy unido, y el de su primo, el poeta surrealista Robert Desnos, que sucumbió de tifus en un campo de concentración en Chequia. Nos permitimos una pequeña digresión: Robert Desnos era el compañero de Yuki, modelo y esposa del pintor Tsuguharu Fujita, que la confió al poeta, su amante desde hacía años, en 1931 cuando dejó París.

No sabemos si el cuadro “El testamento” está dedicado a uno de ellos, pero la composición es maravillosa: El pintor, delante del muerto, nos mira mientras un hombre toca el piano, y la viuda y un perro parecen llorarle. Varias mujeres desnudas o semidesnudas están a la derecha, además de cuatro gatos, otros dos perros, una ardilla, dos pajaritos, una cabra blanca y, a la izquierda, delante de la Muerte, un ciervo. Su hermano François era cazador, quizá le cuadro le esté dedicado.

En 1948 regresó a París con su mujer y dos de sus hijas para instalarse en una modesta portería que no tardó en ser transformada en taller. El escritor y diplomático libanés Salah Stétié dijo en sus memorias (“L’Extravagance”, 2014): “Era un pintor al que solo le interesaba lo mágico, un pintor primario, con cuadros de formatos muy diversos, que colgaba de abajo arriba en el hueco de la escalera del inmueble del que era conserje, lo que provocaba la indignación de los vecinos”.

Y sigue diciendo: “Sin embargo, no se atrevían a protestar mucho porque Ferdinand, su mujer y sus dos hijas – las tres algo avergonzadas por los pintarrajos del marido y padre – eran los mejores porteros de todo el barrio, siempre y cuando se soportara a los diez gatos de la familia que se habían apoderado del edificio”.


¡Diez gatos! Siempre gracias a Salah Stétié sabemos que la gata blanca se llamaba Doucette y que era una de las favoritas del pintor. Aquí la vemos sentada debajo de una sombrilla roja, acompañada de otros gatos de espaldas.
Su pasión por los gatos hizo que fuera un gran amigo de otro gran defensor de los gatos y animales en general, Paul Léautaud (https://gatosyrespeto.org/2017/09/28/300-gatos-y-paul-leautaud/). Le hizo numerosos retratos, tres de ellos con gatos. El primero, de 1950, es de un estilo totalmente diferente al habitual del pintor. En el segundo, de 1953, también incluye a la mona que el escritor y crítico encontró un día en su jardín. En el tercero, realizado un año después, el pintor visita a Léautaud en su casa.




Ferdinand Desnos se hizo muchos autorretratos, pero solo uno con algunos de sus gatos. En el de 1953 le vemos con tres gatos, uno blanco y negro en sus hombros, otro intentado escalar por su espalda y el tercero, uno rubio, nos observa con aire nada tranquilizador. El gato blanco y negro podría ser el mismo que mira por la ventana de la portería.


Nos ha sido imposible encontrar la fecha de muchas de sus obras, pero nos ha sorprendido que en numerosas escenas de su región natal, los personajes estén acompañados por un gato, como en “La gran familia” o en “La cabrera”.


En 1954, algunos críticos redescubrieron al pintor en el Salón de los Independientes, donde nunca dejó de exponer anualmente. Paul Chardourne le compró varios cuadros de gran tamaño, así como Raoul Tubiana, el cirujano y coleccionista que le apoyó y cuidó hasta su muerte por tuberculosis el 16 de noviembre de 1958, a los 57 años, después de pintar casi 800 cuadros.

Queremos acabar esta entrada con “La Cena en el Sena”, un lienzo que nos parece increíble y en el que también hay un gato, aunque no se vea a primera vista. Representa una curiosa Última Cena y actualmente se encuentra en la colección del Museo de Arte Naif y Artes Singulares de Laval, en la región de País de Loira. Con Notre Dame en segundo término, vemos a Cristo y a los doce apóstoles en el centro de la mesa. A la izquierda, justo después de un personaje vestido con caftán (el sultán de Marruecos, Mohammed V), se encuentra un hombre vestido de rojo con gafas redondas, el amigo del pintor, Salah Stétié.


Delante de Cristo, en el otro lado de la mesa, hay una segunda mesa colocada transversalmente donde se están poetas como Verlaine, Mallarmé, Rimbaud y otros, así como Léautaud y el pintor con algunos de sus cuadros. Y aquí hay un gato blanco, en el respaldo de la silla de Ferdinand Desnos. Todos están rodeados de una multitud de personas comiendo, bebiendo, jugando, tocando, bailando… Una obra inverosímil, con un enorme sentido del humor.
