
El nombre de Adolphe Willette siempre estará ligado al rótulo del famoso cabaret Le chat noir, un gato negro en un creciente de luna. El artista nació el 30 de julio de 1857 en Châlons-sur-Marne, región vitícola por excelencia, concretamente del champán, hijo de un coronel trasladado a Dijon, otra región vitícola, la del borgoña.

A los 18 años ingresó en la Escuela de Bellas-Artes de París. Publicó sus primeros dibujos en La France illustrée, que pagaba la magnífica suma de 20 francos por dibujo, pero un tal Mathieux, encargado de las ilustraciones, solo le ofreció 20 francos por cuatro dibujos. Peor aún, la censura prohibió la publicación de uno de los cuatro y Mathieux rehusó pagarle, dando pie a una amargura que nunca abandonaría al futuro satírico.
Cuando era alumno del pintor Alexandre Cabanel, este le expulsó de sus clases al descubrir que se había autorretratado en los frescos del Panteón de París. De hecho, todavía se le ve como el duque de Anjou, sentado a la izquierda de San Luis y vestido con una blusa roja, en el panel central. A los 21 años evitó hacer el servicio militar gracias a su hermano, médico militar voluntario en Cochinchina.
Era la época de los cabarets, todos con nombres maravillosos, La rata muerta, La gran pinta o La abadía de Thelema. Le chat noir estaba a punto de abrir sus puertas. Pero el joven artista pasó por momentos muy difíciles, incluso consideró el suicidio, antes de conseguir el encargo de decorar la sala de billar y el salón de un castillo.
En 1880 fue contratado para plasmar con dibujos el viaje de Gambetta, un importante político de la III República, a Cahors, pero de poco le sirvió esta oportunidad ya que se dedicó a retratar a los obreros que se oponían a los discursos vociferantes del político.
En octubre de 1881, al inaugurarse el cabaret Le chat noir, pasó inmediatamente a formar parte del grupo con acceso a la sala trasera, llamada “El instituto”. Rodolphe Salis le encargó un enorme cuadro titulado “Parce Domine” (Perdona, Señor) para decorar la pared de un cabaret, aunque la obra no tiene nada de alegre. Actualmente expuesta en el Museo de Montmartre, describe la huida enloquecida de un grupo de personas variopintas detrás de un Pierrot con una pistola humeante en la mano. A la derecha se ve a una mujer sentada en un monstruoso gato negro blandiendo un bebé en la mano.


Un año después, el Salón de París rechazó exponer el cuadro “Dos amigos”, llamado también “La mujer con gato”. Decidió mudarse a Montmartre y vivir en el pequeño taller que le había alquilado su hermano Théodore. Este último le presentó a otro gran amante de los gatos, Théophile Alexandre Steinlein (https://gatosyrespeto.org/2014/11/25/steinlen-el-dibujante-de-gatos/), cuya amistad conservó toda la vida.

Su primera ilustración para la revista Le chat noir apareció en el número diez. En esta época también diseñó el famoso rótulo del cabaret. Las cosas le iban algo mejor, recibía pequeños encargos, colaboraba en revistas, pero sus cuadros seguían siendo rechazados en los salones, o si eran aceptados, como ocurrió en 1883, eran retirados por “ultraje a las buenas costumbres”.

El 11 de marzo de 1885 se organizó el primero de una serie de “Bailes incoherentes”. Willette acudió disfrazado de Pierrot. Al parecer, fue a partir de ese momento cuando dio rienda suelta a su desmesurada inclinación por los disfraces y el travestismo.


También en esa época pintó “Venus pasando delante del sol”, posiblemente un encargo de Le chat noir, donde se ve a Pierrot, el doble de Willette, rodeado de gatos negros y enseñando sus bolsillos vacíos. En la parte superior hay otro gato negro en el ala de un molino formada por notas musicales.


Hasta febrero de 1888 no pudo exponer en solitario. Como puede verse por el cartel de Hérel, Willette estaba unido a la imagen de un gato negro. Queda por saber si se debía a que era un asiduo del cabaret Le chat noir o si le gustaban los gatos. A partir de entonces dibujó sobre todo para anuncios y para la prensa. En sus numerosas colaboraciones con el periódico Courrier français, firmaba artículos con el seudónimo C Lechat, lo que suena como “C’est le chat” (Ha sido el gato).

El Sagrado Corazón de Montmartre se abrió al culto en 1889, a pesar de que la basílica no estaba terminada. Aquel día, Willette y una veintena de amigos organizaron el cortejo de La Fête du “Dyable” (La fiesta del diablo). Desnudos y pintados de rojo interrumpieron la ceremonia, pero la policía no tardó en restablecer el orden.

Pasaron los años, Willette siguió sobreviviendo con momentos mejores que otros. Conoció a Christiane Bastion, a quien todos llamaban Cri-Cri, cuando esta vendía flores en el Folies Bergères. Convertida en su amante y modelo, ambos pasaban los veranos en una casita con jardín que ella tenía en L’Isle-Adam, a unos kilómetros al norte de París. Cri-Cri criaba pollos y conejos, tenía una cabra y alimentaba a unos sesenta gatos. Cuando el carnicero les presentó la factura, no tenían dinero para abonarla y Willette propuso decorarle la tienda. La imagen de un buey vestido de domingo con rostro alegre permaneció en la tienda hasta una reforma en 1970.

La vida empezó a sonreír a Willette en los últimos años del siglo XIX y el éxito seguiría acompañándole casi hasta su muerte. En 1905, el Salón de París expuso por fin el cuadro “Parce Domine”, treinta años después de haberlo rechazado en 1885. Ilustró “Los miserables”, de Víctor Hugo, y varias entregas de los libros “Claudine”, de Colette (https://gatosyrespeto.org/2018/12/13/los-gatos-de-colette/).

En 1909, a los 52 años, se casó por segunda vez con Charlotte Duchâteau, una joven criada de 21 años de la que se enamoró locamente nada más verla sirviendo en una cena en casa de un amigo, pero la depresión no tardó en hacer su aparición. Falleció el 4 de febrero de 1926, tres años después de su gran amigo Steinlein.

Adolphe Willette siempre quiso tensar la cuerda. Se atrevió a mofarse, a criticar, a burlarse, a usar el desnudo hasta el punto de que algunos le tacharon de pornógrafo. En 1905 publicó una viñeta de una inmensa lucidez en Le Courrier français. Una vez dijo: “Era mucho más feliz siendo infeliz”.
